NA firme vocación la ha guiado hasta su puesto de enfermera en el centro de salud en su pueblo natal de Alonsotegi y de otra forma posiblemente no hubiera resistido las maratonianas jornadas con una enorme presión por enfrentarse a lo desconocido. "Amo lo que hago", afirma tajante Miriam Zurimendi, cuya rutina ha cambiado sustancialmente con la implantación de las consultas telefónicas "salvo en los casos de curas y otras cosas imprescindibles". "No es que no se vea a los pacientes, sino que primero los valoramos telefónicamente después de estudiar cada historial. No hay que olvidar que seguimos estando en pandemia", argumenta.

Los primeros meses "los centros estaban sectorizados, pero desde junio también concertamos citas en Alonsotegi para realizar las pruebas de coronavirus como un añadido al protocolo, que ya de por sí acarrea más trabajo administrativo". "Hay que programar las citas con distancia, lavarnos y limpiar entre paciente y paciente. Las atenciones se alargan en el tiempo y estamos las mismas personas", añade Zurimendi, que posee una experiencia previa de 18 años trabajando en el hospital de Basurto. El número de intervenciones "va por rachas, nos acercamos más a los domicilios porque con síntomas compatibles con el coronavirus el protocolo indica aislamiento".

¿Estamos peor, igual o mejor que en marzo? Parece que ahora los síntomas dan la cara de una forma más leve, "posiblemente porque está afectando a una población de menor edad". Pero "creo que va para largo y por eso debemos hacer un esfuerzo entre todos: cuando se dice aislamiento, hay que cumplirlo". Hace seis meses "todos los que venían eran sospechosos de coronavirus porque la mayoría traía síntomas". A mitad de la semana del 14 de marzo "ya veíamos claramente que se estaba complicando la cosa, hacíamos malabares para cuadrar las citas". Por el contrario, otros pacientes llamaban para anular su consulta por miedo. Remarca que "no se han dejado de hacer analíticas, pero la forma es diferente e implica una adaptación".

Así que los sanitarios llegaron al verano "mentalmente agotados" y se incorporaron "con un poco de miedo por lo que pueda deparar en otoño, aunque el uso generalizado de la mascarilla a lo mejor evita que la gripe se transmita igual que otros años. Dentro del estrés del día a día, "tenemos la gran suerte de que hay muy buena sintonía entre nosotros y eso es fundamental: médicos, enfermeras, auxiliares, administrativos, limpieza€ nos ayudamos y nos consultamos". Seguirán poniendo todo de su parte "para que los vecinos de Alonsotegi se sientan bien atendidos".

A veces "nos cuesta creer que después del confinamiento en la calle algunas personas se comportaran como si no hubiera ocurrido nada", pero "ahora pienso que la gente está más concienciada". Los mayores "se protegen porque se sienten vulnerables, la juventud lo mismo lo achaca a cambios de temperatura o amigdalitis, aunque mejor descartar primero el coronavirus". Todo resulta nuevo, de modo que "debemos formarnos con esos protocolos que van cambiando a medida que sabemos más cosas". Y sin olvidar "cubrirnos la nariz y la boca con la mascarilla, guardar la distancia social y no descuidar la higiene de manos".