Aunque se está celebrando el 700 aniversario de la fundación de Portugalete, mucho antes ya había personas asentadas en su territorio. Pero sin duda alguna, la Carta Puebla que concedió Lope Gomes, por mandato de la por aquel entonces Señora de Bizkaia, Doña María Díaz de Haro, el 11 de junio de 1322, marcó un antes y un después en la vida de los jarrilleros.

El hecho de ser ciudadanos de una villa, concedía a estas personas ventajas a nivel económico, social e individual respecto a los vecinos de las localidades aledañas. Por todo ello, la concesión de la Carta Puebla, fue acogida por la ciudadanía portugaluja con satisfacción y supuso el inicio de una nueva era en este enclave bañado por el cauce de la ría.

Con la fundación de la villa, el crecimiento económico de Portugalete fue más que notable y, en gran parte, todo ello se debió a los privilegios que concedía a los jarrilleros el hecho de ser villanos. El villazgo hizo que los jarrilleros contasen con el monopolio del comercio de productos de primera necesidad y, además, concedía plena libertad de tránsito para los portugalujos y sus mercancías en los caminos que conectasen la villa con otros núcleos urbanos del

Señorío de Bizkaia y las zonas interiores del reino. Además, también se establecieron medidas para favorecer la pesca y el comercio de txakoli entre otros todo ello hizo que Portugaletecontase con unas envidiables condiciones económicas y un gran poder en la zona que fue menguando desde el siglo XVI en detrimento de Bilbao. Pero los privilegios y la seguridad que otorgó a los jarrilleros el contar con el estatus de villa iba mucho más allá de los aspectos económicos y comerciales.

El villazgo también supuso una mejora en los derechos y libertades de los portugalujos, ya que la Carta Puebla recoge

aspectos como la prohibición de la tortura, la inviolabilidad del domicilio y la libertad a la hora de adquirir bienes muebles e inmuebles, algo que, por desgracia, en la Edad Media no estaba muy extendido.

Asimismo, el documento recoge una serie de penas físicas y monetarias para aquellas personas que no respetasen los derechos de los jarrilleros. Por otra parte, la ciudadanía de Portugalete también contó con diversas ventajas fiscales

al pasar a ser villa y la potestad de poder elegir a su alcalde entre otros privilegios. Dicho documento también marcaba el territorio de la villa de Portugalete, un núcleo que tenía su capital en el Casco Viejo jarrillero y se extendía hasta las inmediaciones de Castro Urdiales y llegaba hasta Zubileta. También le correspondía la explotación de montes como los de Triano. De este modo, la celebración de este 700 aniversario también es la conmemoración del momento en el que Portugalete se distinguió a nivel económico, comercial y en materia de derechos individuales respecto a las localidades del entorno. Algo especialmente valioso en una época tan dura y violenta como fue la Edad Media.