Descartar la opción de las más exigentes rutas de senderismo de montaña no es excusa para no calzarse las zapatillas de deporte en Enkarterri. Hay más opciones que, además, acercan el patrimonio de quienes pisaron antes esta tierra imprimiendo su huella en edificios, batallas o leyendas transmitidas de generación en generación. En año Jacobeo, las historias entrelazadas por el Camino Olvidado de Santiago, antiguas calzadas o infraestructuras ligadas al uso de la fuerza del agua ofrecen un verano cultural a la par que refrescante en itinerarios que no entrañarán dificultades para los más deportistas, pero que también son fácilmente divisibles en más etapas.

Las ferrerías del Barbadun constituyeron la vanguardia de la industria desde aproximadamente el siglo XV hasta que perdieron la partida frente a las grandes fábricas. Por eso no extraña "encontrar en la documentación pleitos por usos abusivos de los aprovechamientos hidráulicos que demuestran la masiva implantación de ingenios en las sendas fluviales algo que, desde finales de la Edad Media hasta finales del siglo XIX o incluso el XX se convirtió en el rasgo más característico de los valles vascos, origen del posterior desarrollo industrial". Así lo valora el Gobierno vasco en uno de los informes que sustentan la protección especial al paisaje del Barbadun, decretada en el verano de 2017.

Allí "se superponen elementos productivos de la Edad Media y la Edad Moderna, como ferrerías y molinos, con otros de la Edad Contemporánea vinculados directamente a la actividad minera" y tramos del ferrocarril reconvertidos en la vía verde de los Montes de Hierro.

Las ferrerías del Barbadun protagonizan una de las actividades estelares del Museo de las Encartaciones: una ruta que "nació en 2008 con la inauguración de la exposición llamada Ferrerías de Las Encartaciones. Patrimonio conservado, que se concretó en un proyecto de investigación llevado a cabo junto con la Ferrería de El Pobal". Basándose "en un inventario del Gobierno vasco de los años ochenta", concluyeron que "se preservaban restos de una quincena de ferrerías, la mayoría en un estado precario, cuando no de abandono o de práctica desaparición".

Para luchar contra el olvido, "se diseñó la exposición citada, se editó un libro que aparte de recoger los elementos patrimoniales, recopilaba noticias de prensa y se impulsaron actividades complementarias, entre las que destacaba la ruta", señalaban en el museo.

Las plazas suelen agotarse en octubre cuando se convoca la excursión con salida fijada en Muskiz y meta en la Casa de Juntas de Abellaneda. Incluso el año pasado pudo echar a andar, aunque en formato reducido para controlar el aforo. "Durante siglos" este trazado "conectó los embarcaderos de mineral cercanos al mar con las ferrerías que jalonaban las riberas".

"Había al menos tres embarcaderos (Pobeña, Lavalle y San Juan, todos en Muskiz) y nueve ferrerías (muchas de ellas también molinos). Cuatro en Muskiz (Bado Ondero/Santelices, Los Vados, Billotxi y El Pobal), tres en Galdames (Valdivian/Ballibián, La Olla y El Valle) y dos en Sopuerta (Arenao y Llantada/Mercadillo). La ruta no abarca otras ocho "por lejanía o situarse en afluentes.

Ferrería y molino

En Galdames, se enclavan la ferrería y el molino y la vivienda del molinero de Valdivián, a los que se llega desde el núcleo El Arenao (Sopuerta) Pese a que la actividad entró en declive en el siglo XIX, el conjunto se preserva en buenas condiciones, constituyendo "un ejemplo de infraestructura ferrona evolucionada hacia ingenio de molienda como modelo característico de la Edad Moderna". Con una piedra para trigo o cebada y otra para maíz, de allí salían harina para el talo, pan o alimento para los animales. Erigida a principios del siglo XVI "por Octavio de Salazar antes de pasar al monasterio de Burceña", la ferrería molino de El Pobal es la joya de la corona del recorrido al tratarse "del único complejo que ha sobrevivido hasta nuestros días con buena parte de las instalaciones mecánicas, los edificios bien conservados y la estructura interior poco alterada", según pone en valor el Gobierno vasco. Con posterioridad a un parón debido a la Guerra de la Independencia "en 1827 aparece gestionada por la familia Ibarra; en 1942 la adquirieron los inquilinos Pérez Ibarrondo hasta 1952 para fabricar aperos de labranza y minería en 1966 pasó a manos de la Diputación Foral de Bizkaia, siendo restaurada en 2004".

Tan solo los cimientos del taller, un portillo de servicio y un horno de fundición pertenecen a la primitiva ferrería. La mayor parte del edificio tal y como se ve ahora obedece a la reforma que se llevó a cabo a finales del siglo XVII y principios del XVIII.

Por el Kadagua

En la cuenca del Kadagua confluyen la ruta jacobea y las huellas de los movimientos de antepasados romanos o medievales. Partiendo de la catedral de Bilbao, el Camino de Santiago Olvidado ofrece en Alonsotegi uno de sus puntos de interés en la ermita de San Antolín, que exhibe su retablo del siglo XVI.

Tras atravesar Zaramillo, ya en Güeñes, en Sodupe se sigue los pasos del Museo de las Encartaciones, que, en 2014 para conmemorar su vigésimo aniversario viró la tradicional ruta ferrona dirigiéndola al Kadagua, en paralelo al itinerario de peregrinación a Compostela.

Desde el parque de la Conchita (hereda el nombre de una fábrica anterior) prosigue divisando la torre de Romarate y el molino de Landaluzia en dirección a Santxosolo, donde se asentaba una ferrería. Tras cruzar junto a la ermita de San Martín, el camino desemboca en el edificio del ayuntamiento, antigua casa indiana de la familia Urrutia, cerca del lugar estuvo la ferrería de Estrada. Solo unos metros más llevan a la monumental iglesia de Santa María, reconstruida en el siglo XVI, donde el estilo renacentista se superpone al gótico. Los palacios de la Quadra-Salcedo y Barretaguren miran a la carretera en dirección a Zalla. En cambio, hay que alzar la vista para contemplar el inacabado palacio Hurtado de Amezaga o de las Brujas.

De acuerdo a una de las leyendas que circulan en esta parte de Enkarterri, su propietario invitó al rey Felipe V a su casa, pero el monarca contestó que no había en Güeñes y alrededores morada de tal categoría que pudiera alojarle. No solo su muerte frenó las obras, sino que sus seis hijos también fallecieron sin terminar el palacio. No tardaron en surgir historias de maldiciones€

Por Aranguren, donde la Papelera comenzó su producción a principios del siglo XX originando todo un núcleo de población, la caminata entra en Zalla. A la altura de Eroski hubo un molino, conocido como de la Desa. Las dependencias del ayuntamiento se instalaron en los años noventa en un edificio señorial, el palacio Murga, que fue erigido en el siglo XVII, rodeado por un jardín de alrededor de una hectárea. Desde allí por la calle Lehendakari Aguirre surge la ermita de San Pedro Zarikete, cuyos vestigios se remontan a la Edad Media y reformada en los siglos XVIII, XIX y XX. La última restauración se prolongó durante 25 años, culminando con el acondicionamiento de un espacio informativo y museístico en su interior.

El templo cobró renombre dentro y fuera de la comarca por su reputación para combatir los males de ojo y el pasado 1 de agosto abrió sus puertas para que los feligreses pudieran entrar por turnos, ya que las misas del día de San Pedro Zarikete volvieron a oficiarse al aire libre. Las flechas amarillas que indican el Camino de Santiago guían a los senderistas por el área recreativa de Bolunburu. Enseguida salen al paso los restos de la ferrería. La recientemente restaurada ermita de Santa Ana y una casa torre también revelan formas de vida del municipio a lo largo de los siglos. El trayecto enlaza con la carretera que desemboca en el núcleo de La Herrera. La iglesia neoclásica de Santa Isabel y las antiguas escuelas Taramona, objeto de una reciente visita guiada a cargo del historiador del arte Gorka Pérez de la Peña Oleaga, en colaboración con el Museo de las Encartaciones y el Ayuntamiento.

Desde un cruce cercano se alcanza el conjunto de La Mella: lo que queda de la ermita de San Antonio y el palacio del siglo XVII. Este lugar está ligado al linaje de José Urrutia de las Casas, ingeniero y militar retratado por Francisco de Goya. La estación hidroeléctrica próxima recicló elementos de una ferrería.

Prosiguiendo por el bidegorri se llega a Balmaseda. En las inmediaciones de la vieja fábrica de Fabio Murga estuvo la ferrería de La Mimbrera. Una vez en la villa más antigua de Bizkaia, los visitantes se pueden tomar su tiempo para recorrer el casco histórico de trama medieval, la iglesia de San Severino, el Puente Viejo y sus museos. Pueden hacerlo coincidir con los itinerarios guiados que el Ayuntamiento y la empresa Alboan servicios turísticos ofrecen los domingos saliendo a las 11.00 horas desde la plaza de San Severino con reserva previa. O continuar por el mapa que propone el Museo de las Encartaciones. En este segundo caso habría que tomar el camino por detrás de la iglesia hacia el barrio de La Piedra. Por La Herbosa y el barrio Bezi, ya en Sopuerta, la ruta concluiría en la Casa de Juntas de Abellaneda.

Indianos

El propio nombre del río Herrerías en Gordexola es más que revelador sobre su actividad pasada. Y es que llegó a concentrar dos molinos y nueve ferrerías. De hecho, se llamaba Ibalzibar antes de cambiar su denominación por la pujanza ferrona. Se pueden apreciar presas o canales de agua, como Artekona, Zubiete-Oribai, Azkarai, Ugalde, Sologuren o De La Presa, generalmente asociadas a casas torre. Al menos cuatro en un buen estado testimonian la prosperidad de muchos linajes que datan del medievo. A las de Urtusaustegi, Ibarguen, el Pontón, Largacha o Artekona se une de la de Oxirando, con su característica galería de arcos en el último piso a modo de terraza en la edificación que se acopló al ala original.

Herrerías arriba en dirección a Artziniega, el convento de Santa Isabel de Sandamendi acoge actualmente un hotel. En las proximidades se levantó en el siglo XVII la ermita de San Jorge y San Andrés. Preside la plaza principal del municipio la iglesia de San Juan de Molinar, edificada en el siglo XVI. El presente Ayuntamiento también se trasladó a un elemento significativo del patrimonio: la mansión que José Arechabala Aldama, que había emigrado a Cuba donde floreció su fábrica con el Ron Havana Club como producto estrella, bautizó como villa Carmen en honor a su esposa. Ignacia Gloria, una nieta de la pareja, contrajo matrimonio con el torero Antonio Márquez, que la abandonó por la famosa cantante Concha Piquer.