El ¡cuánto tiempo sin verte! cobra una nueva dimensión en Karrantza. La romería de El Suceso propicia reuniones entre vecinos y otras personas originarias del valle a los que la vida ha llevado a Bilbao o Madrid, pero que reservan el 18 de septiembre para coger vacaciones y viajar a sus raíces. Ayer, en cambio, hubo quien volvió a verse seis meses después, con confinamiento de por medio, y aunque con las actividades festivas y corrida de toros suspendidas, peregrinaron ante la patrona y asistieron a misa. En la ermita, con limitación de aforo y al aire libre, en un oficio presidido por el obispo de Bilbao, Mario Iceta y amenizado por el coro local Abesti Lagunak.

El Ayuntamiento había promulgado un bando "recomendando a la ciudadanía que se abstuviera de subir a las campas a comer", según explicó el alcalde, Raúl Palacio. "No se ha prohibido, pero se recuerda que se ha solicitado vigilancia de la Ertzaintza para que no haya ningún problema por si alguien decide ir allí que se cumpla con el distanciamiento, grupos menores de diez personas... Apelamos a la responsabilidad ciudadana para evitarlo, pero si alguien se acerca, que se cumplan las normas recomendadas por sanidad", puntualizaba. A mediodía, cuando las cuadrillas comenzaban a preparar comida en los merenderos en condiciones normales, las praderas de El Suceso ofrecían una estampa inaudita. "No hay prácticamente nadie cuando otras veces a estas alturas las zonas destinadas a aparcamiento estarían llenas", contaba un agente de la Policía Municipal. Charlaba con él Gregorio Salazar, quien, pese a reconocer que "en momentos estoy fastidiado" con la situación, "en los pueblos lo sobrellevamos mejor" por poder pasar más tiempo al aire libre en viviendas unifamiliares: "ahora cuando vaya a casa me quitaré la mascarilla y no saldré hasta dentro de más o menos dos días". Pero fuera del ámbito doméstico se impone su uso. "El virus no es ninguna broma. Aquí en Karrantza conozco gente joven que ha estado muy grave", previno.

"Mi marido falleció por covid-19", confesó María Olazabal, acompañada por su tía, Herminia Olazabal, quien, a sus 93 años, "no había vivido una suspensión de las fiestas por algo parecido", e Iciar Llamosas. "No cabía otra opción por lo que está ocurriendo. Echamos de menos subir al prado con las tortillas y los chorizos y quedarnos aquí disfrutando del día...El coronavirus nos lo ha estropeado, pero no importa. Otro año será", afirmaron resignadas después de asistir a una de las eucaristías.

Dos Manuel Llamosas, padre e hijo, y su amigo, José María Alakano asistieron desde la puerta de su casa al paseo de feligreses que se dirigían hacia la estatua de la Virgen en lo alto de la colina que preside el valle. Nada que ver con lo habitual, pero "más movimiento de lo que hemos visto en los últimos seis meses", con alguna excepción. Cuando se levantaron las restricciones de movilidad entre provincias "vinieron de golpe cincuenta o sesenta autocaravanas, se conoce que había ganas de salir".

Con un punto de melancolía recorrieron las campas María Antonia Gómez y Ascen Becerra. "El Suceso era el día de los reencuentros con parientes, con amigos que viven fuera... Nos ha salido un poco triste", contaban con la mirada puesta en el vacío coso taurino. La familia de María Antonia vino a Karrantza desde Portugalete para la cuarentena y Ascen no ve a sus nietos desde hace seis meses porque "residen en Madrid". Ojalá puedan abrazarse en las fiestas de 2021.