s verano, se evaporan aquellas promesas navideñas de los pequeños de la casa de cuidar a sus ansiadas mascotas que a veces desembocan en abandonos. Este año, además, las dudas sobre los mecanismos de transmisión del coronavirus pusieron el foco sobre los animales en la fase inicial de pandemia. La labor de las protectoras resulta esencial y, al menos en Enkarterri, necesitan más manos. Por eso, la asociación comarcal Asoaya, fundada en 2014, lanza un llamamiento a la colaboración.

"En teoría somos como alrededor de cien socios, pero, claro, en la participación real estamos menos personas. Solo pedimos un poco de ayuda por si nosotros no podemos llegar a todo: repartir los turnos de alguna manera para recoger gatos si nos llaman o llenar las tolvas en las que les dejamos comida", señala su presidenta, Conchi Velarde. Una de sus líneas de trabajo consiste precisamente en "recogerlos de la calle, esterilizarlos y soltarlos en su mismo hábitat". El Ayuntamiento de Zalla contribuye "aportando algo de dinero porque en el municipio hay dos colonias descontroladas". Si "hay una gata por cada cuatro gatos y paren dos veces al año, aunque se les mueran tres, se descontrola", aunque "los felinos sean muy importantes para controlar la población de roedores".

Continuaron en la cuarentena, que "coincidió con una de las épocas de cría, en agosto nos vendrá otra". Entre marzo y mayo-junio "rescatamos montones de camadas de gatos" gracias a un salvoconducto que les facilitó el Consistorio. "La verdad es que se portaron muy bien, sin problemas, incluso me acercaron el papel a casa, dispusimos de permisos para dos personas, para poder distribuirnos la tarea".

Adopciones responsables

El confinamiento y las sucesivas fases de desescalada afectaron de lleno a la actividad de Asoaya. Les llamó desde Iruñea un chico "que quería adoptar dos gatos, pero le dije que no podía llevárselos ni él venir cuando no se autorizaba la movilidad fuera de la provincia. Otra amiga de la protectora "se interesó por adoptar conejos, uno de ellos en Calahorra, y le pusieron mil pegas". El problema radica en "este tipo de anuncios generalmente urgen" y los animales pueden terminar en manos poco recomendables. Justo lo que temen en la asociación encartada, "porque no sabemos cómo les van a tratar", así que establecen "un contrato de adopción con compromiso de castración, realizamos un seguimiento por teléfono, nos van enviando fotos€"

Que los animales contagien "creo que es un bulo y quienes están mal informados al respecto es porque no quieren a los animales", dice Conchi Velarde respecto a posibles contagios de coronavirus. De hecho, parece que estos no se dan de animales a humanos, sino "al revés". En las primeras semanas de pandemia "la gente estaba más asustada", pero "de las personas que nos han llamado preguntando para adoptar gatitos, nadie ha hecho comentarios sobre eso".

Aunque la actividad de Asoaya abarca todo Enkarterri, "trabajamos más en Zalla y Balmaseda". Si los animales están heridos "acudimos al veterinario, especialmente al de Balmaseda, que nos hace más precio de castración, curas" y otros tratamientos que precisen. En cuanto a la financiación, "cuesta mantener la asociación". Cuando acuden a recoger, "por ejemplo a un gato atropellado y lo llevamos al veterinario, todo eso hay que pagarlo". Al margen de la subvención que perciben por parte del Ayuntamiento de Zalla, "están las cuotas y los mercadillos que organizamos como una manera de darnos a conocer; la verdad es que hay gente que viene hasta de Bilbao", agradecen.

"Casi todos los gatos rescatados tienen los ojos malos, entonces les ponen un antibiótico y un tratamiento específico. Si se concreta una acogida, se quedan con los adoptantes y, si no, se los dejamos a la veterinaria y nosotros lo anunciamos en redes" para que vayan encontrando nuevos hogares. Con los canes, "lo difundimos en redes sociales si alguien nos comunica que le ha nacido una camada e intentamos que operen a las perras" para evitar más nacimientos. "Tenemos una perra en acogida en una casa en Bilbao, mascota de una señora mayor que ya no puede cuidarla. También en el hotel canino Troylo de Güeñes, donde María recuerda el caso de un chico de Zalla cuya mascota alumbró ocho cachorros: "Cuando lo publicamos en Facebook llamaron de Alicante, Asturias€ Los adoptaron todos".

Les preocupan los envenenamientos "porque la gente se cree que se va de rositas y hay una ley que protege a los animales; es un delito". Otros casos de maltrato que la asociación ha vivido de cerca conmovieron en su día a Enkarterri. Un perro apareció malherido en un contenedor de basura. Después de restablecerse en el hotel Troylo de Güeñes le bautizaron con el nombre de Gudari por su fortaleza al sobreponerse. La dueña de Rocky falleció en el incendio de su casa de Otxaran, poco después el can "fue adoptado por una familia de Cantabria". El desenlace positivo de estas y otras historias, sin duda, "nos compensa por todo el trabajo".

"La cuarentena coincidió con época de cría de gatos, encontramos montones de camadas"

Presidenta de Asoaya