A sus 94 años, cumplidos el pasado día 10 de febrero, José Rodríguez Andrés, Pepín, conserva una memoria prodigiosa que le permite recorrer con soltura diferentes épocas y episodios de la historia reciente de Ortuella, el pueblo en el que vio la luz por primera vez en la calle Félix Chávarri, hoy día Avenida de la Estación. “Esto es una pequeña universidad de la historia”, define este extrabajador de la Franco belga que luego se fajó con la electricidad en esta empresa minera para luego acceder a la General Eléctrica donde se jubilaría “después de tres intensas décadas de trabajo”, apunta este inconmensurable ratón de biblioteca que ha hecho de su hogar un sancta sanctorum de la historia de su pueblo y de su gente.

“Me ha interesado tanto la historia política como la del pueblo en sí”, reseña este niño de la guerra que salió hacia Francia durante la Guerra civil y aprendió francés con lenguaje de signos pues su profesor era sordo. Comunista convencido -estuvo en el III congreso del partido en 1977 y conserva una colección enmarcada de todos los carnets del partido-, su bonhomía y su amor por Ortuella le han granjeado el respeto y la admiración de personas de todas las ideologías que ante todo han visto en Pepín al cronista de a localidad que ha amasado con el paso de los años un imponente legado documental que no ha dudado en poner a disposición de diversas entidades e historiadores interesados en la historia de la localidad o de la zona minera. Una insigne labor que este sábado será reconocida por el Ayuntamiento de Ortuella que le tributará a partir de las 12.00 horas un cálido homenaje en el salón Gorbea “por su gran aportación a la memoria colectiva de la localidad”, destacó el alcalde, Saulo Nebreda.