Sopuerta - “Hoy ha dado un gran seminario, está mucho mejor que el de su hermana Bárbara”, escuchó el neurobiólogo Ben Barres en una ocasión. Solo que Bárbara era él... antes de su cambio de sexo. Paula Ramos ilustró con esta anécdota la discriminación femenina en el mundo científico junto con datos contundentes: “solo un 3% de los premios Nobel han ido a parar a mujeres”. Licenciada en Bioquímica y Biología Molecular, se acercó a Sopuerta para compartir su trayectoria con alumnado de Primaria con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Ciencia.

El Ayuntamiento de la localidad, el centro San Viator y el Achucarro Basque Center for Neuroscience, donde Paula Ramos investiga sobre el Parkinson, organizaron la actividad que ofreció una aproximación a las ciencias lejana de la frialdad de los laboratorios, en una etapa en la que los adolescentes empiezan a encaminar sus futuros pasos académicos. En Bachillerato y las universidades el número de alumnos y alumnas matriculados en ciencias “es parecido”. Sin embargo, “la representación femenina cae en picado a medida que vamos subiendo a la defensa de la tesis doctoral o al cargo de investigadora principal, con gente a su cargo y líneas de estudio propias”. “Como una tubería estropeada que pierde agua continuamente gota a gota”, comparó.

El reflejo, que “nos graduamos y doctoramos más, pero ocupamos solo un 20% de los puestos relevantes”. “El estudio realizado por una universidad mostró que enviando el mismo currículum con nombres de hombre o de mujer contrataban más a los hombres y, no solo eso. También ofrecían un sueldo menor a las mujeres”, relató ante la sorpresa de los escolares. Se arrastra una diferencia en el trato que viene de lejos. “¿Conocéis a Marie Curie?”, preguntó. A la precursora de los estudios sobre radiactividad le concedieron el premio Nobel de física en 1903 junto con su marido, Pierre Curie, y Henri Becquerel, “pero la academia se negaba a reconocer el trabajo de ella por ser mujer, hasta que su esposo se plantó y dijo que en tal caso él tampoco recogería el premio”. Dottie Thomas, que trabajó con su marido para probar la eficacia de los trasplantes de médula, no recibió el mismo reconocimiento que él. Como “Rita Levi-Montalcini”, tantas científicas opacadas por sus compañeros, lamentó en su exposición.

A preguntas de los jóvenes estudiantes, Paula Ramos se felicitó de los avances logrados hasta el día de hoy. “A mí no me ha sucedido nunca que me hayan propuesto cobrar menos que los hombres”, aseguró tajante. También les reveló que quedarse a dos décimas de la nota de corte le hizo cambiar su vocación de dentista por la bioquímica. Después cursó un máster en neurociencias y está a un año de defender su tesis, dirigida por Fabio Cavaliere, concejal de Acción Social de Sopuerta. Lo hará en un inglés que aprovechó para perfeccionar durante unos meses de estudios en Oxford como parte de los preparativos del doctorado, que “me gustaría publicar en una buena revista científica”.

Mientras tanto, sigue con su trabajo en Achucarro Basque Center for Neuroscience investigando sobre Parkinson. Pero “hay vida además de los estudios y el trabajo”, les dijo a los alumnos. “Y las chicas, no os desaniméis” por las referencias al segundo plano que ocupan las mujeres en su campo.