Inazio Nieva, muy hablador y bromista, está estudiando un grado superior de Integración Social y practica natación adaptada en el equipo Erandio Baitan. Tiene una parálisis cerebral que afecta al 57% de su cuerpo y se ha convertido en un altavoz para las personas con diversidad funcional. Lo hace dando charlas de forma profesional en colegios y también en sus redes sociales (inazionieva en Tik Tok y Twitter y 57energy en Instagram).

A pesar de que solo tiene 22 años lleva ya unos cuatro como divulgador de este colectivo.

—Desde pequeño, han sido muchos los profesionales que me han ayudado: desde fisioterapeutas a logopedas pasando por entrenadores de natación, aparte de mi familia, que ha hecho un trabajo inmenso. Así que ahora soy yo el que quiere poner voz a lo que es padecer una diversidad funcional y que seamos nosotros quienes lo hagamos, al igual que es mejor que una mujer hable sobre feminismo y no un hombre. Hay muchísimos profesionales sin diversidad funcional que me han ayudado y que hacen un trabajo totalmente necesario y enorme a diario, pero creo que tenemos que ser nosotros los que expliquemos cómo es vivir así.

¿Qué le llevó a dar ese paso al frente?

—Yo antes curraba en una asociación que sacó un vídeo coincidiendo con el Día Internacional de la Parálisis Cerebral y me llamaron de un colegio, porque una persona cercana mía presentó ese vídeo allí. Su profesora me dijo que me veía en este papel. Así que doy charlas divulgativas, que este curso he profesionalizado, y a raíz de la pandemia vi una oportunidad en hacer vídeos para llegar a más gente. Todo lo que sea divulgar la diversidad funcional desde la diversidad funcional intento hacerlo, hago todo lo que está en mi mano para poner mi granito de arena. Y siempre digo que si no tuviera ese feed-back, esa retroalimentación de tantísimas personas, no habría durado ni dos días.

¿Qué mensajes quiere transmitir principalmente?

—Que muchas veces, como sociedad, por desconocimiento, hay cosas que rechazamos por miedo y por prejuicios. Pero creo que tenemos que enseñar a la población. Si a mí no me enseñan cómo tratar con un colectivo, pues igual no lo hago bien. Por ejemplo, yo entro a una tienda y me tratan de cariño, yo quiero que se me trate como a otra persona normal de 22 años. Quiero transmitir que todos deberíamos tener las mismas oportunidades y eso hay que fomentarlo a nivel de sociedad e institucionalmente, porque muy pocas personas con diversidad funcional en edad de trabajar lo hacen, por ejemplo. Por otro lado, la atención temprana está cubierta solo hasta un punto; hay que invertir muchísimo más porque es fundamental. Y yo solicito a las instituciones más recursos. Pero mi papel va más por intentar enseñar a la población, que es lo que me llena; el salir de una charla y ver que algo bueno estás haciendo. También estoy empezando a visibilizar, sobre todo, entre los más pequeños, la necesidad de hacer frente al acoso escolar, ¿por qué por pasarlo bien cinco minutos en el patio con mis compañeros, otro se tiene que ir a casa dolido?

Es algo intolerable que puede acarrear terribles consecuencias.

—Muchas veces pensamos que las agresiones físicas son más potentes, pero yo lo que peor he llevado es el daño psicológico: te ibas sintiendo que eras escoria, que eras basura en esta sociedad. Y eso sucede en la adolescencia, cuando te estás dando cuenta de quién eres, de cómo eres, de qué es lo que quieres... Yo no reacciono bien a todo esto. Se porta mal conmigo un sector mínimo de la población y yo lo pago con todos. Yo me iba sumergiendo en una depresión, porque la autoaceptación no llega sola y hay que tener una labor interna y yo he necesitado el trabajo psicológico. Que es otro tema tabú en la sociedad. Y es fundamental para muchas personas que te den mecanismos para afrontar situaciones adversas: desde la muerte de una madre a la aceptación de una diversidad funcional. La atención de la salud mental me ha ayudado a ser otro, me ha cambiado la vida para mejor. Todavía no está bien visto este tema, aunque se va hablando un poquito más de ello. Yo estoy leyendo el libro de Ángel Martín Por si las voces vuelven y lo recomiendo. Te enseña a no prejuzgar, a pararte a pensar, que muchas veces como sociedad no lo hacemos.

También tienen que poner más de su parte, en la problemática tan grave del acoso escolar, los propios profesores y la dirección.

—Sí, sí. Es un tema que está mal visto y a veces tampoco es fácil iniciar el protocolo, pero animaría tanto a profesores como a alumnos a dar la alarma cuando vean una situación adversa, porque, eso es educar, ¿no? No se trata solo de conseguir aprobar un examen. Hay que dar herramientas para vivir y, muchas veces, no nos damos cuenta de que estamos fastidiando la vida a una persona en una etapa clave. Yo no tenía ganas de seguir adelante y lo hacía de frente portándome mal con todo el mundo. Yo pensaba, por aquel entonces, que no tenía valor en la vida y ese sentimiento no es ni de lejos solo del acoso escolar, también lo admito, era porque sentía que no tenía capacidad de autoaceptación. Es la suma de factores por lo que caigo en una depresión. Pero hay muchísimos niños que sufren acoso escolar sin tener una diversidad funcional, solo con ser un poco más diferente en algo o tener altas capacidades ya es motivo. Sin embargo, el 80% de los alumnos con diversidad funcional ha sufrido acoso escolar. Lo dice un estudio de la Fundación ONCE y Cermi. Y en 2020 aumentaron las denuncias por delito de odio hacia personas con algún tipo de discapacidad en un 69,2% respecto al año anterior.

"El 80% de los alumnos con diversidad funcional ha sufrido algún tipo de acoso escolar"

"Animaría a profesores a dar la alarma cuando vean una situación adversa, porque, eso es educar, ¿no?"

"La autoaceptación no llega sola y yo he necesitado un trabajo psicológico, otro tema tabú en la sociedad"