PLENTZIA tendió ayer la mano a la artesanía, un sector que está lanzando un SOS en tiempos de coronavirus. “Nadie se acuerda de nosotros, somos los últimos de los últimos”, denuncia Arrate Lizarralde, que ayer ocupó uno de los quince puestos de la feria situada en el frontón tras el ayuntamiento de la villa. “La artesanía en general está llevándose un palo terrible, porque en nombre del covid, no se organiza nada”, comparte Txus Gruzeta. Así, la localidad de Uribe Kosta supuso una de las excepciones en este panorama sombrío. Un amplio espacio que estaba acordonado, separación notable entre los puestos, unas señales para seguir la dirección, así como una entrada y una salida definidas y en las que había geles permitieron que la segunda edición de la feria de artesanía de Plentzia superase al covid.

Fue una sesión positiva: el sol salió y eso siempre ayuda a eventos de estas características. Sobre todo, a partir del mediodía, la feria se nutrió de movimiento, que eso sí, en todo momento fue controlado y sin tumultos. Una quincena de profesionales de distintas partes de Euskadi estuvo entre las 10.30 horas y las 14.30 mostrando y vendiendo sus productos: desde pan, dulces, queso o cervezas a flores, ropa, joyas o cestas… Los niños se quedaban mirando a los profesionales de la cestería o la ebanistería que creaban con sus manos... y los puestos fueron agotando su género. Para muchos vendedores, las ferias son un único escaparate, son su enlace con el público, como le ocurre a Txus Gruzeta, artesano de la joyería. “Durante todo el año, intento estar los fines de semana en algún sitio, pero este año está resultando terrible… El mes pasado no había nada, este mes, esta de Plentzia e igual otra el próximo fin de semana…”, describía lamentando la situación. “No sé por qué no se organizan ferias, porque muchas veces se hacen en el contexto de unas fiestas patronales, vale, pero no tiene por qué ser así, como es este caso. Además, hay menos afluencia que en un supermercado y estamos en un espacio abierto”, argumentaba este alavés.

Las mismas sensaciones de angustia y malestar sacudían a Arrate Lizarralde. “Nos han llegado a decir que si se hace una feria, viene mucha gente y que luego esas personas van a los bares y se contagian, como si eso fuera culpa nuestra”, aseguró desde su puesto de cestas. “Nosotros somos de Azpeitia y otros años, de julio a diciembre, prácticamente estamos todos los sábados y domingos de ferias. Y de las buenas. Pero este año, nada. Además, nos movemos mucho por Nafarroa y como allí están en peor situación, pues nada”, señalaba.

Así que la cita de ayer en el centro de Plentzia fue un pequeño rayo de sol para un sector en el que la venta por Internet no está asentada. Aunque Txus reconoce que eso está cambiando. “Creo que muchos de nosotros nos hemos puesto las pilas con la venta on line, on line porque el mercado físico prácticamente ha desaparecido”, comentó. Las cestas de Arrate, mientras tanto, son elaboradas “en un local” y luego las vende en ferias o a establecimientos. “A veces, nos vienen tiendas, pero pidiendo que les vendamos a un precio que para nosotros sería trabajar gratis prácticamente y no podemos. Y en nuestro caso, la venta on line cuesta porque la gente quiere ver las cestas. Vendemos algo por Internet, pero poco”, apuntó. Toca seguir en la pelea.

“El sector está llevándose un terrible palo porque, en nombre del covid, no se organiza nada”

Joyero artesano

“Nos han llegado a decir que si se hace una feria, viene mucha gente y luego va a los bares”

Cestera