Muchas veces las barreras son mentales, no físicas. Lo que en un principio puede parecer imposible acaba siendo posible. Es el triunfo de la voluntad. Cuando uno se anima a romper esa cadena que le ata al miedo, la vergüenza o el desconocimiento de las capacidades propias, puede llegar a superar todos los límites. Hay que atreverse a dar el paso y, sobre todo, es de gran ayuda contar con alguien que sirva de guía y te lleve de la mano. La recompensa es infinita: felicidad y libertad. Para combatir esos recelos nada mejor que el deporte, que es un gran instrumento de integración. Así lo corroboran en Peña Txuri Surf Eskola, una escuela de surf de Sopela que desde hace quince años desarrolla un programa específico par ayudar a romper barreras a través del deporte. Lo hacen mediante cursos de surf adaptado para personas con diversidad funcional y para ello cuentan con un equipo de voluntarios que hacen que el surf no tenga obstáculos para nadie.

“Uno de nuestros objetivos es fomentar el deporte entre las personas con diversidad funcional. Lo más importante de esta actividad es que mientras la practican se relacionan con más gente. También se les enseña la capacidad que tienen de poder practicar deporte y aprenden que son como los demás, que no son diferentes”, destaca Naroa Saratxaga, directora general de la escuela, quien añade además el bienestar que proporciona esta práctica deportiva. “Hacen deporte y encima se lo pasan en grande”, agrega.

Una experiencia plena como la que vivieron el sábado tres jóvenes con diversidad funcional que disfrutaron de lo lindo cogiendo olas en la playa de Arriatera-Atxabiribil, en el marco de las actividades programadas durante todo el fin de semana con motivo de la celebración del Sopela Kosta Fest, un festival que aúna naturaleza, deporte y música.

Así, tras equiparse con los correspondientes trajes de neopreno y las tablas, Claudia, Irune y Liher se dirigieron al agua en busca de emociones con la ayuda de sus monitores Alexis, Josean e Indar. “El agua está muy fría”, fue la primera sensación que manifestó la joven Claudia, bilbaina de 21 años y que desde hace seis es una apasionada del surf. “Siempre le digo: Te falta la vista pero tienes músculos, no hay problema. Tienes todo lo que necesitas”, explicó Alexis, quien ayer trató de enseñarle una nueva técnica a su pupila para incorporarse a la tabla. A pesar de las frustraciones iniciales, acabó encantada. “Cabalgar sobre una ola es pura adrenalina, va todo muy deprisa”, describió. “Intento concentrarme en la técnica y mantener el equilibrio, pero es complicado”, reflexionó Claudia. “En el surf casi todo está en el coco. No hay que frustrarse. Cuando te caes, te levantas y a por otra ola”, le aconsejó su monitor.

Lógicamente, después de coger decenas de olas acabó agotada, pero satisfecha. “Disfruta mucho. La primera vez que se metió en el agua fue en Laida. Tenía respeto al mar, pero ahora va muy bien. Al principio siempre te da un poco de miedo que practique este tipo de deportes, pero es verdad que desde pequeña ha hecho esquí adaptado, bicicleta con tándem, patinaje, etc. En la familia somos deportistas y ya tenía una base”, apuntó su madre Cristina García, cuya familia ha cambiado el lugar de veraneo por Sopela para que Claudia de rienda suelta a su pasión por el surf.

Del skate al surf

En este sentido, quien también se lo pasó en grande sobre las olas fue Irune, baracaldesa de 14 años con movilidad reducida y baja visión que desde hace un mes y medio disfruta como nadie dentro del agua. “Siempre había querido patinar, pero nos daba un poco miedo. Su abuelo a escondidas le compró una tabla de skate y así empezó todo. Este año ha probado con el surf”, explicó su madre Sonia Taboada. A su juicio, una de las principales ventajas de esta práctica deportiva es que su hija está “en un entorno normalizado”. “Los monitores le integran dentro del grupo y es una más”, subrayó.

No obstante, antes de iniciarse en este deporte sus padres optaron porque hiciese una clase de prueba para observar sus sensaciones. “Queríamos ver si la frustración iba a poder con ella porque debido a sus características igual era un deporte muy complicado y no queríamos que fuera algo que la fuese a desesperar”, detalló. Sin embargo, cuando hizo esa primera toma de contacto, todos esos temores iniciales se disiparon. “Lo primero que dijo fue: yo también puedo hacer surf”, recuerda Sonia, que considera que el surf supone “una motivación” para su hija. Así lo demostró Irune, quien no se desesperó pese a las dificultades y lo intentó una y otra vez animada por su monitor Indar, quien reconoció que “se lo pasan en grande porque es muy divertido”. En total, dos horas en el agua que proporcionaron a Irune “una gran sensación de felicidad”.

Sobre esta línea, quien mostró una gran destreza sobre la tabla fue el sopeloztarra Liher, de 16 años, fruto de un aprendizaje durante años. “Lo más importante es conocer la técnica y mantener el equilibrio”, reveló. Su padre, también aficionado al surf, le inculcó la pasión por este deporte. “Lo he pasado muy bien”, resumió sonriente tras ponerse de pie sobre la tabla numerosas veces, sintiendo esa sensación de velocidad tan especial que proporciona el mar. En definitiva, una experiencia deportiva y didáctica en la que aprendieron que es posible romper cualquier barrera.

“El objetivo es enseñarles la capacidad que tienen de poder hacer deporte y que se sientan uno más”

Directora Peña Txuri Surf Eskola

“En el surf casi todo está en el ‘coco’. No hay que frustrarse. Si te caes, te levantas y a por otra ola”

Monitor Peña Txuri Surf Eskola