El confinamiento ha sido duro para toda la población, pero lo habrá sido mucho más para las personas con algún tipo de discapacidad, como las que están en Argia, Asebi, Aspace€ ¿Cómo están? ¿Qué os trasladan desde estas asociaciones?

—Ha sido un tiempo especialmente complejo para todas las personas, más allá de la situación personal de cada una. Las entidades que trabajan en el ámbito de la discapacidad se han visto obligadas a suspender los servicios presenciales o a reducirlos al mínimo y han hecho un especial esfuerzo para estar presentes a través de las nuevas tecnologías y el teléfono. Posiblemente, para quien haya sido más duro el confinamiento es para esas personas que no tienen acceso a esa tecnología. Y eso es por lo que tenemos que trabajar: reducir la brecha digital es un punto importante en estos momentos. En cualquier caso, la realidad de las entidades varía mucho de una a otra, por su amplitud, capacidad€ En cuanto a la participación voluntaria, las asociaciones están trabajando para retomarla y seguir apoyando a las personas de manera presencial. A ver si poco a poco pueden ir retomando el contacto.

También está en Sarekide la agrupación Urtealaiak, y los mayores son uno de los colectivos más vulnerables ante el coronavirus. ¿Cómo están los asociados?

—Por lo que nos comentan desde Urtealaiak, salvo pequeñas dificultades que han pasado algunos, están todos bien, perfectamente. No tienen ningún problema, pero echan en falta sus actividades, porque ellos hacen yoga, taichí€ Y, sobre todo, lo que más echan de menos es ir a la tarde al local de la asociación, charlar y tener esas relaciones sociales allí. Dicen que están aburridas y deseando que se pueda abrir ya el centro.

Sortarazi y Cáritas están desarrollando estos días una gran labor para hacer frente a la crisis económica derivada de la sanitaria, ¿no es así?

—Toda esta situación ha llevado a una crisis económica que ha derivado, a su vez, en una demanda de apoyo a entidades que trabajan con casos de exclusión o en riesgo. Por ejemplo, Cáritas ha estado prestando apoyo telefónico en sus puntos de acogida y también ha acompañado a personas mayores, bien físicamente o por teléfono. Y en el caso de Sortarazi, es distinto porque esta asociación ha tenido un aumento de la demanda y ha tenido que reforzar sus servicios, como el de reparto de alimentos. Una demanda que ha ido aumentando y ha necesitado de más personas de apoyo para dar respuesta. Además, el 23 de marzo se habilitó en el polideportivo de Andra Mari un espacio, con capacidad para 25 personas, para alojar a las personas en situación de riesgo o exclusión social, para que tuvieran un lugar en el que estar. Todo está gestionado por Sortarazi y también otro local en la calle Caridad, 10 para personas en estas situaciones. Esta asociación ha empezado ya a reincorporar su participación voluntaria pero escalonadamente.

¿Considera que toda esta situación aumentará las ganas de ser voluntario?

—Está claro que con la crisis del coronavirus ha habido una gran respuesta solidaria de la ciudadanía, sobre todo para apoyar a las personas que más lo necesitaban. Se ha despertado una sensibilidad y la gente quería aportar su granito de arena. Ante esta dificultad, la ciudadanía ha querido colaborar y aportar su tiempo, pero claro, antes había mucho tiempo y ahora la disponibilidad es diferente. No sabemos si está situación aumentará el voluntariado a partir de ahora, pero las asociaciones lo van a necesitar porque, claro, debido a las medidas sanitarias, las actividades se van a tener que reconducir a grupos más pequeños, no va a ser como antes, que se juntaban 40 o 50 personas. Seguramente, habrá que reducirlo, por lo que harán falta más voluntarios para estar con ellos y ayudar. Esperemos que este espíritu voluntario que se ha despertado con el coronavirus siga adelante.

¿Tienen algún mensaje que dar a las autoridades?

—En este momento, la sensación general en las entidades es la incertidumbre sobre cómo van a poder desarrollar sus actividades e incorporar a los voluntarios. Hay asociaciones que no tienen tanto contacto con la administración pública y demandan orientación; hay una necesidad de información sobre cómo pueden plantear sus actividades, para poder planificarlas y seguir ayudando a las personas. Por otro lado, sería necesario el reconocimiento al gran trabajo de estas entidades para adaptarse a esta situación y seguir acompañando a las personas de una manera diferente a la que están acostumbradas.

¿Cuándo cree que podrán recuperar la actividad habitual de Sarekide?

—Hemos estado manteniendo la actividad en todo este tiempo, por medio de videoconferencias, por ejemplo. Lo que tenemos que recuperar es la actividad presencial, que depende de la reapertura de los locales de voluntariado de Gobelaurre, donde tenemos la sede y que pertenecen a los Servicios Sociales del Ayuntamiento. De momento, no tenemos noticias definitivas, puede que se dé enseguida, pero para que pueda trabajar solo una persona y sin atender al público. Así que la participación voluntaria ha sido reconducida durante el confinamiento a la red del Gobierno vasco de Guztion Artean. En cuanto se retome ya la actividad, se derivará a estas personas a los proyectos en los que estaban realizando su labor antes. El objetivo de Sarekide es ayudar a las entidades dentro de nuestras posibilidades y el Ayuntamiento de Getxo nos ha donado 10.000 mascarillas que repartiremos entre todas nuestras asociaciones para que, a su vez, ellas las distribuyan entre sus voluntarios.

"La sensación general en las entidades es la incertidumbre sobre cómo van a poder desarrollar sus actividades e incorporar a los voluntarios"

"El Ayuntamiento nos ha donado 10.000 mascarillas que repartiremos a las asociaciones, que a su vez, las entregarán a sus voluntarios"