Un conjunto de rocas escarpadas configuran el cordal divisorio entre Urduliz y Sopela. Un destacado relieve del municipio sobre cuya cima ondea una icónica ikurriña. Una imagen de postal a la que se adhiere la singular belleza de una ermita enclavada en una cueva. Las peñas de Santa Marina de Urduliz conforman un conjunto de gran valor natural que alberga relevantes elementos históricos. No en vano, se trata de un enclave estratégico, puesto que desde la cumbre se vislumbra la costa y sus macizos de piedra y su frondosa vegetación esconden decenas de historias. Con el objetivo de rescatar ese pasado oculto y darlo a conocer, a lo largo de los dos últimos años se han llevado a cabo dos campañas de seguimiento arqueológico, a cargo de integrantes de Edestiaurre Arkeologia Elkartea y bajo la dirección conjunta de Sergio Salazar e Iñaki Líbano.

Esta labor arqueológica se engloba dentro del proyecto de puesta en valor, socialización y divulgación del Cinturón de Hierro de Bilbao, promovido y patrocinado en el protocolo de colaboración interinstitucional para la conservación y puesta en valor de este sistema de fortificación entre el Instituto de la Memoria Gogora, Gobierno vasco, las diputaciones de Araba y Bizkaia y los 33 municipios afectados que lo componen.

Esta cota elevada formaba parte del quinto sector del Cinturón de Hierro y albergaba numerosos abrigos y asentamientos de ametralladora tanto en el cordal de Goikogana como en las peñas de Santa Marina. Su objetivo era reforzar "la defensa entre la línea principal y una tercera línea construida hacia Barrika, que pretendía intensificar la protección del puerto de El Abra, indispensable para la llegada de ayuda y evacuación de la población, entre otras funciones", detalla Líbano.

La elevación del terreno permite divisar un gran número de municipios de Uribe y, en tiempos de guerra, la cresta escarpada dotaba de una protección extra y abrigo a los defensores. "Desde las peñas se controlaba una amplia zona hacia el norte, por donde avanzaba la brigada mixta Flechas Negras. A pesar de ello, tres días después de la ruptura del Cinturón de Hierro en la zona de Larrabetzu, los Flechas Negras entraron en Urduliz. Para entonces las tropas vascas ya habían abandonado esta estratégica posición al verse sobrepasados por los efectivos franquistas", prosigue.

Un escenario bélico cuyos vestigios se habían ido difuminando con el tiempo debido a la expansión de la naturaleza. "En estas dos campañas hemos podido documentar un importante conjunto de datos, información arquitectónica, restos arqueológicos y grabados del conflicto que proporciona un importante potencial patrimonial al municipio de Urduliz", argumenta Líbano.

En este sentido, el presidente de Edestiaurre Arkeologia Elkartea señala que el trabajo realizado sobre el terreno entre 2018 y 2019 les ha permitido catalogar hallazgos que "no solo están vinculados a los descubrimientos realizados de materiales arqueológicos", sino que le han proporcionado "un nuevo enfoque a los asentamientos de Santa Marina descubriendo su aspecto arquitectónico, paisajístico y de desarrollo cultural para que un futuro cercano se pueda convertir en una atracción patrimonial para el municipio".

En este sentido, la singular arquitectura de los asentamientos que se han recuperado, liberándolos de maleza y tierra para poder admirarlos en toda su plenitud, tienen como particularidad la "exclusividad" de alguno de estos emplazamientos con respecto al resto de los 85 kilómetros que tiene el Cinturón. "El elemento denominado URDF25 con sus tres troneras de ametralladora dirigidas al norte, al este y al sur, su departamento de fusileros y refugio y los grabados descubiertos en la campaña 2018, del 7 de junio de 1937, le otorgan una importancia espectacular y única", confirma Líbano.

Además, a nivel paisajístico, este proyecto también ha permitido contemplar el atractivo visual de este complejo fortificado. "Sus 360 grados son espectaculares y se ven reforzados por la altura de la peñas visualizando desde ellas por el este El Abra y toda la costa de Uribe Kosta, Kurtziamendi y el Ermua al noreste, hacia el este Jatamendi y Sollube y hacia el sur toda la cordillera del Munarrikolanda, teniendo a la vista todos los municipios integrantes de Uribe Kosta y Mungialdea", agrega.

En concreto, los elementos encontrados en Santa Marina tienen un gran valor arquitectónico y arqueológico. Un bien cultural a proteger, divulgar y visitar. Así, entre los principales hallazgos se encuentran, como es lógico, diversos cartuchos y, especialmente, uno íntegro fabricado en 1935. También se descubrió un enchufe eléctrico de cerámica y cobre. "Probablemente tenga relación con el sistema de comunicaciones e iluminación de la ermita", apunta Líbano. Pero, sin duda, uno de los hallazgos más asombrosos guarda relación con las guerras carlistas y se trata de una moneda de diez céntimos de cobre de 1870, correspondiente a la época de la I República. "Apareció en el suelo original, es decir en el estrato (SL6), por debajo del estrato correspondiente a los restos de hormigón originados de la dinamitación de los asentamientos tras la guerra, a partir de 1950", indica Líbano. Al mismo tiempo, el equipo de Edestiaurrre también halló una navaja, denominada popularmente como La Pelona, correspondiente a la dotación de los soldados y que, probablemente, "pertenecía a milicianos asturianos". En definitiva, los materiales arqueológicos recuperados otorgan a los expertos "información de las diferentes actuaciones que se han producido desde 1937 e incluso de etapas anteriores a su construcción", concluye Líbano.