El Puerto de Bilbao ha mantenido su sede en el Palacio de Olabarri seis décadas. El edificio principal fue adquirido en 1952 al Consulado Británico por la entonces Junta de Obras del Puerto de Bilbao. La mudanza desde su anterior sede fue por una necesidad de espacio debido a la gran actividad portuaria que Bilbao ya atesoraba en su ría. Pero pronto se quedó pequeño.

El viejo inmueble, aunque de lujo, no cubría las necesidades de oficinas y gestión de una entidad comercial y de transportes que empezaba a crecer de forma tímida pero constante. Tanta, que tan solo cinco años después, el Puerto determinó construir un edificio anexo, como ampliación del anterior, al cual se accedía, y se accede, por la trasera calle Huertas de la Villa.

60 años de actividad

Con ese espacio se mantuvo la actividad de gestión portuaria hasta bien entrado el siglo XXI cuando los barcos y mercantes dejaron de surcar la ría aguas arriba para llegar a los muelles de Bilbao y se quedaron en los nuevos que se han ido construyendo. Fue el presidente de la entidad entonces, Asier Atutxa, quien tomó la decisión junto a su equipo de gestión de crear una nueva sede "allí donde está nuestra actividad", indicó entonces. Además, las estancias y archivos también se estaban quedando muy escasos.

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Eso supuso construir un nuevo edificio de cristal, casi un rascacielos que despunta entre las instalaciones portuarias, y al cual se mudaron en la primavera de 2013.

Desde entonces, el edificio ha tenido un uso residual por parte de la Autoridad Portuaria, mantiene un par de despachos abiertos y el salón de reuniones, pero la entidad ya no podía aguantar más con el coste que supone disponer de un edificio de estas características en cuanto a seguridad y mantenimiento se refiere. De ahí el proceso de enajenación iniciado con el objetivo de venderlo y que, de nuevo, el palacete Olabarri vuelva a tener la vida que se merece.