¿Cuál es el lema que han elegido para este año?

Ni naizena naiz, yo soy yo. Es un lema que lo que busca es poner de relieve que las personas somos como somos y que no tiene que haber ningún condicionante para que seamos de otra forma. Sobre todo este año lo estamos dedicando a la personas trans con todo el cuestionamiento que ha habido con la ley trans. Buscábamos la reivindicación.

Reivindicaciones que vienen precedidas en Bizkaia de agresiones como las de Basauri y Amorebieta que desalientan en el camino recorrido.

—Creo que han sido dos agresiones puntuales más que nada por el histórico de delitos de odio que hay. Es verdad que el Gobierno vasco ha informado de que los delitos de odio están subiendo en cuanto al número de denuncias. Nosotros lo achacamos a que cada vez hay más denuncias y no tenemos que pasar ni una. Desgraciadamente tanto en Amorebieta como en Basauri se han producido dos agresiones violentas, pero sobre todo tenemos que fijarnos también en las microviolencias. En el tema de la mujer lo que son los micromachismos... en los lugares del trabajo, en el colegio, en las cuadrillas. Hacemos ciertos comentarios y tenemos ciertas actitudes que lo único que hacen es menoscabar los derechos de las personas LGBT.

El pasado año quisieron que la sociedad entendiera que el confinamiento que se había vivido era similar a la falta de libertad que padece el colectivo LGBT. Era un mensaje que pedía empatizar.

—Eso es. El año pasado era poner en valor esa realidad y esa sensación de angustia en la que nos sentimos cuando perdimos derechos. Es el día a día en el que se sienten muchas personas LGBT cuando en ámbitos como el trabajo, escuela, o cuadrilla escuchan esos comentarios homófobos y hacen que te tengas que ocultar. El 70% de las personas LGBT lo ocultan en el trabajo. Y eso es por miedo.

¿Usted como miembro de este colectivo siente que Euskadi es una sociedad respetuosa?

—Creo que vivimos en un país en el que la tolerancia es un valor. No tenemos que menospreciar las agresiones que se producen, pero creo que la cultura vasca y la sociedad vasca tenemos un valor bastante importante que es el del respeto a la diversidad. Prueba de ello es que cuando hubo la agresión de Basauri salió todo el pueblo, y creo que toda Bizkaia manifestó su rechazo. Pero a pesar de eso, es verdad que hay actitudes homófobas que lo que tenemos que hacer es ayudar a corregirlas para que como decía, en los entornos que nos vemos en el día a día, podamos actuar con naturalidad y no pensando en que nos van a juzgar.

Ahora que está de moda la palabra desescalada, ¿la sociedad está desescalando hacia la diversidad?

—Fíjese en la programación que tenemos desde Bilbao Bizkaia Harro, que pretende ser un proyecto que tenga programación los 365 días. Hemos puesto en valor unas visitas guiadas en las que se cuenta la historia LGBT y se va a poder ver cómo a través de testimonios de personas que han vivido distintas etapas han ido evolucionando los derechos. Desde que terminó el franquismo hay una desescalada importante y en el momento en el que se van superando ciertos niveles, que haya libertad y no se nos persiga, que el propio Estado no sea represor... a medida que se van dando esos pasos lo que se va es abriendo las necesidades. No solo hay que garantizar los derechos asistenciales y la propia seguridad e integridad de las personas. Tenemos que abordar en un segundo nivel que no se trata solo de sentirnos a gusto en el entorno familiar y social, sino que tengamos programación cultural, que podamos hacer turismo, ser nosotros en el trabajo... de eso se trata ese segundo nivel.

Hacer una programación específica para el colectivo LGBT, hacer fiestas, incluso hoteles exclusivos, ¿no cree que puede llegar a ‘guetizar’ al colectivo en lugar de promover una sociedad inclusiva?

—Me sorprende un poco la crítica que hay a esto. Nosotros reivindicamos a través de una programación cultural, educativa y de ocio o entretenimiento, música. Organizamos talleres para educar a los niños en la diversidad e incluso cuando mostramos cortos de lo que se trata es de reivindicar. Por tanto, yo no definiría el Orgullo como una fiesta en Bilbao donde lo que buscamos es hacer una programación que tenga contenido LGBT. Por otro lado, no va a dirigido a nuestro colectivo. Va dirigido a la sociedad. Que conozca, que la sociedad se anime a participar, porque acercando la realidad a la gente es cuando rompemos prejuicios y clichés e incluso la homofobia que pueda surgir a posteriori. En cuanto a los hoteles, me sorprende cuando hay gente que lo critica. Cuando uno va a viajar busca según el plan que quiere. Si tienes hijos buscas un plan familiar y en el tema LGBT estoy convencido de que hay gente que va a hoteles de público general y otros buscan hoteles gay friendly. Cuando los hay es porque el propio colectivo LGBT lo demanda. Ahora estamos en una fase de reivindicación a otro nivel, en la que decimos: Queremos no solo que no nos persigan, eso ya lo hemos conseguido, sino que la oferta cultural, turística, laboral... aborde mi realidad.

Hay un foro en Bilbao que trabaja de manera reservada por la diversidad. ¿Están ustedes dentro de este foro y en qué fase están?

—Sí, sí. Tenemos un espacio de encuentro de las diferentes asociaciones en el propio Ayuntamiento de Bilbao. Ahora, una de las cosas que hemos acordado es que se quiere hacer un plan sobre diversidad LGBT. Nosotros hemos reclamado que no puede ser un plan que solo afecte al Área de Igualdad, tiene que afectar a la Policía Municipal que son los que gestionan los delitos de odio, involucrar al Área de Acción Social por si fuera necesario y también al Área de Cultura para que haga una programación.

¿El primer paso puede pasar por conocer cuánta gente pertenece a este colectivo?

—Tenemos que aterrizar, ver qué situación tenemos y qué tenemos que hacer. Además aquí en Bilbao hay tensiones.

¿Ve necesario un observatorio de LGBTIfobia?

—Creo que son necesarias políticas de igualdad de LGBT y que las instituciones se involucren de verdad. Que asignen partidas presupuestarias. Si creas un observatorio pero no se cree en él no tiene sentido. Lo que se debe hacer es trabajar en serio con asignación presupuestaria a áreas concretas para analizar la realidad... Hay que establecer una estructura y ahí se vería.

¿Siente que la sociedad es condescendiente con ustedes o es cada vez más empática?

—No tenemos que buscar que la gente sea empática. Tenemos que buscar que la gente respete. No se trata de que te caiga mejor o peor y por eso te pueda agredir. Yo soy yo es una cuestión de respeto.

¿Cuál es su reacción cuando se entera de una agresión como la de Basauri?

—Rabia. No entiendo que alguien pueda llegar a agredir por ser diferente. Si no te gusta no mires. En el fondo es que se sienten superiores.

¿La política está a la altura de la realidad social?

—A nivel español la política ha dado un espectáculo bochornoso con la ley trans y ha puesto en la picota a personas a las que solo les ha hecho que les señalaran. Pero quiero pensar que tanto a nivel estatal como vasco hay voluntad. Aquí, los partidos políticos tienen voluntad y se muestra cuando el PNV y el PSE aprueba declaraciones o están trabajando en la ley trans de Euskadi o lo llevan en el programa de Gobierno y también son sensibles los partidos de la oposición salvo uno que apenas tiene representación.

¿La expresión salir del armario le resulta ofensiva, caduca o aceptable?

—A todo se le da un nombre. Y para expresar esto se le ha dado la expresión salir del armario. En realidad nadie tiene que reconocer qué es. Se tendría que hacer con naturalidad porque nadie dice: Hola soy heterosexual. ¿Por qué debe hacerlo un gay, un trans? Pediría respeto y que las instituciones se comprometan.

“No solo hay que garantizar los derechos, estamos en el nivel de tener una programación 365 días”

“No entiendo que alguien pueda agredir por ser diferente, en el fondo es gente que se siente superior”

“En este país la tolerancia es un valor, sin menospreciar las agresiones que todavía se producen”