Sus aportaciones traspasan fronteras. Los frutos palpables de su esfuerzo no se quedan exclusivamente en su barrio o en su distrito sino que hacen realidad aquel viejo dicho de Por el pueblo y para el pueblo. Son siete mujeres, pero podrían hacer sido más. Y sus contribuciones en el ámbito del emprendimiento, el activismo, la política, el arte y la cultura,€ han sido merecedoras del reconocimiento público del Ayuntamiento de Bilbao. Mathilde, Maylin, Fara, Lidia, Doris Adriana, Porciana y Nilda son, sin saberlo, tejedoras de sueños y ejemplo de vida para las nuevas generaciones de bilbainas.

El botxo es su casa aunque hayan nacido a miles de kilómetros. Sus vidas están ligadas a Irala, a Bilbao La Vieja, a las Siete Calles,€ Y su futuro también. Ni ellas ni sus familias lo imaginan de otro modo; tampoco la Villa, cuyas calles, plazas y barrios perderían su tono cosmopolita y mundano a la vez. Porque como enfatizaba Farah Ben Ali (emprendedora en el sector de la moda) "el premio para mí es ser una parte del pueblo. La mejor cultura del mundo es compartir".

Lo decía poco después de haber recibido en la Sala Consistorial el premio Reconocimiento a Mujeres Migrantes, un galardón promovido por el Consejo Local de la Inmigración para distinguir acciones que favorezcan la inclusión, la tolerancia y la convivencia desde la diversidad cultural, y en la que valores como la justicia social, el respeto a los Derechos Humanos, la inclusión, el compromiso, la solidaridad y la participación están siempre presentes.

Todo un catálogo de valores sobre los que Bilbao quiere consolidar su proyecto de ciudad del siglo XXI abierta e inteligente, igualitaria, solidaria e intercultural. Y sin perder nunca la perspectiva de género en todas las acciones y políticas públicas. Tal y como recordaba Alba Nury Orozko, representante del Consejo Local de Inmigración del Ayuntamiento de Bilbao y de la Asociación Sierra Maestra, desde la primera edición de estas distinciones en 2019, "quisimos reconocer la importancia de la presencia de la mujer migrante en la vida social y pública de Bilbao. Pero también vimos la necesidad de generar escenarios de referencia y reconocimiento de la diversidad en nuestra ciudad".

Tras las felicitaciones a las mujeres galardonadas, la concejala de Cooperación y Convivencia Itziar Urtasun ha destacado "el papel esencial de las mujeres como profesionales, lideresas, pensadoras, políticas y emprendedoras" al tiempo que son también pieza esencial para el bienestar y desarrollo de sus familias y de otros círculos sociales. Desde el Consistorio quisieron poner el foco en este colectivo de mujeres migradas porque, a su juicio, "requiere de medidas específicas de actuación tendentes a promover su visibilización, reconocimiento y garantía del principio de igualdad en el acceso a derechos".

COMUNIDAD Y DERECHOS

Una idea en la que insistieron varias de las mujeres premiadas. Fue el caso de la colombiana Doris Adriana Abonia, alma mater de Emigrados Sin Fronteras y desde hace 5 años, integrada en el proyecto activado por el Gobierno vasco para la Protección de líderes y lideresas amenazados por su defensa de los Derechos Humanos. A su juicio, es necesario pasar de las palabras a los hechos con iniciativas "para que el colectivo inmigrante sea mas visible en instituciones públicas. La inmigración seguirá estigmatizando y estereotipando de lo contrario. Necesitamos que sea mucho mas visible. Tenemos mucho que aportar a la comunidad", apostillaba.

El Consejo Local de Inmigración ha contribuido a facilitar esa mirada a multitud de acciones y programas municipales, pero hay margen de mejora. Eso sí, tal y como reconocía Lidia Kinson (de Guinea Ecuatorial y bilbaina desde 2007) "la participación es importante en la inclusión. Solo así se visibiliza la diversidad real que existe en Bilbao. Lo que no se ve o no se dice no existe" expresaba esta agente social, política incluso, y sobre todo fiel defensora de la interculturalidad.

El hecho de ser parte de un partido (es afiliada al PNV desde el año 2012) le ha ayudado a servir como puente entre este, su comunidad africana y la comunidad migrada. Otra de esas mujeres que trabaja desde su barrio de Irala por un futuro mejor es Mathilde Gros, entregada al trabajo comunitario. En especial, en todo aquello relacionado con la educación infantil. Y es que para ella, "la igualdad de oportunidades entre personas desde la infancia, así como el derecho a acceder a una educación pública de calidad, son los principales elementos transformadores".

Otra de esas opiniones imprescindibles es la de Maylin Vergara.

Emprendedora por naturaleza, esta cubana ayuda en la transformación personal y profesional a mujeres venidas de otros países. Trata de despejar de obstáculos ese camino hacia el empoderamiento "desde el autoconocimiento". "Las sociedades emprendedoras son libres. Venimos por cumplir un sueño, algunas se quedan por el camino y mi objetivo es recuperarlo", resumía.

Otra de esas mujeres que centra su día a día en ayudar a otros es la angoleña Porciana Ntoto Paulina. Presidenta de la Asociación de Inmigrantes en Movimiento, se dedica a apoyar a esas personas refugiadas, la mayoría de origen subsahariano, que llegan a la capital vizcaina. "Animo a otros jóvenes a que se impliquen en ayudar y se acerquen a estas personas que vienen a una ciudad en la que no tienen familia, solo la comunidad que encuentran". Como le pasó a la argentina Nilda Diarte, en Bilbao desde 2003 y que encontró en el teatro feminista y reivindicativo un modo de vida y una forma de transmitir. "Que te reconozcan en la ciudad donde naciste es impresionante pero que lo hagan a doce mil kilómetros es precioso".