El mundo laboral y el formativo no siempre encajan en el puzle del desarrollo vital de la persona. En general, siempre es necesario un periodo de adaptación a la realidad de cada empresa y actividad, más allá de la titulación con la que se llama a la puerta de la carrera profesional. Ese proceso también tiene un recorrido a la inversa: Destrezas adquiridas tras años de experiencia pero que no tienen un reconocimiento académico porque el empleado, por diversos motivos, se ha asentado en un puesto de trabajo por su buen hacer sin haber cursado los estudios oficiales. No es algo nuevo, es el eco de las escuelas de aprendices que a mediados del siglo pasado adaptaban como un guante la mano de obra a las necesidades de las compañías y garantizaban una carrera profesional. La novedad es que ahora hay un programa que permite acreditar los conocimientos y las destrezas del trabajador, con el objetivo de allanar un recorrido que requiere cada vez más años de cotización hasta la meta de la jubilación.

Begoña Pereda Hormaeche. MARKEL FERNÁNDEZ

La herramienta que lo hace posible es PEAC (Procedimiento de Evaluación y Acreditación de Competencias), que permite obtener certificados profesionales de grados medios y superiores de Formación Profesional. La viceconsejería de FP del Gobierno vasco lidera los procesos, pero son los centros formativos referencia en cada rama los que asumen el papel de juez en la aprobación de las calificaciones de conocimientos, que son válidas en todo el Estado. La Confederación Empresarial de Bizkaia, Cebek, y los centros de FP son los encargados de guiar a los profesionales en el camino en Bizkaia. Begoña Pereda, técnico de Formación Profesional de la patronal vizcaina, explica a DEIA las claves de esta iniciativa, que ya ha permitido la acreditación de 2.500 personas en 15.000 unidades de competencia en Euskadi. Más del 60% se han aprobado en Bizkaia.

Profesiones

El programa está dirigido a actividades productivas ligadas a grados medios y superiores de FP e incluye 23 familias profesionales. Actividades físicas y deportivas, administración, marketing, construcción, hostelería, alimentación o servicios socioculturales son algunos de los campos de actuación con mayor demanda.

La patronal vizcaina empezó a colaborar a finales de 2022 con el Departamento vasco de Educación en la difusión del programa entre las empresas. Es una iniciativa que lleva en marcha 15 años, pero en 2022 se aprobó una modificación de la ley para que “sea un procedimiento más ágil y accesible”, explica Pereda.

Las motivaciones para solicitar las acreditaciones profesionales son “muy diversas” y el interés puede venir tanto del trabajador como de la compañías. “Hay casos en los que la empresa lidera el proyecto porque considera que cualificar los puestos puede motivar a la plantilla”, indica la técnico de Cebek. También hay casos en los que la firma necesita presentar una acreditación laboral en una licitación y tiene puestos de trabajo con mucha experiencia y conocimientos sin reconocimiento. Y hay profesiones que han empezado a regularse recientemente. Por ejemplo, actividades del ámbito deportivo, donde hay profesionales con gran experiencia, que no han cursado los títulos actuales. Todo ello sin olvidarse de que las acreditaciones posibilitan la “promoción interna y el desarrollo laboral” de empleados, subraya Pereda.

Mary Rodríguez posa frente a la sede de UhagonLan en Indautxu. MARKEL FERNÁNDEZ

Mary Fernández, técnico de asistencia sociosanitaria a domicilio de 41 años de edad, afirma que lograr una acreditación a través de PEAC le ha cambiado la vida.

“He mejorado en el trabajo con el reconocimiento. Me ha supuesto además un gran cambio laboral y personal, porque antes me dedicaba a diferentes trabajos. Ahora tengo, otros horarios, con otras ventajas, el sueldo por ejemplo. Voy a diferentes domicilios, pero me dedico a una actividad, que es la mía y la que me gusta, atención sociosanitaria domiciliaria. Antes tenía que ir además a limpiar una casa o a una lonja”, explica.

El proceso para lograr la acreditación “ha sido llevadero” aunque se prolongó desde junio a diciembre del año pasado. Cada semana atiende a once personas de lunes a viernes, con algunos está dos días y con otros tres, pero puede organizarse cada día y los traslados desde Lutxana-Barakaldo, donde reside, hasta Bilbao.

“Esto me da estabilidad pensando en el futuro, en la jubilación. Todavía me queda un tiempo, mucho, tal y como van las cosas, pero por lo menos conozco el camino que voy a seguir hasta retirarme”, añade esta empleada de UhagonLan, una compañía con 17 años de experiencia en la silver economy. La experiencia ha sido “muy positiva” y recomienda entrar en el programa, “porque cambia la vida”.

Unilever, una multinacional de la alimentación que tiene una planta en Leioa, es una de las compañías que más ha apostado por el programa. Ha certificado la experiencia de casi 90 personas, un porcentaje muy alto de una plantilla que no ha dejado de crecer en los últimos dos años y que ronda en estos momentos las 200 personas, muchas de ellas con la titulación requerida para el puesto.

En el caso de Unilever, la empresa buscaba “alternativas de formación a medida”, pero se habían topado con un muro: no podían dedicar recursos e instalaciones al proceso ya que se trata de una planta que trabaja a turnos. Además, el programa de acreditación profesional no se ajustaba a sus necesidades, ya que los cursos se lanzaban cada año, de forma que había que esperar a que saliera la convocatoria requerida y podían pasar “doce años”, subraya Iratxe Izaguirre, técnico de Recursos Humanos.

Todo cambió cuando se abrió el programa de forma que cada compañía pudiera solicitar certificados de FP en cualquier momento. La planta de alimentación de Leioa, que saca al mercado marcas de mayonesas, salsas y ketchup como Hellman’s, Calve, Ligeresa y Knörr, aprovechó esa ventana y de forma gradual ha logrado la acreditación formativa de la mayoría de los trabajadores que no disponían de ella. En su caso se trata del certificado de profesionalidad de fabricación de conservas vegetales. El pero, en su caso, es que se han quedado a un 33% del certificado de FP. Aun así, hay personal que lleva casi dos décadas trabajando y ha conseguido que “se reconozca oficialmente todo su trabajo y eso es muy motivador”.

Leticia del Río, trabajadora de Unilever y administrativa de formación, no dudo en entrar en el programa. “Cuando nos lo ofrecieron, la gente era reticente: Voy a tener que ponerme a estudiar ahora. Y fue muy sencillo, presentamos los títulos, los estudios, y luego tuvimos una entrevista personal con el responsable del centro de FP y demostrarmos los conocimientos. Cuando pasamos esa primera criba, la gente se animó”, explica.

Del Río esta convencida que la acreditación profesional es una salida para la gente más joven de la compañía, aunque ella, por edad ya piensa en jubilarse en la compañía: “Cuanto más reconocimiento tengas a tu trabajo más posibilidades tienes de desarrollo”. La responsable de RR.HH. de la compañía compara el reconocimiento profesional por experiencia con un seguro de salud. “ Si estás sano mejor, pero, si lo necesitas, ahí lo tienes”, apostilla.

Familias profesionales

23

Actividades físicas y deportivas

Administración y gestión

Agraria

Artes gráficas

Comercio y marketing

Edificación y obra civil

Electricidad y electrónica

Energía y agua

Fabricación mecánica

Hostelería y turismo

Imagen personal

Imagen y sonido

Industrias alimentarias

Informática y comunicaciones

Instalación y mantenimiento

Madera, mueble y corcho

Marítimo pesquera

Química

Sanidad

Seguridad y medio ambiente

Servicios socioculturales y a la comunidad

Textil, confección y piel

Transporte y mantenimiento de vehículos