En realidad el éxito de esta receta es uno de esos secretos a voces: comer bien, hacer deporte y tener siempre a mano el famoso escudo social que conforman la familia, las amistades… Esta es la forma ideal para eclipsar a esa etapa de especial debilidad en la vida súperadulta, cuando los achaques propios del paso y el peso de los años van haciendo de las suyas en la salud física y también en la mental. La línea a seguir ya está marcada. Lo ha hecho un equipo de profesionales sanitarios a orillas del bravucón Cantábrico, en el Hospital de Gorliz; en concreto desde la segunda planta de este centenario complejo asistencial.
Geriatras, fisioterapeutas y personal de enfermería con formación específica en la atención sanitaria a personas mayores –entre otros– son su mejores embajadores. Y no dudan en vender las bondades de este modelo de atención que verdaderamente se centra en la historia clínica y personal de ese hombre o esa mujer allí ingresados. De algún modo, se ponen en la piel de esa persona de edad avanzada y enferma sí; con problemas de movilidad o neurológicos también, pero con ganas de seguir mirando hacia el horizonte. En lenguaje clínico hablan de comprender al paciente geriátrico y sus necesidades, y de saber gestionar su impacto psicosocial. Lo que traducido vendría a significar mejorar la calidad de vida de esa persona hospitalizada a través de una dieta adaptada, ejercicios personalizados y la implicación del circulo familiar y allegados. Todo bajo la atenta mirada del equipo de Geriatría que “asume un papel clave” en todo este proceso de recuperación.
De hecho, el enfoque geriátrico es integral. Lo abarca todo gracias, precisamente a esa valoración clínica que permite determinar y ajustar la terapia. El objetivo que se persigue es que esos pacientes mayores frágiles no sufran un deterioro funcional y pierdan calidad de vida cuando su periodo de ingreso hospitalario haya finalizado. “Que su estancia en el hospital no implique un deterioro en sus condiciones de vida anteriores y se reintegren a su entorno social en las mismas condiciones que tenían a su entrada en el medio hospitalario”, resumían desde la propia Osakidetza, consciente de que esta forma de responder a una urgencia médica funciona y puede ser exportada a otros centros y a otros recursos asistenciales de la red vasca.
“La atención al paciente mayor frágil se realiza coordinada por médicos geriatras, a través de un equipo compuesto por personal de Osakidetza perteneciente a diversos ámbitos, como son el de profesionales de enfermería, auxiliares de enfermería, celadores, farmacia, fisioterapeutas, dietistas, y trabajadores sociales junto a otros médicos especialistas”, resumían desde la Dirección del centro. “Hemos pasado de tratar complicaciones a anticiparnos a ellas, lo que nos permite mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”, explicaba hace unos días Nerea, enfermera en el Hospital de Gorliz.
El proyecto de la Unidad se inició en el segundo semestre de 2023 y ha desarrollado su actividad a lo largo de 2024. Y es en este momento cuando pueden empezar a ofrecer datos de su actividad asistencial. Así, la estancia media por paciente es de 12 días, con una media mensual de 40 ingresos. En el conjunto de su año y medio de actividad ha atendido a aproximadamente a mil pacientes.
Sin embargo, más allá de los fríos datos estadísticos, es en el aspecto humano donde se perciben los mayores avances. “Las y los pacientes y sus familiares son ahora plenamente conscientes, gracias a su propia participación en el proceso, de que aspectos como el ejercicio, la alimentación y el autocuidado (el aseo y cuidado de la piel) son elementos clave para no avanzar hacia un estado de dependencia en salud”, subrayaban.