Edi Figueiredo es un joven de 29 años que hace ocho llegó a Euskadi desde su Angola natal con la esperanza de mejorar su situación personal y profesional en la Europa que desde niño le había impuesto un sistema de enseñanza occidentalizado y unas referencias culturales alimentadas durante décadas desde el colonialismo. Un continente que le dio un trabajo profesional en una empresa de referencia en Euskadi como Elecnor que le formó con los criterios técnicos que curiosamente ahora no le son homologados por las instituciones académicas que avalaron su formación.
Ahora mismo, Figueiredo -tras su paso inicial por el voluntariado y el asociacionismo en algunas de las siglas más representativas dentro de la lucha por la inmersión de los inmigrantes- está implicado en un activismo antirracista que pretende visibilizar las contradicciones del primer mundo en su trato hacia los antiguos colonizados.
Y lo hace en eventos como el que ayer desarrolló el grupo Zapalan Elkartea -con la colaboración de Follow the party-, en el colegio público La Escontrilla de Trapagaran, que buscó fomentar la interculturalidad entre el pueblo africano y el vasco, en un ambiente lúdico y festivo donde poder compartir los sonidos sabores y experiencias de ambas culturas.
“El objetivo primordial de este encuentro, el primero que se lleva a cabo en Meatzaldea, es fomentar el entendimiento cultural y promover el conocimiento y la apreciación de las diversas culturas africanas a través de actividades interactivas y educativas”, apuntó David Torre de Zapalan Elkartea, una asociación socio-comunitaria sin ánimo de lucro que atiende a personas en situación de vulnerabilidad y a la comunidad en general, desarrollando su plan de acción en las localidades alavesas de Respaldiza y Laudio, en la ciudad de Orduña y en el municipio de Trapagaran, donde radica su sede principal.
Unos principios que inspiraron la creación de este Afrika Taupada con el que se quiso celebrar la diversidad creando un espacio “donde se celebre la riqueza de las tradiciones africanas, desde la música y la danza hasta la gastronomía, para que los asistentes puedan experimentar la diversidad cultural”, explicó David Torre.
Sensibilización El encuentro era además una oportunidad para sensibilizar a la ciudadanía sobre el racismo y la necesidad de trabajar en la cooperación. “Cuando la persona tiene una red social, más allá del apoyo económico de rescate ante una situación de desolación a la que se enfrentan cuando llegan, una persona en situación de vulnerabilidad, si consigue una red social, un apoyo social, deja de ser vulnerable”, planteó la activista de Zapalan Elkartea, Verónica Cid, que tomó parte en una charla informativa que abordó el racismo y la importancia que tiene la interculturalidad, para fomentar un diálogo abierto y constructivo entre los participantes.
Una charla en la que se defendió la necesidad de facilitar un ambiente inclusivo donde personas de diferentes orígenes se sientan bienvenidas y valoradas, fortaleciendo la cohesión social. Una labor que debe empezar en las aulas, tal como remarcó Edi Figueiredo, quien denunció que interculturalidad “no es que les ponemos en el mismo colegio a los autóctonos y a los inmigrantes sí no que se aborde un diseño curricular donde por ejemplo al hablar de África no solo se conozca la versión que da el mundo occidental de lo que fue la colonización y explotación del continente sino que los propios africanos podamos aportar nuestro punto de vista y contar lo que allí hacemos. Aquí solo se habla de que venimos en patera y de lo que robamos, como si eso fuera una vedad absoluta”, reprochó Edi.
La jornada pretendía además fomentar la creatividad y la expresión artística a través de talleres de baile o exhibiciones de tambores, o música en vivo y apoyar a emprendedores y artesanos africanos ayudando al tiempo a los niños a desarrollar una mentalidad abierta y respetuosa hacia otras culturas.