¿Cómo les influyen Instagram o TikTok? ¿Hay que vigilar sus perfiles? ¿Qué hacer si el uso es excesivo? La asesora pedagógica Mariñe Soto, que ha ofrecido recientemente en Bilbao una charla sobre adolescentes y redes sociales organizada por el Ampa del Instituto Unamuno, responde a estas y otras inquietudes de las familias.

¿A qué edad aconseja abrir la espita de las redes sociales?

Cuanto más tarde mejor. Es ideal pensar que van a aguantar hasta los 16 años. Con 13 habrá chavales que no tengan capacidad para gestionar determinadas situaciones que pueden ser complejas y otros que tengan mayor capacidad. De la misma forma que cuando aprenden a andar les llevamos de la mano, no podemos abrir la espita a todo, tenemos que ir acompañando ese proceso.

¿Hoy en día si no tienes Insta en el insti eres un “pringado”? 

No. Para quien ya tiene ese sentimiento de “pringado”, que tiene dificultades con las relaciones, seguramente el no tener Instagram sea un elemento que puede agudizar ese sentimiento, pero en un chaval consolidado en su posición social no tener internet no va a ser juzgado ni valorado como algo negativo.

¿No permitirles acceder a ellas es condenarlos al aislamiento?

Tampoco. Partiendo de la base de que sí es un elemento de relación de hoy en día, de contacto, podemos buscar otros medios. Si en Instagram creo que puede tener determinadas situaciones complicadas, puede ser a través del mío o de otro tipo de recursos que a lo mejor no le satisfacen totalmente. Para ellos una negativa es una frustración. Acompañar procesos es complicado.

Se les achaca el empeoramiento de la salud mental, el fracaso escolar... ¿Han hecho mucho daño las redes sociales a los adolescentes?

Tienen riesgos, pero el foco hay que ponerlo en qué relación establece cada persona con ese medio, en las situaciones individuales. El fracaso escolar no va a llegar solo por usar redes sociales, aunque puedan favorecer la distracción.

¿Cuáles son sus mayores peligros?

Son elementos muy atractivos, lo que hace difícil que digan: “Llevo dos horas, voy a parar”. Otro riesgo es que es una ventana abierta a situaciones que desconocen. Si no tengo criterio suficiente y tengo problemas con mi imagen o dificultades de aceptación, puedo encontrar en las redes situaciones que me puedan complicar el desarrollo funcional. 

También tendrán algo bueno, ¿no?

Son una herramienta de comunicación, de información, aunque muchas veces no sabemos dónde está la realidad. Es fundamental favorecer el espíritu crítico para que miren lo que les llega con distancia. 

A muchos jóvenes les sirven para evadirse de sus problemas. ¿Son sus ‘tranquilizantes’?

Podría ser. Mientras estoy ahí y no pienso, no reflexiono, no reviso, puede ser una fuente de evasión. 

¿De qué manera esa conexión virtual les aparta de la familia?

Hay muchas familias muy preocupadas por el tiempo que les absorbe la conexión a través de las redes. Siempre que hay un exceso, genera aislamiento, para las familias es un vacío. A veces no somos lo suficientemente contundentes respecto al tiempo, a la norma. Si abrimos una espita, después regular lo que se puede estar convirtiendo en un problema se vive como un castigo, que suele ponerlos en contra. Si siempre he podido y ahora no puedo, esa restricción no se vive como una forma de vamos a ver si podemos revisar qué está pasando en casa.

Detrás de un adolescente que le dedica al móvil 8 horas al día ¿hay un problema de salud mental?

Ocho horas al día es excesivo. De partida no tiene por qué haber ninguna problemática. Puede haber otro tipo de situaciones: qué busca, qué le dan las redes, qué necesidad está cubriendo con todo ese tiempo. El tiempo que emplea en el móvil deja de hacer algo que a lo mejor le correspondería. En esa medida, puede generarnos un problema.

Hay chavales que no tienen con quién jugar porque sus amigos están enganchados al móvil.

Es triste, pero también puede que no me interese el fútbol y me encuentre solo. Acompañar esos procesos a veces es doloroso, pero igual tienen afinidad con otras personas. Si yo intento que no esté tanto tiempo y esto hace que no entre en determinados circuitos, tengo que revisar un poco esa situación.

¿Influyen las redes negativamente en el rendimiento académico?

Es un distractor muy potente. Aunque yo tenga a mi lado el móvil y esté en otra tarea, es verdad que mi mente está pendiente de si suena, de si miro de vez en cuando.

“Nos asusta hasta qué horas están conectados y la familia muchas veces no se entera. Es esencial que en el espacio de sueño no entre el móvil”

¿Les roban horas de sueño hasta el punto de dormirse en clase?

En nuestra experiencia con chavales a veces nos asusta hasta qué horas pueden estar conectados y las familias muchas veces no se enteran. Que los móviles no entren en los espacios de sueño es una norma que deberíamos poder generalizar.

Se levantan y acuestan con el móvil. Llegados a ese punto, ¿qué pueden hacer los padres?

A veces están asustados y podemos lanzar ideas que les resulta complicado hacer porque han perdido capacidad de autoridad. Una vez que la dificultad está, revertirla no se va a vivir bien. No es que tú tienes un problema, sino que en casa hemos llegado a un punto en el que hay demasiado móvil presente, por lo que hay que establecer horarios en los que no haya conexión por parte de nadie, ni adultos ni hijos. Mantener una postura contundente nos exige ver primero cómo hacer esto, qué va a pasar, en qué momentos.

“A veces el control parental genera cierta dependencia. Si un día no lo tienes, ese manejo de ahora qué hago si no me contesta...”

¿Qué preocupaciones le suelen mostrar los padres y madres? 

Hay personas que no tienen redes y se les hace difícil entender cómo les pueden afectar a sus hijos, cómo actuar, si debe haber un control, si tienen que meterse en las redes de sus hijos... Muchas veces la duda es hasta dónde entrar en su intimidad.

¿Y se debe curiosear en sus redes?

Con 12 o 13 años, que se conecten a través de nuestras conexiones. Pueden tener acceso, pero acompañado. El control parental no nos exime de que vayan teniendo conciencia del tiempo que están y para qué. A veces el control parental genera una situación de dependencia para las familias terrible. Si un día no lo tienes, ese manejo de ahora qué hago si no me contesta... En la adolescencia lo más difícil es la pérdida de control de las familias, cómo trabajar la confianza, ese es el reto.