El mes de septiembre se asocia a la vuelta al cole. Librerías, papelerías o tiendas de informática han vivido, y en muchos casos siguen haciéndolo, unas semanas frenéticas para que escolares, estudiantes de Secundaria y universitarios inicien el cursos perfectamente equipados. Pero el final de las vacaciones también conlleva un incremento de la actividad en otro tipo de establecimientos. Es el caso de las ópticas. Y es que el retorno a las clases, en el caso de los más jóvenes, y al trabajo, en el de los adultos, es el caldo de cultivo perfecto para que se manifiesten problemas visuales que, durante los meses de asueto, han permanecido latentes. Tras un agosto en el que el movimiento es más bien escaso, las ópticas vizcainas pasan de 0 a 100 para atender a quienes necesitan de una puesto a punto de su salud visual.
En el caso de MaldeOjo Optika Atelier, este desembarco se realiza en dos fases. “Ahora sobre todo viene gente adulta, que trabaja en oficina, con ordenador. Suelen presentar presbicia y otros problemas refractivos y no quieren esperar”, señala Imanol Carretero, responsable de este establecimiento del Casco Viejo bilbaino.
Más hacia octubre y noviembre llega el aluvión de estudiantes que, en esta fase inicial del curso, detectan que algo no funciona bien en su vista. “Antes la mayoría de los casos eran de miopía, hipermetropía o de ambliopía, el típico ojo vago. Pero eso ha cambiado”, sentencia Carretero. “A día de hoy, el mayor problema es acomodativo. Es gente joven que no enfoca bien de cerca, que es lo que pasa cuando de mayor llegas a la presbicia”, añade. Hay una explicación para dicho fenómeno: “El motivo es el abuso del trabajo de cerca con móviles y tablets, además de la falta de paseos al aire libre, en los que la mirada se enfoca a distancias más lejanas. No lo digo yo, lo dicen los expertos”.
A la hora de plantear soluciones, el encargado de MaldeOjo señala: “Lo ideal es que esa persona esté menos horas frente a pantallas, pero eso es muy difícil. Si hay algo de graduación, se pone la corrección. Y a veces, aconsejamos la terapia visual. En ese caso, derivamos al cliente a algún centro donde la realizan, para que le apliquen el tratamiento correspondiente”.
Ese es un servicio que prestan desde hace años en Instituto Óptico. “Aparte de los problemas refractivos, hay otros que pueden ser de coordinación de la visión binocular, de vergencias, musculares, acomodativos… Ese tipo de casos se solucionan con terapia visual. El optometrista determina cuál es el problema que tiene el niño y le puede prescribir unas gafas o unas sesiones de terapia basadas en diferentes ejercicios”, señala Koldo Atxotegi, responsable de esta cadena de ópticas que en Bizkaia cuenta con centros en Durango y Amorebieta.
También en Instituto Óptico constatan un mayor movimiento a finales de septiembre y en octubre, una vez iniciadas las clases. Los problemas más recurrentes en estudiantes “suelen ser refractivos, de hipermetropía o de miopía”. Para esta última patología, aplican una terapia refractiva llamada control de miopía, como apunta Atxotegi. “La miopía suele empezar sobre los 12 años y normalmente crece hasta los 24. Antes, cuando había un niño miope, se le corregía con gafas normales. Hoy en día, con unas lentes oftálmicas o de contacto especiales, podemos lograr que la miopía suba mucho menos de lo que aumentaría en caso de no hacer nada, incluso la mitad. Para su futuro, hay mucha diferencia entre acabar con una miopía de 3 dioptrías o de 6”.
Mientras esperan a ese aluvión de jóvenes estudiantes, en Instituto Óptico atienden a un buen número de personas de más edad que acaba de reincorporarse a su puesto de trabajo: “El parón vacacional se nota mucho. Hay cantidad de gente que, cuando vuelve, se da cuenta de repente que tiene presbicia, que ve borroso de cerca y acude para ponerse gafas de cerca para el ordenador y la lectura”.
No es diferente la situación en Óptica Basurto, donde el regreso a la rutina también se deja notar. Susana Rodríguez, copropietaria del establecimiento, remarca la fuerte demanda que tiene el filtro azul: “Sobre todo en estas fechas de vuelta al trabajo, muchos clientes vienen a hacerse gafas con este tipo de lentes para protegerse de los dispositivos informáticos y evitar la fatiga visual”.
Esta es una solución que, del mismo modo, se aplica mucho en adolescentes por su intenso uso de las pantallas. Es un tipo de cliente que también abunda en septiembre: “A muchos les graduamos a finales de curso, en junio, porque viene refiriendo síntomas como dolores de cabeza, visión borrosa de lejos… Solemos dejar que descansen durante el verano y que vuelvan ahora para una revisión, a ver qué tal han evolucionado”.
Y aunque los días de playa y piscina tocan a su fin, las gafas de sol siguen teniendo tirón. “En septiembre solemos tener liquidación de stock con gafas a buen precio y se venden bien”, remata Rodríguez.