Hay jornadas que reflejan el espíritu y el carácter de un municipio y la celebración de San Nikolas muestra una pequeña parte de la forma de ser y de la tradición de los jarrilleros. Y en especial de sus cuadrillas. Ayer, como cada sábado más cercano al 8 de septiembre, centenares de personas llenaron hasta los topes el paseo de La Canilla para celebrar junto a sus más allegados y con buena gastronomía, una jornada que celebran, por igual, mayores y jóvenes, muestra de que la tradición sigue y no hace más que crecer y crecer.
Los más madrugadores fueron el viernes a reservar su sitio para vivir esta celebración desde un punto privilegiado de La Canilla. Unos de esos equipos madrugadores fueron los miembros de la cuadrilla Tajuz Txo. “Vinimos algunos el viernes a las 18.30 horas y hoy [por ayer] algunos hemos venido hacia las ocho de la mañana. Esta es una jornada muy bonita y especial”, señalaron desde esta cuadrilla que lleva cerca de cuatro décadas disfrutando de San Nikolas. Ellos, junto a otras cuadrillas de la villa, pusieron todo de su parte para reflotar esta fiesta en sus momentos más delicados. “Eso hace que sintamos más orgullo aún cuando vemos a tantas cuadrillas jóvenes y a nuestros hijos disfrutar de esta fiesta”, indicaron los integrantes de esta cuadrilla que iba a reunir a 14 personas para comer. El buen momento de San Nikolas se veía reflejado en el número de carpas de cuadrillas que se instalaron en La Canilla: el mar de toldos llegaba casi hasta la muga con Sestao.
Sin lugar a dudas, el momento de la comida es el instante clave de esta celebración, pero antes, a lo largo de toda la mañana, fueron calentando motores y, también, como no podía ser de otra manera, las parrillas y putxeras. Tras el inicio oficial de la fiesta a las 10.00 horas, se pudo disfrutar de las primeras pruebas de cuadrillas y como San Nikolas es una fiesta para todas las edades, los txikis también contaron con su espacio. Desde las 11.30 horas, se pudo gozar de diversos hinchables que levantaron mucha expectación, tal y como quedó reflejado en las largas colas que se generaron para que niños y niñas pudiesen disfrutar de estos juegos.
Poco a poco, la matinal fue ganando en temperatura y, a la vez, que los más rezagados empezaban a llegar a La Canilla con sus sillas y hamacas, los txistularis de Portugaleteko Txistuzaleak y Portugaleteko Danborrada fueron dando ritmo a un mediodía en el que, también, los gigantes de la compañía Zubira fueron protagonistas. El deporte tuvo su espacio propio con una exhibición de herri kirolak que atrajo a muchas personas
A medida que se acercaba la hora de la comida, el ritmo de la fiesta se aceleraba como es tradición. Llegó la hora de comer y las cuadrillas y familias portugalujas se reunieron en torno a una mesa y volvieron a disfrutar juntos de esos momentos. Instantes que son impagables y que hacen de esta jornada un día muy esperado a lo largo de todo el año. Aunque aparecieron numerosos nubarrones, la lluvia no hizo acto de presencia y tras la comida llegó una larga sobremesa. La fiesta volvió a ir tomando ritmo a lo largo de la tarde y a la noche se fue cerrando la fiesta con la bajada de cuadrillas y la romería.