Un libro recoge la trayectoria de José Arechabala en Cuba
Allí levantaría un imperio empresarial cuya trayectoria recoge en un libro su bisnieta María Victoria Arechabala
En respuesta a la pregunta de sus allegados sobre el legado familiar se explaya a lo largo de 375 páginas. Cómo resumir de otra manera la trayectoria de Arechabala Azúcar y ron entre 1878 y 1959... Porque ¿quién no conoce Havana Club? María Victoria Arechabala Fernández, bisnieta de José Arechabala Aldama (1847-1923), reconstruye en un libro el sueño de un joven que arribó a Cuba procedente de Gordexola el 29 de julio de 1862 y terminó forjando un imperio empresarial. La puesta de largo del proyecto ha propiciado un emotivo reencuentro cinco años después de reunirse en las fiestas de San Cosme y San Damián. El edificio consistorial frente al cual se inmortalizaron entonces para las cámaras de DEIA acogió el acto de presentación. Para ellos es Villa Carmen, la casa que una vez perteneció a la saga.
Para llegar hasta ahí “en 2017 con ocasión de un viaje a Cuba mi amiga Lourdes Urrutia me presentó a Eduardo Álvarez Blanco, historiador oficial de Cárdenas entre 2002 y 2010”. Su punto de vista animó a incluir la perspectiva empresarial, “tan relacionada con el desarrollo de la ciudad”, a través de La Vizcaya, la principal compañía de José Arechabala Aldama. En su labor de documentación para reflejar el contexto histórico, económico y social conoció a Antonio Santamaría, historiador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Poco antes del confinamiento “me brindó buenos consejos para orientar mi estudio y amplió su bibliografía”. Posteriormente, “se ofreció amablemente a leerlo, sus recomendaciones, observaciones y referencias se fueron entretejiendo con el documento original, cambiando el esbozo para convertirse en algo nuevo” que firman juntos.
Ante el vacío de archivos empresariales “especialmente entre 1930 y 1950, que desaparecieron tras la intervención de la firma por la revolución, disponemos como alternativa de prensa, recortes y estudios de la época y posteriores sobre la industria azucarera y sus derivados, así como el álbum editado con motivo de su 75 aniversario y la revista Gordejuela, editada entre 1940 y 1956”. También han contado con cartas y recuerdos atesorados por la familia. “He disfrutado de las conversaciones con mi hermano, José Manuel, poseedor de un buen archivo y una gran memoria y mi sobrina Catalina García Arechabala, quien encontró entre las propiedades de su madre más imágenes y cartas que han iluminado períodos de esta historia”, agradece María Victoria Arechabala. Para redondear, su hija, Inés, se ha hecho cargo del diseño.
Con la fundación de La Vizcaya, José Arechabala Aldama “inició una historia peculiar en el sentido de que la mayoría de las grandes compañías cubanas se movieron en los ferrocarriles, el comercio o el tabaco”. Sólo La Vizcaya “se extendió a todo el procesamiento o negocio que posibilitó con el tiempo la caña de azúcar, con lo que se la consideró la azucarera total de la isla”.
Una moneda de oro
Todo arrancó “según el relato familiar, a partir de una moneda de oro de su madre y una carta de recomendación para Antonio Galíndez Aldama, uno de los hombres más ricos de su época” igualmente originario de Gordexola, que había contribuido a dinamizar la ciudad de Matanzas y con el que estaba emparentado por rama materna. El recibimiento calcaba un patrón habitual entre los inmigrantes de “reunirse casi siempre con un tío, amigo o nativo de su pueblo que lo reclamaba o al que acudía en busca de trabajo y protección para integrarse”.
Permaneció siete años en la empresa, donde se curtió en “asuntos relacionados con la producción y comercialización de azúcar y derivados” y después entró en Bea, Bellido y Compañía, que había sido creada por el industrial nacido en Sodupe Demetrio Manuel de Bea y Maruri, marqués de Bellamar.
El 26 de enero de 1874 se casó con Carmen Hurtado de Mendoza García. Un matrimonio “con una vida hogareña duradera, larga y estable”. Tres años más tarde, Arechabala se estableció por su cuenta “tras reunir el capital necesario para instalar su propio negocio de almacenamiento y comercio de azúcar”. Llamado La Vizcaya, producía “aguardiente denominado de caña y que se usa en la fabricación de ron con una producción artesanal en una simple nave que albergaba uno o dos alambiques”. A partir de 1882, con la desaparición de los aranceles al comercio entre España y sus territorios en el Caribe “se introdujeron en la fábrica los últimos adelantos y máquinas, adquiridas en Estados Unidos o Gran Bretaña”.
Sobreponiéndose a un incendio y un huracán, entre otros contratiempos, para 1888 “ya superaba a sus antiguos patrones”. Así, La Vizcaya contaba con “su propia red completa de líneas de tren. Pese a todos los inconvenientes “consiguió rehacer y hasta multiplicar su capital entre 1889 y 1890, cuando nombró apoderado a su sobrino y colaborador, José Arechabala Sainz.
La guerra de la independencia cubana “acarreó terribles consecuencias por el bombardeo de la ciudad de Cárdenas por una escuadra naval estadounidense”. El entramado de Arechabala “sobrevivió a las dificultades de principios del siglo XX gracias a la reconocida solvencia de su dueño, que suplió la escasez de materias primas y la exportación de productos mediante la diversificación”, y llegó a participar en la Exposición Universal de París en 1900, donde obtuvo un premio.
Teatro con su nombre
Una figura prominente que “disfrutaba de relevancia social, parte indisoluble de la ciudad que sentó a su mesa a comerciantes y hacendados, nombrado Hijo Predilecto de Cárdenas”. Incluso promovió la construcción de un teatro con su nombre “con capacidad para 2.000 espectadores sentados y 400 de pie donde actuó el italiano Enrico Caruso”.
José Arechabala recibió la visita del dramaturgo Jacinto Benavente en 1922, ya delicado de salud. Fallecería el año siguiente, a los 65 años. Entonces la destilería de La Vizcaya “podía refinar en su fábrica diariamente más de 95 toneladas de azúcar, elaborar de 80.000 a 100.000 litros de aguardientes y rones por jornada para consumo cubano y exportar a Estados Unidos, Gran Bretaña, España, Uruguay y Argentina”.