Después de siete años de intensa investigación documental y un arduo trabajo de campo que le ha llevado por una quincena de emplazamientos en Bizkaia, donde aún perviven a duras penas 20 hornos de calcinación de muy diversa factura, la arquitecta Maider Beldarrain Calderón presentó hace unos días en la fragua del Museo de la Minería del País Vasco en Gallarta el fruto de su tesis doctoral recientemente publicada por el Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno vasco bajo el título de Los hornos de calcinación de la minería del hierro en Bizkaia.

“La minería del hierro en Bizkaia gozó de gran importancia a partir de la segunda mitad del siglo XIX, debido al interés que mostró la siderurgia europea por el excelente mineral de hierro vizcaino. La explotación a gran escala fue tal, que a finales del siglo XIX el agotamiento de los minerales más preciados era una realidad, obligando a las empresas mineras a utilizar el carbonato de hierro, que hasta el momento había sido discriminado por su baja calidad. En consecuencia, la calcinación de los carbonatos en los hornos de calcinación se convirtió en una práctica habitual, ya que gracias a este proceso se aumentaba considerablemente la ley metálica de los mismos permitiendo su uso en la producción de acero en el horno alto”, situó esta licenciada en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Donostia, máster en Restauración y Gestión Integral del Patrimonio Construido y autora de la tesis sobre la evolución de estas singulares estructuras mineras.

“Durante casi un siglo no cesó la construcción de los citados hornos, que fueron evolucionando en forma, dimensión y material, al mismo tiempo que se adaptaban a los nuevos recursos tecnológicos y optimizaban el proceso de calcinación”, destacó Beldarrain cuya tesis doctoral se centra en la investigación de los hornos de calcinación de carbonatos de hierro que aún se conservan en Bizkaia. “Estas estructuras mineras fueron abundantes y de gran importancia. Sin embargo, en la actualidad sólo existen veinte y se encuentran en peligro debido a su mal estado de conservación. Por lo tanto, el trabajo ha consistido en clasificar los hornos existentes por tipología y época, ya que el más antiguo fue construido a finales del siglo XIX y el más moderno se puso en funcionamiento en 1970”, explicó la arquitecta a los asistentes a su conferencia en el Museo de la Minería del País Vasco, una de las múltiples fuentes que ha consultado esta joven arquitecta. De hecho en el transcurso de la conferencia, el presidente de honor de la Fundación Museo Minero, Carmelo Uriarte, le hizo entrega de nueva documentación relacionada con la minería en Meatzaldea. “El objetivo de este trabajo de investigación es documentar el pasado minero y el estado actual en el que se encuentran estas estructuras mineras, para poner en valor y consolidar los hornos de calcinación como parte indiscutible del patrimonio industrial vizcaino”, agradeció Beldarrain que en su amplio trabajo ha profundizado en el estudio histórico y constructivo detallado de los cuatro emplazamientos más representativos. Los cotos mineros de Kobaron en Muskiz, el coto minero Ollargan de Arrigorriaga y los hornos de calcinación de la mina Catalina del coto Minero Sarachaga en el barrio El Alisal de Sopuerta.

Kobaron

En la parte histórica se analiza el pasado de los hornos, las minas en las que se encontraban y los transportes mineros que utilizaban y, en la parte constructiva, se detallan los materiales de construcción y el funcionamiento de cada una de sus partes. Información complementada con planimetría que pudo verse en la charla y que muestra el estado actual de los hornos de calcinación seleccionados.

De entre ellos, caben destacar los hornos del coto de Kobaron ya que, por un lado, el horno de la mina Demasía a Complemento cuenta con una estructura cúbica de mampostería de piedra que representa a la primera etapa constructiva de los hornos de calcinación en Bizkaia a finales del siglo XIX, más cerca de una estructura de carácter experimental que industrial, debido sobre todo a sus pequeñas dimensiones. Por otro, los hornos de calcinación de la mina Complemento “con una estructura troncocónica pétrea, de grandes dimensiones que muestra el salto que dieron estas estructuras mineras para hacer frente a la explotación masiva de carbonatos de hierro a la que fueron sometidas las minas vizcainas a principios del siglo XX”, señaló Beldarrain.

El caso de los hornos de Ollargan, destaca por representar al modelo, en ladrillo, más común y extendido en las minas de hierro de Bizkaia durante gran parte del siglo XX mientras que los de Sopuerta –construidos a mediados del XX–, engloban todos los avances tecnológicos que sufrieron estas estructuras mineras. “La catalogación de los hornos de calcinación vizcaínos ha puesto en valor estas estructuras mineras, pero su precario estado de conservación sigue siendo una realidad difícil de revertir, ya que la gran mayoría de los hornos de calcinación cuentan con una protección mínima o inexistente, al mismo tiempo que su propiedad sigue siendo privada”, constató la arquitecta.