En la lotería de la vida, al gallartino Iñaki Cornejo Iñarritu le tocó el gordo pues fue capaz de convertir su lucha de superación después de perder la vista con pocos meses de vida en un ejemplo de pundonor, de valentía, coraje y solidaridad con los discapacitados y por su inclusión social. Apasionado de su familia, de su Gallarta, de la minería y del Athletic –en el colegio llevaba el número 3 en la camiseta (la del histórico Lasa)– la huella de Iñaki, fallecido en julio de 2021 a los 57 años de edad, es profunda entre quienes le conocieron y trabajaron con él. “Iñaki nos enseñó a vivir a toda la familia”, certifica su hermano Jon quien destaca que su gran afán era lograr que su discapacidad visual “no le impidiera llevar una vida lo más normalizada posible”.

Ello le llevó a romper moldes pues con tan solo catorce años, después de haber estudiado EGB interno en el colegio que la ONCE tenía en Pontevedra, decidió que él quería ir al Instituto de Gallarta, hoy Dolores Ibarruri. Así fue con la aquiescencia y el apoyo de su padres Bienvenido y Mari Carmen, impulsores de la Asociación Vizcaina de Padres con Niños con Deficiencias Visuales que crearía el bilbaino Centro de Recursos para Invidentes que proporcionó los primeros profesores especializados de apoyo para estos chavales.

“Hoy día hay importantes avances tecnológicos que ayudan a las personas invidentes o con déficit visual pero cuando iba al instituto, el era el mayor de los cuatro hermanos, los otros tres hermanos nos turnábamos para leerle los libros que le mandaban en clase. Luego la Diputación mejoró la situación con un servicio que convertía los libros en cassettes de audio”, rememora Jon. Su formación tras el instituto derivó hacia la titulación como fisioterapeuta que ejerció durante casi tres décadas en el Hospital de Cruces-Barakaldo.

Casado con Belén Fernández y padre de dos hijos, Ander y Kerman, llevaba en su ADN a su pueblo y su historia minera, esa que propició que el viejo Gallarta desapareciera por el desarrollo de la mina de Bodovalle, cuya impresionante corta acoge en su perímetro el edificio de la Ekoetxea Meatzaldea del que fue uno de sus principales valedores incluso antes de ponerse en marcha Museo de la Minería del País Vasco.

Auditorio

Iñaki Cornejo Iñarritu, persona implicada en numerosas iniciativas sociales y culturales en Bizkaia y particularmente en Meatzaldea, fue voluntario del museo desde finales de los años 90 del siglo XX. En el año 2006 fue nombrado Patrono de la Fundación Museo de la Minería y desde el año 2009 fue el vicepresidente de la fundación, al tiempo que ejercía también de vicepresidente de la Asociación Cultural Museo Minero. Ambas entidades lograron el pasado jueves que el pleno municipal de Abanto-Zierbena aprobara por unanimidad una moción para que el auditorio de la Ekoetxea Meatzaldea en Gallarta reciba el nombre de lñaki Cornejo Iñarritu. Acuerdo que se materializará en junio en fiestas de San Antonio.

Su trabajo voluntario en el museo le llevó a implicarse en todos sus ámbitos de gestión, participando en las reuniones de la comisión ejecutiva del museo y siendo una pieza clave en las relaciones entre el voluntariado. Su implicación fue fundamental a la hora de redactar y aprobar el Plan Director del Museo, lo que permitió el reconocimiento como museo de Euskadi por parte del Gobierno vasco. Así mismo, su trabajo se centró también en las cuestiones de accesibilidad y adecuación del museo a todo tipo de discapacidades. Como señalaba en DEIA pocos meses antes de su fallecimiento, “tratamos de que los contenidos del museo sean accesibles para toda la gente, tengan o no diversidad funcional y sea esta del tipo que sea: física, sensorial o psíquica. Se trata de que todo el que nos visite salga con la misma impresión, la misma satisfacción por lo que ha visto, oído o percibido a través del tacto durante la visita a nuestro museo”.

Por otra parte, no se puede olvidar su incansable labor de divulgación del museo y, cómo no, su actividad a favor de la protección de la corta y el entorno del museo minero, sin la que el propio edificio de la corta, y el auditorio que llevará su nombre, simplemente no existirían.

“Era un auténtico visionario, y una persona valiente. El fue capaz de imaginar lo que hoy es la Ekoetxea Meatzaldea cuando Agruminsa andaba planteándose si aprovechar el borde de la mina como terreno industrial. El abanderó la necesidad de que ese espacio fuera un lugar de conexión con el viejo Gallarta que desapreció en la Corta y por tanto de homenaje a esa parte de nuestra historia y cultura minera”, señala Aitor Uriarte, presidente de la Asociación Cultural Museo minero.