Comer sano y tener una alimentación correcta y equilibrada de forma diaria es importante. Más todavía, en los niños que están en plena edad de crecimiento y no comen toda la fruta necesaria para un correcto desarrollo del cuerpo. Las y los jóvenes con edades comprendidas entre 10 y 17 años consumen cada día 275 gramos, entre frutas y hortalizas, cantidades muy lejanas a los 400 diarios que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, la OMS constató que casi el 40% de niñas y niños no consumen una pieza de fruta al día. “Comen menos fruta por la falta de costumbre, si no ven a las figuras más mayores comiendo fruta, no aprenden esos hábitos”, explicó Andoni Álvarez, dueño de Frutas Manuela, local que se transformó en un aula para los más pequeños durante casi dos horas en las que estuvieron realizando múltiples actividades para familiarizarse con la fruta.

Mediante la campaña organizada por Val Venosta los establecimientos se están convirtiendo en portavoces de la importancia del consumo de fruta y los beneficios que aporta para la salud. Por ello, los locales en los que se comercia con fruta se están convirtiendo en aulas para educar a los niños sobre la importancia de comer fruta. “Val Venosta contactó con nosotros y de esta manera ponemos nuestro granito de arena en la alimentación de los más pequeños”, añadió Álvarez.

Además, el propietario de una de las fruterías referencia en el barrio de Uribarri, quien está al frente de la frutería desde hace más de tres años, ejerció de profesor con las y los más pequeños que se quisieron acercar al establecimiento para pasar un buen rato a la vez que aprendieron de la importancia de mantener una dieta saludable y equilibrada. “Hay mil maneras de comer fruta. Quien no la quiera entera se puede tomar en un zumo, no es la mejor manera pero está ingiriendo todas las vitaminas que necesita”, explicó Andoni Álvarez.

CAMPAÑA

Clase en la frutería forma parte de las celebraciones diseñadas con motivo del Día del Frutero, que se celebra el próximo 6 de febrero. La iniciativa comenzó en una frutería de Guadalajara. En ella se ofrecían pequeñas clases de nutrición a los niños del barrio. Además, iniciativas de este tipo ayudan a eliminar de la dietas de los más pequeños los alimentos procesados como los bollicaos, o aquellos que se pueden ver anunciados en las con gran magnitud, a diferencia de las frutas o los alimentos saludables.