Una unidad militar de infantería de la legión romana, escoceses, tiroleses, aguerridos, caballeros Templarios, un matrimonio y sus invitados celebrando –con cura incluido– sus bodas de oro, un trío de simpáticos duendecillos el año de la pandemia, intrépidos piratas del Caribe y valientes vikingos. Son los personajes que, cronológicamente desde 2015 hasta 2022, han ascendido en estas fechas hasta la Cruz de Gorbeia para cumplir con una importante e ineludible misión navideña: colocar a 1.482 metros de altitud un humilde y sencillo portal de belén. La cita será, en esta ocasión, el domingo 17 de diciembre y el grupo de amigos y aficionados a la montaña que, cada año, protagonizan esta gesta han decidido, en esta ocasión, “ir disfrazados de personajes de la Guerra de las Galaxias”, avanza Josu Beltrán, uno de los participantes en esta iniciativa.

La cima más emblemática de Bizkaia será, ese día, escenario de un episodio más de la eterna lucha entre el bien y el mal con la presencia, allí, de personajes como los mandalorians y Darth Vaders que intentarán evitar, por todos los medios, que Yoda logre depositar el pesebre en su ubicación habitual y a la hora fijada: las 12 del mediodía. El punto de partida de la expedición volverá a ser el refugio de Egiriñao, en terrenos del municipio arratiano de Zeanuri, donde pasarán la noche, descansarán y repondrán fuerzas para, en torno a las 10.30 horas del domingo, partir hacia la cumbre, independientemente de las condiciones meteorológicas de la jornada.

Y no es un acto cerrado, sino que “como de costumbre, está invitado a asistir y a acompañarnos todo el que quiera, y si van vestidos de la Guerra de las Galaxias serán muy bien recibidos”, asegura Beltrán. Además, el grupo de amigos que mantiene viva una tradición que este año alcanza ya su 54 edición ha dedicado la pequeña insignia que diseñan para cada ascensión navideña “a los refugios de Egiriñao, desde donde siempre subimos a la Cruz, y que este año han cumplido su centenario”.

Origen en 1970

Fue un diciembre de 1970 cuando Pablo Valencia, relojero navarro afincado en Bilbao ya fallecido, colocó por primera vez un pesebre montañero en uno de los pilares de la Cruz de Gorbeia. Lo hizo en solitario, portando un sencillo misterio de figuras de procedencia polaca que le habían regalado y al que protegió en el interior de una caja de madera.

Así lo siguió haciendo durante varios años hasta que se vio limitado por su avanzada edad. Era 1974 y, en aquel momento, tomó el relevo de la bella costumbre navideña el montañero bilbaino Txema Sainz-Ezkerra, al que se unieron de inmediato su hermano Jesús Mari y un amigo, Javi Ezquerra. Por su parte, Josu Beltrán se sumó en 1986 a una iniciativa que ha contagiado a un nutrido grupo de montañeros y amantes de Gorbeia dando, además, a este entrañable acto una nota de color y diversión al ir, cada año, con un disfraz diferente.

En 2019 la iniciativa cumplió cincuenta años ininterrumpidos y la idea fue festejar las bodas de oro como bien merecía la efeméride. Tanto es así que, incluso, se escenificó una divertida boda junto a la carismática ermita de la Virgen de las Nieves y la ascensión hasta la Cruz de Gorbeia se hizo como la ocasión exigía: con traje y corbata los chicos y vestidos de fiesta las chicas.

Muy diferente fue, sin embargo, el año siguiente que, debido a la pandemia del covid-19, no hubo una convocatoria pública, pero tres valientes duendecillos pudieron, al menos, cumplir con la tradición y colocar el pesebre montañero en el monumento.

La pasión y la implicación de este grupo de montañeros ha hecho posible que el belén de cumbre de Gorbeia sea el más longevo de toda Euskal Herria ya que ni la meteorología adversa –en forma de espesa niebla, lluvia intensa, frío extremo o nieve– ni la pandemia han podido evitar, en ningún caso, su colocación.