"Por poco no lo cuento”. Han pasado ya un par de meses, pero Carlos Macho aún tiene el susto en el cuerpo . No es para menos, viéndose como se vio rodeado por once mastines al doblar un camino en un monte de León. "Me empezaron a ladrar a centímetros. De hecho, hasta me echaron la baba encima" , recuerda este montañero bilbaino. Una situación de la que salió ileso con ayuda del pastor y que ahora revive sabiéndose afortunado, más si cabe tras la muerte de la mujer atacada el pasado lunes por una jauría de perros en un camino rural de Zamora. “Yo tuve mucha suerte, porque si a uno de los perros le da por atacarte, seguido te atacan todos los demás”, afirma.

Carlos ya se había encontrado muchas veces con mastines, sobre todo en Palencia, pero había salido airoso de esas citas no deseadas. “A veces están encerrados con un vallado, pero otras no. Cuando me vienen corriendo, miro para abajo, me doy la vuelta, me alejo de donde está el ganado y los perros se paran . Ahora, cuando te los encuentras tan de golpe, no puedes hacer nada”, dice con conocimiento de causa.

En esas se vio el verano pasado, cuando se disponía a hacer la ruta de la laguna de Las Verdes, que parte de la localidad leonesa de Torre de Babia. “ Giré en un camino y me topé con un rebaño de ovejas. Me salieron un montón de mastines , me rodearon y me empezaron a ladrar. Tuve la suerte de que a cincuenta metros estaba el pastor, un chico magrebí que casi no sabía hablar español y que les dijo a los perros que se fuesen, pero no se iban”, relata, por lo que le pidió que se acercara y lo Te acompañará un poco más adelante. “En cuanto me separé del pastor, volvieron a venir y tuvo que acompañarme más lejos”, prosigue.

Una vez alcanzada la laguna, el episodio se repitió con otros excursionistas. “Escuché a los perros ladrando un montón y al de unos minutos llegó una pareja de catalanes, los dos blancos. Se habían encontrado con los mastines y me preguntaron si conocía otro camino para no tener que volver por el mismo”, explica Carlos, que tuvo que bordear todo el valle para regresar al coche. “Después de ver lo del ataque a la chica he pensado en mandar un mail al Ayuntamiento del pueblo ya los de Turismo porque no me parece bien que publiciten una ruta y te encuentres con una jauría de perros ”, censura este montañero, que “nunca había visto a once mastines juntos y, encima, donde no hay lobos”.

Kepa Lizarraga, médico de la Federación Vizcaina de Montaña. José Mari Martínez

Aunque quizás no con tantos ejemplares enseñándole los dientes a la vez, lo cierto es que más de un montañero se ha sentido en riesgo por darse cuenta de bruces con perros. “Sé de gente que ha tenido sustos, pero no tengo noticia de un ataque tan serio” como el que le costó la vida a la joven en Zamora, señala Kepa Lizarraga, médico de la Federación Vizcaina de Montaña, quien califica esta terrible agresión como “una tragedia”.

A raíz de este dramático suceso, sostiene que “hay una entente difícil de mantener entre los perros de pastoreo y la gente que vamos a la montaña”. “Lo que ocurre es que llegar a ese límite ya no es que te lleves un susto, es algo irreparable. Tenemos que encontrar otras formas de convivencia más fáciles, que sean menos arriesgadas”, plantea y reconoce no saber “cómo conseguir el equilibrio entre el derecho que tienen los pastores a defensor sus rebaños del lobo y el derecho de las personas de movernos por la montaña con cierta tranquilidad”.

“Me empezaron a ladrar a unos centímetros y hasta me echaron la baba. Por suerte estaba el pastor cerca”

CARLOS MACHO - Montañero bilbaino

Que los perros estuvieran hambrientos o nerviosos por la presencia de lobos en la zona o que actuaran tan ferozmente para proteger a dos cachorros son algunas de las hipótesis que se barajaban para explicar el ataque de la jauría. “No creo que haya sido por hambre. Lo que veo en nuestro entorno cercano es que el pastor, incluso con tiempo malo, sube a darles de comer. No creo que nos vean como alimento, sino como una posible amenaza . Si cometemos el error de levantarles un palo, se enfrenta”, advierte.

Sobre cómo actuar ante un perro de pastoreo que te clava la mirada, los consejos son variados, pero todos coinciden en que hay que mantener la calma y no acercarse al rebaño . “A mí me ha dado resultado dirigirme al perro con autoridad, con una voz serena, pero firme, y decir: ¡A las ovejas!, pero hay que tener la sangre fría para quedarse quieto y hacerlo. Lo más fácil es asustarse y salir zumbando y cualquier perro si ve una persona o un animal corriendo, lo más probable es que le siga”, explica.

La posibilidad de repeler una agresión, por razones obvias, queda descartada, máximo si el ataque es múltiple. De hecho, la víctima de la jauría de Zamora murió tras recibir decenas de dentelladas. “Si pueden defenderse de un lobo, la capacidad que tienen de hacer daño es tremenda y nosotros, al fin y al cabo, somos inválidos al lado suyo. La única opción es evitar el enfrentamiento ”, corrobora este médico.

Rehuir un encontronazo no siempre es fácil. “No debemos ser una amenaza para ellos, pero para eso te tienes que dar cuenta. Si es en una campa, está muy claro dónde está el rebaño y dónde no tienes que ir, pero si estás en un bosque, igual no eres consciente de ello y te estás metiendo en su dirección”, expone.

“Defensor del trabajo que hacen”

En sus rutas de montaña, Lizárraga también ha vivido experiencias con mastines. “Hace poco estábamos marcando una marcha en el collado de Aldamin, en el Gorbea, y dos perros estaban cuidando a una oveja que se había tumbado y no reaccionaba . Cuando nos fuimos a arrimar, a 60 o 70 metros de los mastines, uno de ellos se levantó y se dirigió hacia mí directo ladrando, con lo cual dijimos: Este trozo de camino ya lo marcaremos mañana porque ellos interpretan el acercamiento de las personas a las ovejas como una amenaza ”, recalca e insiste en la importancia de “aprender a comportarse” con estos animales.

Dos mastines intentan levantar a una oveja que permanecía inmóvil en el monte Gorbea

Dos mastines intentan levantar a una oveja que permanecía inmóvil en el monte Gorbea Kepa Lizarraga

Por “defender también la labor que hacen” los mastines, Lizárraga describe cómo esos dos ejemplares acompañaron a la oveja que permanecía inmóvil en el suelo, “probablemente porque estaría cansada” . “Pensamos incluso que podría estar muerta. Si ves los gestos que hicieron entre los dos para intentar levantarla, parece mentira, es como si le tuvieran cariño. Uno de ellos la sujetaba y la arrastró casi un metro intentando ponerla de pie. Ves con qué cuidado trata a la oveja y entiendes su trabajo”, reconoce.

“No creo que nos vean como alimento, sino como una amenaza. Si levantas un palo, se enfrentan”

KEPA LIZARRAGA - Médico de la Fed. Vizcaina de Montaña

Aquella jornada, en pleno descenso, se encontraron con tres mastines más. “En este caso no estaba el rebaño cerca. Ellos detectan el miedo y yo no se lo tengo. En cuanto les hice un gesto y un silbidito, uno me vino a menos de un metro meneando la cola con toda tranquilidad. El problema es cómo vences el miedo si lo tienes porque cualquier respuesta que denote miedo y amenaza puede traer una desgracia ”, avisa. Al igual que otros montañeros, Lizárraga también ha tenido que cambiar alguna vez su itinerario al atravesar zonas de pastoreo. “Cerca de Kuartango yo quería ir en una dirección, pero justo había un rebaño. Cuando vi que los mastines ladraban, cambié de plan de monte”, cuenta Lizárraga, que no tiene constancia de ninguna denuncia por ataques de perros en la montaña . “He oído algún caso urbano de que un perro le ha roto a alguien el pantalón o le ha hecho alguna herida, lo ha denunciado y el seguro ha pagado el pantalón y las curas, pero con pastores no tengo noticia”.

En las redes sociales de la Federación Vizcaina de Montaña se recoge, por ejemplo, el ataque de un mastín a un montañero vizcaino en 2021 , cuando regresaba de su ascensión al monte Mandoia. “El mastín salió de su propiedad y mordió en el muslo izquierdo al montañero, que transitaba por la carretera” y dio parte a la Ertzaintza. Informan y añaden que, al parecer, tres personas han sufrido ya un ataque en el mismo lugar y con el mismo perro”.

“A por mí no han venido nunca”

Sin querer entrar a valorar, por desconocimiento, las circunstancias del ataque a la joven de Zamora, Ramón Basterra, quien fuera presidente del Club de Montaña de Santutxu, se limita a compartir su experiencia personal . “Después de 50 años dando vueltas por ahí, jamás he tenido ningún problema. Hombre, algún mastín te encuentras con el ganado y si te arrimas mucho al rebaño, se te puede revolver, pero si te apartas, no pasa nada”, asegura.

Para Basterra lo que debe imperar en la montaña es el sentido común . “Si ves unas vacas o unos perros guardando el ganado, a donde las vacas o las ovejas no vas a ir. Eso es lo lógico. Yo cuando los he visto me he largado y no he tenido ni una pega. A por mí no han venido nunca”, reitera e insiste en que su opinión es ajena al trágico suceso.