Que las nuevas tecnologías tienen muchas –¿excesivas acaso?– implicaciones en el día a día es un hecho fácilmente constatable. Nos hacen la vida más cómoda en numerosos aspectos, sí, pero también van modificando las costumbres de forma inexorable. En el caso de los juegos tradicionales –tabas, canicas, pilla-pilla, trompas, goma, chapas...–, cada vez cuesta más ver a los menores reunidos en una plaza disfrutando del juego igual que lo hacían las generaciones anteriores. Y, con el objetivo de “mantener ese legado y transmitirlo”, la fundación Labayru presentó este pasado viernes en la casa de cultura de Altamira, en Busturia, un audiovisual titulado Ostu-ostuka eta txopinka, en el que en unos cuarenta minutos de duración, diversos busturitarras narran “cómo eran los juegos de antaño”, esas actividades lúdicas propias que, desgraciadamente, se están perdiendo.

“Antes existía una imaginación en el juego que quizás se está perdiendo”, lamenta Akai-tze Kamiruaga, de la fundación Labayru, que se ha encargado de desarrollar el documental. Es más, apunta que “hoy en día los niños y niñas utilizan tecnologías avanzadas y juguetes sofisticados, a menudo dentro de sus casas o en espacios interiores; y generalmente, con una pantalla de por medio”. De alguna forma, “el juego se ha individualizado y cada vez tendemos más a no jugar en compañía, como lo hacíamos antes”, resume. Y, precisamente, “mostrar cómo se jugaba hace algunas décadas y transmitírselo a las nueva generaciones” es uno de los principales objetivos de Ostu-ostuka –escondite– eta txopinka –pilla-pilla–.

La pieza audiovisual realiza un somero repaso a los que juegos que ha habido en Busturia durante diferentes generaciones, algunos más extendidos que otros y también los más específicos de la localidad de Urdaibai. Asimismo, muestran el juego desde la perspectiva de diferentes generaciones. “Mostramos a personas de mayor edad que, siendo menores, apenas tenían tiempo para jugar porque estaban ayudando a sus familias todo el día”, incide Kamiruaga. “Son esos mayores que tenían que trabajar a casi todas las horas. “Y, desde luego, lo hacían los niños con los niños y las niñas con las niñas”, apostilla. “Luego, tenemos otra generación que sí que pudo disfrutar más en su tiempo libre”: aquellos que, mezclados, lo hacían con “los pocos recursos de los que disponían”, que “se convertían en juguetes: cuerdas, piedras, palos… los nidos de los pájaros… Y los alrededores de los caseríos, las campas y los bosques, las plazas y las calles se convertían en lugares de juego”. De hecho, hay quien recuerda que cualquier espacio libre , “por muy pequeño que fuera” –incluso “de hasta siete metros cuadrados”–, se transformaba en un improvisado campo de fútbol. O de cómo “se guardaba como el oro el papel de una conocida marca de chocolate” para posteriormente canjearlo por un balón, “un verdadero tesoro” en las épocas más duras. Por último, los menores de ahora también han tomado parte en el documental. Concretamente, los de la escuela local Urzelai.

Jornadas de patrimonio

“También hay que tener en cuenta la tipología de Busturia en el desarrollo del juego”, agrega Kamiruaga. No en vano, el municipio –enclavado en pleno corazón de Urdaibai– cuenta con numerosas zonas verdes y ríos. “Por lo que mucha parte del ocio se pasa en esas zonas: árboles con pájaros, ríos con peces o ranas, incluso hay quien jugaba en las cuevas...”, profundizan desde la fundación Labayru, que lleva varios años elaborando material específico para el Ayuntamiento de Busturia y mostrándolo en sucesivas Jornadas Europeas del Patrimonio. “Intentamos analizar temas diferentes cada año, y en esta ocasión, y en consonancia con el eje central de las jornadas –el patrimonio inmaterial–, nos hemos centrado en el juego”, afirma Kamiruaga.

Tras la emisión del documental hubo incluso tiempo para charlar y rememorar épocas antiguas. Y todos los asistentes, pequeños y mayores, constataron la importancia del juego, que resulta “mucho más que un mero pasatiempo: es también una forma de estimular las capacidades necesarias para el crecimiento”, incidieron. A través de los mismos los niños y niñas “crean relaciones entre sí, fomentando el respeto y la amistad; aprenden las reglas del juego en equipo, desarrollan la imaginación y la creatividad y ejercitan también las habilidades físicas”... Por lo tanto, ¡larga vida al juego!

Audiovisual

  • Testimonios orales. En el documental titulado ‘Ostu-ostuka eta txopinka’ –Esconderite y pilla-pilla–, se da cuenta de los juegos infantiles tradicionales de Busturia. En la pieza audiovisual, de alrededor de cuarenta minutos de duración, la fundación Labayru lo hace a través de diversos testimonios orales recogidos a varias personas de la localidad de distintas generaciones.
  • Conocidos y locales. Algunos de los juegos típicos de Busturia, como las tabas o las canicas, “son muy antiguos, conocidos en todo el mundo y han traspasado fronteras y generaciones”. Otros, en cambio, “presentan particularidades más concretas de la localidad”, aseguran desde Labayru. El objetivo principal y la iniciativa, que han compartido con el Ayuntamiento busturitarra, ha sido recopilar esas tradiciones, además de mostrar a las nuevas generaciones esas actividades lúdicas de antaño.