LAS sensaciones más emocionales, las inyectadas por la identidad de todo un pueblo, por la tradición, por la devoción, incluso, salen a navegar cada 16 de julio en Plentzia. Es una experiencia fuerte e inquebrantable, traspasada año a año, mimada de generación en generación. La villa de Uribe Kosta refrendó su idilio con la festividad de El Carmen ayer por la tarde. Pañuelos, camisetas blancas, barcos, aplausos, flores, saludos, txistularis, salve marinera, banderas, mar y tierra. Sentimiento.

Tocó procesión marítima vespertina en domingo y los plentziarras se echaron al agua y a la calle. En masa. Es un día único. El más especial seguramente de todo el calendario para los vecinos. La ría y el mar abrieron sus brazos una vez más para recibir a la Virgen y a las cuarenta embarcaciones que deseaban acompañarla, escudarla, ser fieles seguidoras, en un recorrido que provocó, de nuevo, una de las estampas con más belleza de las muchas bonitas que ya genera Plentzia en cualquier mirada a cámara. La procesión marítima, después de la bajada por tierra desde la iglesia, arrancó, como siempre, en el puente y siguió por toda la ría, hasta el puerto (punto significativo donde los haya), hasta la playa, hasta el hospital y, finalmente, hasta la zona del castillito de Gorliz. Allí: liturgia. Ofrenda floral, responso y sentido homenaje para las personas que trabajan y viven, que trabajaron y vivieron, en simbiosis con el mar. Flores al agua. Buenos deseos al aire. Cada embarcación lo hizo; la principal, con el cura y los representantes municipales de Plentzia, Gorliz y Barrika también.

Todo Plentzia sintió esta jornada con latidos revolucionados, pero si alguien lo hizo en hipérbole fue el club de remo Arkote. La trainera siempre, desde que existe, desde 1960, va en cabeza de esta expedición marítima por El Carmen. Es la que guía a la Virgen. La que la protege, de alguna manera, ya que prácticamente vigila que toda la navegación sea correcta en un día con tanto bullicio. “Es una tradición que el Arkote vaya con la trainera el día de la procesión; sale delante del barco de la Virgen, es el único que va delante y es una sensación diferente. Arkote históricamente lo ha hecho siempre. Así que siempre nos lo planteamos como: No podemos fallar, tenemos que estar ahí”, expresó el actual presidente de la entidad, Eduardo Zubeldia. Es una regata incomparable, por lo tanto. Además, son los remeros de las categorías inferiores del club los que van dentro de la trainera. Ayer solamente les acompañó el directivo Eritz Monasterio, como patrón experimentado, Javi Murua, como homenaje porque su padre fue fundador del club, y el presidente. “Metemos a personas adultas con los chavales, porque ellos normalmente no reman en trainera, van en batel, que es de cuatro remeros y un patrón, y en este día con tanto jaleo de embarcaciones... Ellos saben remar perfectamente, sólo se les ayuda un poco”, indicó Zubeldia. “Pero los mayores no somos los importantes. Lo son los once remeros, chicos y chicas, de categorías inferiores; es importante para ellos porque la afición por el remo ya la tienen y esto es una fiesta de la mar y se ven protagonistas”, matizó el portavoz de Arkote.

Hacia el futuro

Así que los infantiles, cadetes y juveniles se van empapando, año a año, de lo que significa El Carmen para Plentzia. De esa historia. De ese pasado. De esa vida. “Para ellos es un día de fiesta elevado a la enésima potencia. Se sienten orgullosos de hacerlo. Y nos gusta que ellos se sientan de esa manera. Ahora ya la juventud no tiene ese vínculo familiar con la mar, pero se lo vamos transmitiendo”, ensalzó el mandatario de Arkote. Y así la patrona es de todas las generaciones. Porque en tierra, agolpados a las barandillas para ver este paseo significativo, también había numerosos rostros jóvenes. La procesión tiene millas de trayectoria hacia el futuro.