Fue “duro, hasta nevó, mucha gente aún se acuerda”. El profesor del grado de Conservación y Restauración de Pintura Mural de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco Carlos Venegas, hablaba a su alumnado de cuarto curso de los avatares de la restauración, a lo largo de tres décadas, de la ermita de San Pedro Zarikete, en Zalla, con entusiasmo y satisfacción por el trabajo bien hecho. Durante aquellas obras, que culminaron con la declaración como Bien Cultural y la musealización con un espacio expositivo y la edición de un catálogo de un templo que amenazaba ruina, trabó amistad con el arquitecto y vecino del barrio Patxi García de la Torre. Desde entonces, visita Zalla anualmente. Ayer se despidió, cediendo el testigo a Idoia Madariaga, quien “será la continuadora” de la tradición.

Allá por 1991, en Zarikete “la Escuela Taller había empezado la reparación que el tejado precisaba con urgencia”, rememoró Patxi García de la Torre. La responsable de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia, que seguía la rehabilitación de la iglesia carranzana de San Andrés de Biañez, “vino aquí y realizó tres catas que sacaron a la luz trazas de pintura roja, así que comentó que valía la pena intentar ver lo que había debajo”. De ello se encargó Carlos Venegas. En el libro de firmas se conserva una dedicatoria suya de 1992 que García de la Torre leyó a los futuros restauradores y restauradoras: “Con gratitud por el trato humano y las facilidades para hacer de esta ermita un aula práctica”.

“Siempre he reivindicado la sensibilidad” al abordar la conservación del patrimonio, aleccionó a sus estudiantes. Hay que tener en cuenta que en aquel entonces “se hacían barbaridades a montones”. La singularidad de San Pedro Zarikete la compone “la suma de muchos pequeños elementos” y actuaciones “minuciosas y complejas” por parte del equipo de expertos. Las decoraciones murales de entre los siglos XIV y XVI que afloraron, “dos cruces y líneas”, se preservaron “y han constituido un ejemplo para el entorno”. Los dos retablos barrocos y un tercero neoclásico se separaron de la pared para evitar humedades y que se pueda apreciar al completo la parte trasera. Ahora “estamos investigando para saber quién los encargó”, dada su calidad y el desembolso que implicaron. Los vestigios del subsuelo se observan a través de un hueco convenientemente pensado para ello y hasta las baldosas del suelo se han concebido para que levantarlas resulte lo más fácil posible si continúan las excavaciones.

A este respecto, Patxi García de la Torre cree que el edificio puede deparar más sorpresas. “Lo que vemos ahora data del siglo XVI, ampliado por la creciente afluencia; en el presbiterio hallamos la cabecera de la ermita anterior, datada en los siglos XI y XII”, explicó a los jóvenes. Probablemente el culto en Zarikete se retrotraiga a épocas incluso más primitivas.

Visitas

El reto pasa por “poner en valor” toda la riqueza artística y cultural de una ermita que arrastraba fieles en busca de remedios para desembarazarse de los malos espíritus. Desde Semana Santa se podrá visitar, escribiendo previamente a patxigarciadelatorre@gmail.com.