En 1897, el empresario Santos López de Letona Apoito fundó la fábrica de hilados de algodón La Josefina, actual factoría de Brigestone de Usansolo. Nacido en la localidad arratiarra de Zeanuri, emigró de muy joven a México donde se casó y creó varias empresas dedicadas a fabricar o comercializar lanas y algodón e invirtió en bancos. Tras amasar una fortuna, en 1888 regresó a Euskadi y compró acciones del Banco de Bilbao, del que llegaría a ser consejero, adquirió terrenos para urbanizar, participó en la creación de una larga serie de empresas, entre ellas la que llamó La Josefina en honor a su hija donde se llegaron a fabricar gasas para hospitales, sacas de Correos e, incluso, uniformes para el ejército.

Cuatro décadas después del inicio de su andadura, en 1938, el director general de Firestone, Ignacio Tellería, adquirió la fábrica en nombre del presidente y fundador Firestone Tire and Rubber Company con el propósito de hacer frente a la escasez de materias primas motivada por la Guerra Civil y la inmediata postguerra y abastecer, con su producción, a la planta que existía en Basauri. El último cambio se dio en 1988 cuando fue adquirida por la multinacional Bridgestone.

En todos estos años de historia, la factoría solo se ha visto en la obligación de parar la maquinaria y dejar de producir en dos periodos: las inundaciones de 1983 y durante la reciente pandemia por el covid-19. Y ayer jueves, como uno de los actos de conmemoración del 125 aniversario de la fundación de La Josefina, la factoría recibió la visita especial de cuatro de sus extrabajadores más longevos: Laurentzi Unamunzaga de 87 años, que ejerció como encargado; Martin Artetxe de 90 años, que fue empleado de laboratorio; Maria Luisa Zamakona, de 81 años, antigua secretaria; e Itziar Sagarminaga, de 73 años, que trabajó como operaria.

Vídeo, visita y recuerdos

Los cuatro volvieron a pisar la planta donde tanto tiempo trabajaron para compartir recuerdos, vivencias y experiencias y para comprobar, de primera mano, la evolución de una factoría que, ahora como Bridgestone, se dedica a la fabricación de dos de las partes más importantes del neumático, como son la capa textil –nailon, poliester y rayón– y el bladder o método para dar la forma interior a las cubiertas.

Para empezar, a las 10.00 horas, los cuatro invitados de excepción visionaron un vídeo explicativo sobre la historia y trayectoria de la empresa y, a continuación, disfrutaron de una visita por el interior de la planta. Las primeras sensaciones llegaron con el sonido de la maquinaria. “Se me ha erizado el vello al volver a pasar por aquí”, reconoció Laurentzi Unamunzaga que, incluso, llegó a separarse unos instantes del grupo para acercarse a hablar con algunos operarios y conocer el funcionamiento de unas modernas máquinas “que han cambiado mucho”. Por su parte, Martín Artetxe, que estuvo más de 30 años en el laboratorio y ocho como encargado, rememoró con nostalgia cómo “cuando fabricábamos usábamos nailon de dos tipos, pero había uno que venía de Madrid que era divino y el que teníamos que utilizar. Pero algunas de las trabajadoras se equivocaban en la mezcla, y entonces teníamos que ir al telar para identificar el hilo malo, y esto nos daba mucha guerra”. Muy ilusionada estaba también Maria Luisa Zamakona que, de 1959 a 1988, ocupó el puesto de secretaria un largo periodo en el que la primera década “estaba aún soltera y los otros 20 años ya casada” y explicó que en aquella época “era muy raro que una mujer casada trabajara en una fábrica como esta”.

Durante la visita con los cuatro extrabajadores, María Aldecoa, directora de RR.HH. de las fábricas de Bridgestone en Basauri y Usansolo, remarcó la importancia “de conservar la memoria histórica de las empresas para conocer qué hacen, qué hicieron y cómo proyectar futuras y mejores acciones” y por ello destacó la relevancia de contar con “los testimonios de nuestros extrabajadores, que son el recuerdo vivo de lo que sucedió en nuestro pasado”.