Nada es lo que parece. Una advertencia imprescindible en cualquier obra de suspense que se cumple en Las balas de la memoria, el tercer libro de Jennifer Ariño, que la autora presenta hoy jueves a las 19.00 horas en la kultur etxea de Balmaseda. Ganadora del concurso de relatos de la villa en la categoría de adultos, ha construido una atmósfera asfixiante cuyos secretos irá desentrañando el protagonista: un joven con amnesia internado en un centro de protección de testigos donde se le comunica que sus padres han muerto en un atraco.

Con esta trama cumple su deseo de recrear “ese ambiente de películas de hospitales donde suceden cosas raras”, explica midiendo cada palabra de lo que puede y no desvelar para evitar el spoiler. Cuando el lugar despierta las sospechas del joven y este comienza a investigar, “salen a la luz ciertos experimentos...”. En el prólogo “hablo de la superpoblación carcelaria en Estados Unidos; debido a la falta de aforo hay gente que comete delitos menores y no entra, lo que genera más violencia en las calles”. Entonces “se busca una solución relacionada con ese centro que describo” y para conocer el resto habrá que leer la novela, disponible ya en la librería Maruri de Balmaseda y en la web de la editorial www.conplumaypixel.com. En Amazon “se agotó el primer día tan solo con los lectores que lo habían adquirido en preventa”.

El mismo fenómeno que con su debut literario, El volante invisible, al que siguió Nueve fantasmas, antología de relatos, ambos con la misma editorial. “Se mueven y cuidan a sus autores”, dice Jennifer, quien viajó a Avilés para el festival Celsius de Ciencia Ficción Terror y Fantasía y repetirá este año. Esa feria congrega a “miles de personas, muchas del extranjero, que te pregunten por el libro, acaben comprándolo y que se lo firmes resultó para mí una experiencia total que me amplió el radio de acción.

Jennifer ya se ha enfrascado en su próximo proyecto literario, en el que se ha concedido a sí misma más margen para la improvisación, acostumbrada como está a elaborar “una escaleta para perfilar a los personajes”. Compagina su faceta de escritora con su familia, “tengo una niña pequeña, y el trabajo” sacando momentos para sentarse “a veces solo media hora” y confiesa ser meticulosa en las correcciones hasta dar el manuscrito por finalizado.

Incluso si se trata de un texto menos extenso, como el que venció el concurso de relatos de Balmaseda. Después de leerlo en el blog balmaseando.eus ya no se verá el mercado medieval con los mismos ojos. – E. Castresana