Se habla mucho de la desaparición de los glaciares o de las masas de hielo que se están derritiendo en el Polo Norte debido al cambio climático. Pero sus consecuencias también se harán notar en Bizkaia; el verano más cálido desde que se tienen registros, la práctica desaparición de la época otoñal o los graves incendios que asolaron Balmaseda y Zalla el pasado octubre son solo un anticipo de lo que le espera al territorio si no se frena la emisión de gases de efecto invernadero. Las olas de calor triplicarán su duración para finales de este siglo, las temperaturas máximas y mínimas subirán más de 3ºC y, aunque lloverá prácticamente lo mismo, lo hará de forma torrencial en menos días.

Son algunas de las conclusiones que se pueden extraer del diagnóstico avanzado de cambio climático que ha elaborado la Diputación Foral de Bizkaia y que también incluye la definición de algunas líneas de actuación que se deberán adoptar en el territorio en un futuro cada vez más cercano, en un plan de acción en el que ya trabaja la institución foral. “El planeta nos está pidiendo que reaccionemos y debemos acelerar nuestra respuesta”, reconocía recientemente la diputada foral de Sostenibilidad y Medio Natural, Amaia Antxustegi.

El cambio climático es uno de los mayores retos globales a los que se enfrente la humanidad hoy en día; las modificaciones en el clima que se vienen sucediendo desde el siglo XX ponen en juego la habitabilidad del propio planeta. Desde la Revolución Industrial, el uso de combustibles fósiles se ha incrementado de forma descontrolada y, al acumularse los gases de efecto invernadero en la atmósfera, esta retiene más calor, lo que se traduce en un incremento de la temperatura global del planeta. 

EMISIONES

Por encima de Europa. Bizkaia tiene un ratio de emisión de 8,4 toneladas de CO2 por habitante, situándose por encima de la media europea y en línea con la media de Araba y Gipuzkoa. El índice de CO2 por PIB es del 97%, por debajo de la media de la Unión Europea. En 2019 se emitieron 19.000 toneladas de CO2 equivalente en Euskadi.

EVOLUCIÓN

En descenso. Las emisiones en Bizkaia han seguido una tendencia decreciente entre 2005 y 2019, con un ligero repunte ese último año. Por sectores, un 47% corresponden al de la energía, seguido del transporte (24%) y la industria (18%).

¿De dónde partimos? El clima en Bizkaia es templado, de tipo oceánico, con una temperatura media de 12,5ºC y una precipitación de 1.200 litros por metro cuadrado, más abundante en noviembre y diciembre, prácticamente inexistente en septiembre y octubre, y con zonas más lluviosas como el valle de Karrantza y otras más secas como el de Aiara. La duración máxima de las olas de calor es hoy en día de 6,84 días, tomando como referencia los datos entre 1971 y 2000; para 2038 se prolongarán ya hasta los 23,84 días y se prevé que alcancen los 23,84 para finales de siglo, a partir de 2069.

Los efectos irán más allá: las temperaturas máximas, que actualmente se sitúan en una media de 15,11ºC a lo largo del año se incrementarán hasta los 18,76, mientras que las mínimas, hoy en día de 7,61ºC, subirán hasta los 10,99. Las temperaturas medias en las zonas costeras, mayores que en el interior, también experimentarán aumentos más notorios.

En cuanto a la lluvia, lloverá algo menos -la precipitación media diaria podría pasar de 3,74 a 3,33 litros por metro cuadrado- pero, sobre todo, lo hará de forma diferente: menos días, 148,6 frente a los 168 actuales, y de forma más concentrada: de 54,15 litros por metro cuadrado de máxima en 24 horas se pasará a 56,28. Se acentúa con ello el riesgo de sufrir fenómenos extremos: sequías, al prolongarse los periodos de tiempo sin lluvias, y las inundaciones, al llover más en poco tiempo.

Y otro dato preocupante: descendería la humedad relativa ambiental, que en los últimos años se sitúa en un 81,14, a un 80,27%, lo que conlleva un aumento del riesgo de sufrir incendios.

La solución al problema es clara: reducir los niveles de concentración de gases de efectivo invernadero en la atmósfera o incrementar la capacidad de absorber carbono, a través de sumideros, verdes o azules, como los bosques. Sin embargo, la cruda realidad es que los efectos del cambio climático ya se están empezando a notar y no queda más remedio que tomar medidas también para adaptarse a él, reduciendo así su impacto sobre las personas, ecosistemas o infraestructuras.

Y ante ello, ¿qué? La Diputación Foral de Bizkaia trabaja ya en un plan de acción contra el cambio climático, que incluirá medidas tanto para adaptar el territorio a las próximas décadas como para mitigar que el planeta se siga calentando. Entre otras, en el primer diagnóstico se aboga por adaptar los sistemas de abastecimiento de agua y la infraestructura energética para evitar problemas de suministro, implementar prácticas agrícolas adaptadas a las nuevas condiciones climáticas, fomentar las masas forestales por su papel como sumideros de carbono, fomentar la implementación de energías alternativas para descarbonizar la matriz energética, promocionar el transporte público y mejorar la infraestructura necesaria para el uso de transportes de bajas emisiones.