El cambio climático es un hecho; dependerá de las medidas que se adopten a nivel mundial para paliar sus efectos o no, pero hay que estar preparados para que su impacto sea el menor posible. Sobre esa base, Ihobe va a realizar un análisis de la vulnerabilidad frente al cambio climático de las infraestructuras críticas y sensibles de Euskadi, de forma que puedan plantearse medidas de adaptación de las mismas ante eventos climáticos extremos.

Los riesgos climáticos en Euskadi son numerosos debido a su proximidad al mar, una orografía caracterizada por ríos cortos y paisajes planos en la zona sur. El incremento de las inundaciones por precipitaciones extremas, la subida del nivel del mar -el 75% de la población vasca vive en zonas costeras- y el incremento de las temperaturas medias constituyen una amenaza creciente para las infraestructuras del territorio. Pero son aquellas más críticas y sensibles las que más preocupan, como por ejemplo carreteras, vías ferroviarias, puertos o aeropuertos, pero también otras como hospitales, colegios, centrales hidroeléctricas, depuradoras o centros de distribución de alimentos, entre otros muchos.

Por ello, la sociedad pública del Gobierno vasco Ihobe va a elaborar un estudio en el que se analice el impacto que pueden sufrir estas infraestructuras y su vulnerabilidad, así como se identifiquen las medidas con las que se pueden adaptar al cambio climático. Así, se elaborará una ficha para cada una de las infraestructuras, que incluirá un plan piloto de adaptación, pero también una batería de medidas aplicables de manera general a cualquier infraestructura crítica o sensible. 

Y es que no es para menos. El escenario que dibuja únicamente en la costa, teniendo en cuenta el incremento del nivel del mar para finales de este siglo, es desolador: varias playas vizcainas podrían desaparecer por completo y algunos tramos de infraestructuras como el metro, el tren entre Bilbao y Bermeo, o carreteras como BI-644, la BI-711 o la BI-2122 quedarían inundados.

El proyecto Kostaegoki ha analizado la vulnerabilidad y el riesgo de la costa vasca frente al cambio climático en distintos escenarios, con incrementos previstos en lo que queda de siglo de 26, 51, 70 y 100 centímetros. En el escenario más pesimista, Gautegiz Arteaga y Murueta serían dos de los municipios que más superficie perderían bajo el agua, con más de 210 hectáreas el primero y unas 150 el segundo. Sin embargo, en términos porcentuales y respecto al total del municipio, destaca Murueta, que perdería más del 25% de su superficie, así como Sestao y el propio Gautegiz Arteaga, con más del 15%.

Playas desaparecidas

Respecto a las playas, el panorama cambiará radicalmente: para 2050 se podría perder el 16% de su arena, unas 16 hectáreas, que se elevaría a 61% para 2100 en el escenario más pesimista. Para 2050, con un ascenso del mar de 26 centímetros, Ereaga perdería el 26% de su superficie y Plentzia, el 11%; en 2010, si el agua sube un metro, desaparecerán Aizkorri, Murriola e Isuntza, Plentzia se reduciría en un 74% y Ereaga, en un 89%.

EL APUNTE

Carreteras y vías. No solo las playas se verán afectadas por la crecida del nivel del mar. El metro y las líneas de tren La Naval-Sestao, Bilbao-Donostia, Bilbao-Santurtzi, Bilbao-Muskiz, Alonsotegi-Burtzeña y Lutxana-Sondika presentan tramos potencialmente inundables, así como las carreteras N-636, BI-644, BI-735 y BI-2122. En el escenario más pesimista, Euskadi podría perder 57 kilómetros de vías de circulación y ferrocarril para 2100; el más optimista los deja en 12 para 2050.