Poco podía imaginar el muskiztarra Sebastián de la Quadra, primer marqués de Villarías (1687-1766), que uno de los dos cedros del Líbano que mandó plantar en los alrededores de su casa familiar en San Juan de Muskiz, cuando era secretario de Despacho Universal de Estado con Felipe V, fuera a convertirse nuevamente, cuatro siglos después de su plantación, en un símbolo perenne del Centro de Formación Somorrostro ubicado en los terrenos de aquella aristocrática familia rural vasca.

La idea se enmarca dentro de los diversos actos de conmemoración del 75 aniversario de la fundación del centro educativo de Meatzaldea por el padre Don Marcelo Gangoiti que culminarán en 2023. “Con este elemento tan singular queremos que también se convierta un poco en un símbolo de lo que ha sido la historia del centro de estos 75 años intentando recoger el origen de lo que fue esta zona minera y siderometalúrgica y también un poco el sentido que tiene Somorrostro en este entorno y lo que ha supuesto para este entorno geográfico y para el municipio la presencia del centro. Además quiere ser también un pequeño homenaje a Don Marcelo Gangoiti ya que este cedro era la primera visión que él tenía según salía de la iglesia todos los días”, señaló el actual director del centro, Javier Laiseca.

13 metros

El tocón del cedro del Líbano, tras varias podas iniciadas hace más de una década ante su mal estado, tiene actualmente una altura de 13 metros y cerca de 2 de diámetro a los que tras el descorche del árbol, su limpieza y tratamiento se enfrentará el tallador escultor santurtziarra Gorka Urreiztieta, autor entre numerosas creaciones de figuras en madera de hasta 3,70 metros, como un aizkolari, y otras similares como la sardinera, el ferrón o el dantzari. “Esto es otro nivel. Es un gran reto para mí no solo ya por la dimensión del árbol, que también, sino porque se trata de hacer un libro sobre un conjunto de tronco y tramas que ofrece muchas posibilidades de creación de pequeños detalles dependiendo del estado en el que se encuentre la madera una vez se limpie y sanee”, explica el escultor.

En principio, este nuevo símbolo, que iría coronado con la hoja de roble que luce el logotipo actual del centro educativo contaría con varias escenas principales que recogerían la historia minera de la comarca –podría haber un pequeño horno ferrón cincelado en su base con el acompañamiento de ferrones y barrenadores–, una segunda escena siderometalúrgica derivada del desarrollo industrial que proporcionó el hierro , y más arriba “se iría a plasmar la parte más educativa, más tecnológica que forma parte de nuestro presente y nuestro futuro más cercano”, detalló Laiseca.