El bote de gel hidroalcohólico nada más entrar en la ermita. Por lo demás, ningún atisbo de protocolo anti covid en el último día de San Antolín, que ayer se despidió de Alonsotegi con el encuentro de txakoli que congregó a seis productores del municipio y alrededores. Enkarterri se sumerge así en un nuevo curso de fiestas recuperadas que amortiguarán el golpe de la vuelta a la rutina tras las vacaciones. En las próximas semanas la comarca encadenará el concurso de vestidos de papel y la feria de mujeres productoras de Güeñes, el Enkarterri Fest de Zalla, San Cosme en Gordexola y las fiestas patronales de la Zalla con la cita de Gangas Eguna con el campo, ya a principios de octubre.
Se pusieron a disposición de los asistentes “300 copas a cinco euros cada una para que luego puedan servirse lo que quieran en los puestos”, explicó Damián Sánchez, integrante de la comisión que ha confeccionado el programa de los actos del centenario del Larramendi de fútbol. Los vasos lucían el logotipo conmemorativo del siglo del club, que organizará próximamente más actividades: “el 1 de octubre tendrá lugar una comida popular para un máximo de 200 personas, hemos colocado carteles por el pueblo para la gente que quiera apuntarse” y preparan charlas a cargo de “Javier Clemente y el exárbitro Losantos Omar”. Lo recaudado por la venta de las copas de txakoli “se destinará a la comisión del centenario y, si sobra algo, al funcionamiento del club”.
Fonsi Goikoetxea, que participa en San Antolín “desde que empezó”, fue uno de los txakolineros que se reencontraron con los vecinos a pie de puesto. No solo de Alonsotegi. En las conversaciones entre trago y trago destacaron que el tren procedente de Bilbao que llegó sobre mediodía viajaba a rebosar por el apetecible cóctel que forman las ganas de diversión y los descuentos en el transporte público que entraban recientemente en vigor. “Me parece una fiesta entrañable porque nos reunimos al terminar las vacaciones y este año con más motivo”, valoró el productor, quien desveló que “la semana que viene comenzaré la vendimia, que se ha adelantado unos quince días”. Emplea la cosecha “en consumo propio”. Lo mismo que Aitor Loubet, que se estrenaba en la feria. Cultiva las viñas “desde hace dos años, en plena pandemia, sí”. “Un vecino nos regaló parras, hicimos una temporada a medias” y luego se atrevió por su cuenta. A estas alturas “las enfermedades suponen el mayor peligro, ahora que la uva va madurando, por ejemplo, la botrytis”, advirtió.
Acudir a Alonsotegi el primer domingo de septiembre representa “una tradición” para la panadería Samikola de Larrabetzu. En cambio, Marcus Gleson y Matheus de Araujo debutaban al frente de la txosna. “Llevamos el bar Eguzki de Basurto, nos hemos puesto este año y la campaña está resultando bien”, manifestaron.
Ayer vendieron muchísimos botellines de agua para combatir los más de treinta grados de calor. Gran cantidad de ellos, destinados al grupo local de danzas, Mendipe. El Ayuntamiento había habilitado una carpa en la plaza situada frente a la ermita que protegió a los dantzaris del sol, pero aun así notaron las altas temperaturas con la cabeza cubierta y mangas largas. El lehendakari, Iñigo Urkullu, natural de Alonsotegi, se encontraba entre el nutrido público que presenció el alarde junto al alcalde anfitrión, Joseba Urbieta, y el de Turtzioz, José Manuel Coterón. También acudió el presidente de la Mancomunidad, Martín Pérez. Las autoridades políticas se felicitaron de que la normalidad haya regresado a las calles superada la fase crítica de la pandemia. “La participación en nuestras fiestas ha sido sensacional y llama la atención el número de turistas extranjeros que han pasado por el centro de interpretación del Parque Natural de Armañón”, resaltó el regidor de Turtzioz. “No perdemos la tradición de las fiestas y próximamente reeditaremos los premios Alonsotegitik Alonsotegira”, anunció Urbieta.