En un paseo por un parque del barrio parisino de Le Marais en 2015, Carmen Ochoa reparó en dos mujeres que leían concentradas. Aproximadamente una hora después pasó por el mismo lugar y ahí seguía ella. Le sacó una foto sin que se diera cuenta. Canarias, Suiza, Turín, Nueva York... en cuanto empezó a fijarse más, más mujeres encontraba "como absortas en su mundo que surgen como la vida con la primavera: en parques, cafés, frente a la montaña, el mar, el lago o el canal en distintos países" y repitió la misma operación sin atreverse a interrumpirlas para no romper el hechizo. Dentro de las actividades con motivo del 8-M, el palacio Horkasitas de Balmaseda alberga hasta el 27 de marzo una exposición con una selección de estas imágenes.

Profesora de literatura residente en Madrid, mientras ordenaba el material se cuestionó "por qué yo las sacaba y por qué tantas mujeres leemos libros en la calle, yo también lo hago". Llegó a la conclusión de que se trata de una forma de "aislarse porque la estructura patriarcal no nos permite estar relajadas en casa: siempre hay algo que hacer".

Entonces comenzó el proyecto en sí, en el que ella buscaba a las lectoras, a las que retrata "de espaldas o de perfil" y aquel mismo verano "envié las fotos a un amigo, que me las devolvió con un texto, las colgué en redes sociales y me llamaron de la revista Viento sur El álbum fue creciendo al mismo tiempo que su eco en ciudades como Madrid, Logroño o Sevilla "y también he salido en televisión".

"Libres de ataduras"

Casi todas permanecen ensimismadas y en posturas relajadas, incluso descalzas, "como en Madrid en 2019" o comiendo, "igual que una chica en Bryant Park, Nueva York, que bajó de su casa con libro, manta y táper y ahí se quedó bastante tiempo". "Solas y libres de ataduras", en ocasiones puntuales "alguna se cruza con la cámara y parece despertar". La pandemia se interpuso en la iniciativa, pero no ha podido con ella. Carmen tomó su primera instantánea post confinamiento en verano de 2020 en el casco viejo donostiarra y en la playa de la Zurriola.

Ahora le ha venido de vuelta la segunda parte del proyecto, con amigas y conocidas que le envían a ella fotografías de mujeres leyendo que "se convierten en el centro del espacio, las salvadoras de la palabra y el pensamiento, el eje alrededor del que gira el mundo". Las sigue buscando "en mis viajes y paseos" y a ella también le gusta "leer sola, al aire, desapareciendo entre líneas, aislada, pero rodeada de la vida" en un camino paralelo con sus "compañeras, compañeras del alma".