EL sector eólico está impulsando la revolución energética en el mundo.

No hay más que ver los registros de los últimos años para comprobarlo. Ahora, además, tras la pandemia, la industria eólica se ha convertido en una pieza clave para la recuperación de la economía.

Según datos del Consejo Mundial de la Energía Eólica (GWEC), en 2020, la potencia eólica instalada en el mundo habría alcanzado 743 GW, lo que supuso un incremento de 93 GW en el año.

Por su parte, en Europa, en 2020, la potencia total instalada fue de 14,7 GW, liderada por Países Bajos, Alemania, Noruega y España.

De esos 14,7 GW de potencia instalada, 2,9 GW han sido de instalación offshore en aguas europeas, con una capacidad total de eólica marina en el continente que asciende a 25 GW.

En su conjunto (onshore y offshore), la Unión Europea cuenta con 220 GW eólicos.

El panorama español, por su parte, y según datos de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), la energía eólica ha registrado 27.446 MW de potencia acumulada en 2020, siendo la segunda fuente de generación eléctrica peninsular y situándose en el quinto país del mundo por potencia eólica instalada, tras China, Estados Unidos, Alemania e India.

Otros aspectos de interés a nivel estatal es que cubre el 21,9% de la energía consumida; cuenta con 1.265 parques eólicos en más de 1.000 municipios; evita la emisión de 29 millones de toneladas de CO2; y, da trabajo alrededor de 30.000 personas.

En cuanto a la normativa, el sector eólico es un sector regulado, por lo que el marco legislativo es fundamental para su evolución.

Como pilar fundamental de su regulación está la Ley del Sector Eléctrico de 1997 y su normativa de desarrollo.

eólica marina

Convertida en la tecnología con mayor potencial de innovación tecnológica en el mundo y más rentable que algunas de las que forman parte del mix, el potencial de la eólica marina se presenta como un eje en el desarrollo del futuro energético.

En el caso del Estado español, la eólica marina está en condiciones de contribuir significativamente a los objetivos globales a 2030 y 2050.

Para la Asociación Empresarial Eólica, España tiene la oportunidad de convertirse en un hub industrial y de desarrollo tecnológico en eólica marina, especialmente de tecnología flotante, lo que supondrá un crecimiento en las actividades económicas relacionadas.

La misma asociación considera que la energía eólica marina flotante en el Estado contribuirá a la mitigación de los efectos del cambio climático y conllevará un impacto macroeconómico positivo, derivado de la creación de empleo cualificado, aumento de las exportaciones y crecimiento del PIB estatal.

Además, dispone de la cadena de valor completa del sector eólico, con un gran potencial empresarial involucrado en proyectos de eólica marina desarrollados en el extranjero, una oportunidad que hace pensar que le puede llevar a convertirse en un hub industrial y de desarrollo tecnológico en eólica marina, con incidencias de tecnología flotante.