ON un área más urbanita de Bizkaia que en verano pierde población, hay otra zona habitualmente más tranquila en invierno que con el incremento de las temperaturas se ve abordada. Es el caso de Mundaka, anteiglesia costera a la entrada de la ría de Urdaibai, que ve multiplicada por tres su población. Un pueblo de menos de 2.000 habitantes se llena de visitantes, hasta alcanzar en ocasiones proporciones imposibles de acoger. Ya sean veraneantes, surfistas, personas de las cercanías que van a la playa o turistas ocasionales, lo cierto es que un hecho tan habitual como aparcar se antoja complicado. Pero las nuevas recomendaciones de Salud del Gobierno vasco para evitar contagios indeseados del coronavirus se han cumplido razonablemente estas últimas noches, aunque haya supuesto la consiguiente bajada de consumidores. "Lo primero es la salud, después viene que la gente disfrute del verano", señalan desde algunos bares. Pero no es oro todo lo que reluce. Más de noche. Hay quien cumple, y quien no. Hay establecimientos hosteleros que ponen todas las medidas al alcance y quienes no lo hacen. Y, por supuesto, hay consumidores que se protegen y quienes no lo hacen.

"Cumplimos con las recomendaciones sanitarias, aunque estemos en una zona de veraneo y se pueda pensar que se relajan las medidas. Para nada es así", rematan desde el bar Donde Alejo Barria el jueves por la noche, aunque atienden a diario a muchos mundakarras y visitantes, ya sea para cafés, poteos, comidas o cenas. Toda precaución es poca, sabido de que los rebrotes han impactado en pueblos costeros, como Orio o Zarautz. "Desinfectar, mascarillas y distancia. Y cumplir los horarios", señalan. El coronavirus se desplaza en verano hacia la costa y hay que estar prevenidos. "De hecho, hemos cerrado más de un día algunas horas antes del horario estipulado. Damos comidas y cenas y lo tenemos claro: no más de diez personas y en horarios a cumplir", tercian desde detrás de la barra.

En todo caso, la casuística es variada. Y también hay quienes no cumplen con las recomendaciones. "Ley de vida", dicen algunos mundakarras. "Vivíamos mejor después de la cuarentena, alrededor de fiestas -San Juan y San Pedro, a finales de junio y comienzos de julio-, cuando el pueblo era mucho más tranquilo y se podía andar mejor por las calles", aunque en ocasiones la fiesta se desmadrara. Tienen su parte de razón. Y es que pasear por la Talaia, ir a darse un baño en Txorrokopunta o tomar el solo en el puerto, es rodearse de gente. "Hay menos personas que otros años, puede ser que sí, pero da la sensación de mayor masificación", citan.

Los hosteleros mundakarras también quieren trabajar tras un invierno "muy complicado". "Viene más gente y, evidentemente, hay más gasto. Hemos soportado meses de cierre y hemos cumplido con todo lo establecido. Y ahora necesitamos tirar para adelante. Toca trabajar duro en verano, aunque las condiciones sean difíciles", abundan. Y es que Mundaka vive en verano sobre un alambre fino: inviernos vacíos y veranos llenos. Pero sobre ello sobresale la posibilidad de un rebrote, escenario que nadie quiere.

En Mundaka hay bares que cumplen y que no, al igual que los consumidores; lo que nadie quiere es que un rebrote chafe el verano