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El sonido del txistu

Euskal Herriko Txistulari Elkartea y Barinatxe Taldea reunieron ayer en Sopela a un centenar de txistularis para celebrar su tradicional Txistu Eguna en una jornada en la que lo más importante fue “disfrutar con la música”

El sonido del txistu

UN centenar de txistularis recorrieron ayer las calles de Sopela en una soleada jornada con motivo de la celebración del Txistu Eguna, un evento muy especial organizado por Euskal Herriko Txistulari Elkartea y la agrupación local Barinatxe Taldea, anfitrión de la jornada que este año cumple dos décadas de existencia. Un encuentro que sirvió como homenaje para la agrupación sopeloztarra y también “para recordar viejas amistades y hacer nuevas con el txistu como hilo conductor”, según destacó el txistulari de Hernani Iñaki Eguren, presidente de Euskal Herriko Txistulari Elkartea. “Es el día para rendir tributo a nuestros antecesores y, sobre todo, es el día de tocar el txistu, unir a las nuevas generaciones con las más antiguas”, destacó.

De este modo, con la asamblea general ordinaria como telón de fondo del encuentro, los txistularis convirtieron Sopela en punto de encuentro de los amantes de este instrumento. Hasta la localidad de Uribe Kosta llegaron txistularis de diversos puntos del territorio. Desde Baiona hasta Andosilla, pasando por Gasteiz y Zalla, así como diversas localidades guipuzcoanas y navarras. El Txistu Eguna volvió a mostrar su poder de convocatoria, en lo que supone una de las tradiciones más arraigadas de la cultura vasca. “La primera asamblea fue el 20 de septiembre de 1927, en Arrate”, recordó Eguren. Desde entonces, la cita ha permanecido inamovible en el calendario “salvo en los años más oscuros de nuestra historia, que hubo que agachar la cabeza y esconderse”. En total, guardan en su memoria 91 años de trayectoria que le han convertido en una de las agrupaciones más importantes y destacadas. Actualmente goza de una salud de hierro y sueña con celebrar su centenario. “No sé si habrá alguna a nivel estatal con semejante bagaje”, apuntó Eguren.

ITINERARIO La jornada comenzó temprano. A las 9.15 horas se concentraron frente a la iglesia de San Pedro y, seguido, se dio paso a la diana, que llenó con los sonidos del txistu las calles del pueblo. Más tarde, en la casa de cultura de Kurtzio, tuvo lugar la asamblea general que cada año celebra la asociación para rendir cuentas del ejercicio y debatir diversos asuntos administrativos. Una vez finalizada, los txistularis volvieron a retomar las calles hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se llevó a cabo la recepción de autoridades. Allí les recibió la concejala Leire Basauri, que les hizo entrega en nombre del Ayuntamiento de un reconocimiento, un trofeo con una escultura de la roca Peña Txuri, símbolo característico de la localidad. Tras el acto protocolario, con el aurresku de honor incluido, se celebró un concierto al que se sumó el coro local Lagun Artea, que interpretó la canción Lau Teilatu, y el grupo de danzas Eguzki Lore. Para finalizar, después de un nuevo pasacalles por el municipio, los txistularis se trasladaron a Urduliz para disfrutar de una comida de hermandad. “Lo más importante es disfrutar de una jornada haciendo música, que es lo nuestro”, concluyó Eguren.