Getxo - El foco de Argia apuntará el próximo domingo a un escenario: el del salón principal de la escuela de música Andrés Isasi de Las Arenas. A él se subirán los actores de la compañía Scartaris para interpretar su Hamlet en la oscuridad. Este es uno de los proyectos en los que se ha implicado la fundación getxotarra que trabaja con personas diagnosticadas con diferentes enfermedades mentales. Y es que esta entidad lidera una campaña dentro del movimiento solidario Giving Tuesday que conlleva al desarrollo de una serie de acciones con el objetivo de recaudar juguetes y comida.
El foco de Argia es muy potente, sobre todo, por sus valores. Ya el año pasado, decidió formar parte de la iniciativa global Giving Tuesday y en esta ocasión, lo ha hecho a lo grande, al colaborar con más asociaciones y llevar a cabo más acciones -como las campanadas solidarias que planean para el próximo día 29 en la plaza San Nikolas-.
Las entidades getxotarras Amesten, Eskubeltz Taldea, Mímate, Wime, el propio Ayuntamiento, el centro ocupacional Donibane y Sortarazi, de Leioa, y el club de baloncesto femenino Ausarta, de Barakaldo, forman parte de este equipo de buenos corazones que late con medidas como la obra de teatro del próximo domingo (19.00 horas). Para poder verla, solo hay que llevar juguetes o comida. “Colaborar en proyectos así nos hace sentirnos más en el mundo exterior y salir del ámbito de la compañía. Nos gustó mucho la idea de actuar en una actividad solidaria, algo diferente para la compañía, y además, el salón de Andrés Isasi nos parece una maravilla”, valora Samuel Gibert, de Scartaris.
Pero, el foco de Argia, sobre todo, se dirige a las conciencias. “Yo siempre pongo el foco en la sociedad y no en las personas que tienen el diagnóstico de enfermedad mental. Por ejemplo, se dice que no pueden estudiar o trabajar y yo digo que el sistema educativo o laboral no lo permiten, no dejan, por ejemplo, que durante un tiempo puedan faltar. A veces victimizamos a las personas cuando es la sociedad, con sus estructuras, la que no permite ciertas cosas”, considera Ramón Tejada, uno de los trabajadores en Argia. Es por ello que con propuestas como estas de carácter social, la fundación busca “romper los estigmas existentes”, apunta Javier Vaquero, uno de los usuarios. Él quiso estudiar Magisterio, empezó a hacerlo, de hecho, pero por falta de apoyos, tuvo que dejarlo. “Acabé un curso, pero el segundo ya se me hizo demasiado. Estudié un grado superior de Administración pero tampoco pude terminar”, indica. En Argia, es una de las personas más activas: en el taller de artesanía y reparación, en el equipo de limpieza... Y también participa en los talleres inclusivos de literatura o yoga. “Vamos pacientes de Argia y gente de la comunidad, por decirlo así, y es una manera de integrarnos y de tener un espacio común”, señala.
“La enfermedad mental es muy variada. No se trata de que nos manden tomar una medicación, es algo más complejo: hay que profundizar en la persona, atacar desde la raíz, tener mucha terapia... En Argia tenemos esa suerte; contamos con una atención muy personalizada”, razona Javier, una de las luces que arroja Argia.