LA intensa lluvia se alterna en Gernika con el granizo e incluso con rayos de sol que aparecen de vez en cuando para desconcertar al personal, que mira al cielo mendigando un respiro. A pesar de todo, las inclemencias meteorológicas no fueron suficiente para que miles de personas renunciasen a disfrutar de la feria del Último Lunes de Octubre, una cita cargada de tradiciones, algunas más modernas que otras. Por ejemplo, desde hace unos años este día sirve para que los euskaltegis de toda Bizkaia envíen a sus alumnos a Gernika para que suelten la lengua y practiquen el euskera que han aprendido en las aulas.
Que aprender euskera no es fácil es algo que todo el mundo sabe. Son miles las personas las que cada año, por diferentes motivos, se matriculan en los euskaltegis para pelearse con el nor-nori-nork o las baldin-tzas. Pero ese pulso que se libra en las clases y en los exámenes después hay que trasladarlo a la vida real, a la calle. ¿Y qué mejor que una de las principales fiestas del agro vasco para ello? Entre la multitud, con decenas de puestos atendidos por baserritarras y txosnas de talos, el que no quiere hablar euskera es porque no quiere. Así pues, ayer no era difícil encontrar corros de perfiles variopintos que habían dejado la pizarra por un día y se habían lanzado a la muchedumbre para poner en práctica lo aprendido. Eran los euskaldunberris del futuro.
Itziar, por ejemplo, encabezaba ayer la expedición del Euskaltegi Municipal de Getxo. Con ella estaban haciendo una clase práctica Conchi, Cris, Laura, Rafa, Nerea, Rebeca y Sherezade. Estas dos últimas, además, lo hacían con el añadido de dificultad de ser madrileñas. “Estamos practicando mucho”, decían orgullosas.
Llevaban en Gernika desde bien temprano y ya habían tenido la oportunidad de realizar sus primeras adquisiciones en euskera. “Hemos comprado alubias”, explicaba una de las alumnas. Merke, merkeak. “Bastante baratas”, confirma entre risas.
Uno de los temas clásicos a la hora de aprender euskera es el del eguraldi. El diluvio que se encontraron los alumnos en Gernika fue la excusa perfecta para desempolvar el vocabulario: haizea, euria, txingorra... “La lluvia ahora mismo está aguantando”, señalaba Conchi mirando al cielo, “pero cuando hemos llegado ha llovido muchísimo e incluso ha granizado”.
El grupo tenía muy claras sus prioridades. Todavía quedaba media mañana para superar nuevos retos y había un gran consenso sobre lo que tocaba: “Ahora vamos a comprar talo y garagardo”. Era evidente que los alumnos agradecían tener un día de clase en plena calle, en un ambiente totalmente festivo: “Gernika asko gustatzen zaigu”.
¿Pero verdaderamente sirve esta jornada para que estos chicos y chicas aprendan euskera? La profesora, Itziar, lo tiene claro: “Llevamos todo el día hablando euskera. Es verdad. ¡También las madrileñas! Euskaldun peto petoak izango dira”. Itziar asegura que Gernika, en el Último Lunes de Octubre, “es un buen lugar para aprender euskera”. “Para practicar es el sitio perfecto”, asegura.
Gabriel Aresti Uno de los euskaltegis más importantes de Bilbao es Gabriel Aresti. Ellos no eran la excepción y ayer también estaban en las calles de Gernika practicando euskera. Amaia, Bea, Eider, Sergio, Mónica y Maribel acompañaban a Izaskun, su profesora. Sus alumnos eran de Bilbao, Gallarta, Sestao... ¡y Ecuador!
Todos parecían encantados de la experiencia. “Oso ondo gaude Gernikan”, aseguraban. Ya habían realizado una primera ronda de reconocimiento por los puestos de los baserritarras, pero Mónica tenía echado el ojo a un artículo un tanto peculiar para tratarse de una feria agrícola: “He visto una falda que quiero comprar luego, después ya veremos los pimientos, tomates y demás”. “¡Y las alubias!”, le recuerdan sus compañeros.
“Estamos practicando mucho, entre nosotros y con los vendedores”, explica Amaia. Su profesora, Izaskun, lo confirma: “Primeran! No me puedo quejar. Los que han venido lo están haciendo muy bien. Los que no han venido...”. Al parecer, había bastantes alumnos de la clase que habían hecho pira, quizás un poco disuadidos por el mal tiempo.
En cuanto a la dificultad para aprender euskera, Amaia y Bea eran optimistas: “No es tan difícil, pero vamos poquito a poquito aprendiendo”. Para Maribel, que llega desde Ecuador, aprender euskera es un reto mayor: “Al principio fue muy difícil, pero por ahora me gusta mucho. Coger aire y para adelante”.
Su profesora, Izaskun, confirma a los presentes una teoría bastante extendida entre todos aquellos que sueñan con ser euskaldunberris: “Normalmente se habla mejor euskera después del txakoli. Se pierde la vergüenza y se suelta la lengua”.