EL propósito era ese: desatar una primavera entre quienes viven el otoño de la salud, calentarles los fríos huesos del dolor en el brasero de la esperanza. Les hablo en nombre de la Fundación Esclerosis Múltiple Eugenia Epalza Fundazioa (Esclerosis Múltiple Euskadi para abreviar en el día a día...) una entidad benéfico-asistencial, sin ánimo de lucro, que preside Javier Ormazabal y dirige Pedro Carrascal -la presidencia de honor recae en Begoña Rueda, una amazona infatigable en la lucha- y que ayer organizó un solidario cóctel de otoño benéfico en el foyer del Teatro Arriaga. Los beneficios obtenidos serán destinados a cofinanciar un estudio clínico pionero con un exoesqueleto que puede cambiar el futuro de la rehabilitación en esclerosis múltiple (EM), una enfermedad dura como tantas otras. Les explico.

La EM es una enfermedad del sistema nervioso central (SNC) en el que se diferencian dos partes principales: cerebro y médula espinal. Envolviendo y protegiendo las fibras nerviosas del SNC hay un material compuesto por proteínas y grasas llamado mielina que facilita la conducción de los impulsos eléctricos. En la EM la mielina se pierde en múltiples áreas, lo que conlleva el desajuste de la habilidad de los nervios para conducir impulsos eléctricos desde y al cerebro. Se interrumpe ese tránsito y este hecho produce la aparición de los síntomas de la enfermedad. Cambia la vida de quienes padecen dicha patología y de sus más cercanos.

El cóctel, dirigido por el actor Diego López y amenizado por el mago Asís Lamikiz, contó con las ilustraciones musicales de Bea’s Beat Jazz, la formación que lidera Beatriz Barruetabeña, y el baile de Rafa Izagirre, rey de Claqué Bilbao, con zapatos de charol y mucho nervio en sus actuaciones. En torno a 160 personas de buena voluntad se reunieron en un encuentro que, además de su vocación recaudatoria, sirvió como alivio para los pesares de algunos de los presentes. A la cita no faltaron Beatriz Artolazabal, Fátima Ansotegi, Sergio Murillo, Alfonso Castresana, Isabel Sánchez Robles, José María Carrascal, Lupe Sanz, Berta Longás y Jesús Gállego, un matrimonio con dos corazones como dos pianos; Nerea Llanos o los neurólogos Alfonso Rodríguez Antigüedad, referente de la enfermedad en Euskadi; Sabas Boyero, Amaia González y Mar Mendibe; la enfermera de la Unidad de Neurología donde se deja la piel Ana Lozano. Bien cerca de ellos se encontraba Vicky Barceló, la mujer paciente que está involucrada en las pruebas con el exoesqueleto y que intercambiaba pareceres con Carlos Iriondo y Juan Manuel Petite.

Al encuentro fueron sumándose gente sensible. Desde Juan Beamonte e Izaskun Casas, de Forum Sport, hasta Margarita Esteban, Genar Andrinua, Iñigo Zubizarreta, Ana Otadui, presidenta de Juntas Generales de Bizkaia; Guillermo Navarro, Lucía Soto, Mikel Urmeneta (Katuki Saguyaki), el exciclista Peio Ruiz Cabestany, Txema Alaña, Javier Fernández, Juan Carlos Etxebarria y un buen número de asistentes que disfrutaron de la tarde-noche.

La propia entrada del Teatro Arriaga estaba iluminada con una barras de luz que recordaban, qué sé yo, a las espadas de Luke Skywalker. En los exteriores Marian González y José Ramón Mendizabal fueron cautivados por la luz hipnótica. Ambos se marcharon con una idea bajo el brazo (el acceso no era libre..): participar de alguna manera. Por ejemplo, dándole uso a la la opción de fila 0 para también sumarse al proyecto a través del número de cuenta de la Fundación Esclerosis Múltiple Euskadi. La fórmula fue eficaz para quienes no pudieron acercarse a un encuentro cargado con la electricidad de la buena voluntad, una corriente capaz de mover el mundo a nada que haya lo que antes se llamaban posibles. Con todo, vivir noches como la de ayer no tiene precio.