BILBAO. Una carta manuscrita de Agustín Ibarrola al gobernador civil de Bizkaia en 1965 mostrándole su disconformidad por la prohibición de una exposición suya en Bilbao; un plano de la red de distribución de agua de la villa que se ejecutó en 1879; la solicitud de desahucio contra el diario Euzkadi firmada por unos vecinos debido al ruido que generaba su rotativa en 1931; la declaración de la Renta de Pilar Careaga, alcaldesa de Bilbao durante el franquismo; una relación de las matrículas de varios vehículos que habían cruzado al Aberri Eguna celebrado en Itxasu en 1963; el sumario del juicio por la muerte de Juan Batarrita? El Archivo Histórico Provincial es memoria viva de Bizkaia. En sus almacenes guarda siete kilómetros y medio de documentos que repasan la historia más reciente del territorio, desde expedientes notariales y judiciales a registros de fallecidos en campaña; un santuario para la investigación histórica y conocer la evolución socio-económica de Bizkaia que ha sido recientemente transferido a la Diputación.

Los archivos provinciales se crearon en el Estado en 1931, con el fin de conservar la documentación notarial. “Hasta entonces estaban a cargo de los notarios archiveros y sufrían con los cambios de sede. Se pensó por primera vez en su valor histórico”, explica Pilar Rodríguez Plaza, responsable del Archivo Histórico de Bizkaia que, tras el impasse de la guerra civil, vio la luz en los años 40. “Fuimos de los primeros”, reconoce Rodríguez. En él se deposita toda la documentación generada por la Administración del Estado en el territorio: todos los documentos generados por los notarios (testamentos, poderes notariales,?), los de los registros de la propiedad y civiles, de las audiencias y juzgados -solo hasta el año 1992, ya que desde entonces los custodia el Gobierno vasco-, la dirección provincial de tráfico, la delegación del Instituto Nacional de Estadística? La documentación aquí custodiada abarca un amplio espectro histórico; el documento más antiguo que se guarda en el edificio de la calle Henao data de 1432; los más nuevos, del año 2000, son unos expedientes de infracciones de la Seguridad Social. “A diferencia de los puramente históricos, somos un archivo muy rico porque tenemos series continuas de documentos generados por los diferentes organismos”, destaca su responsable. Por ejemplo, recogen cada año todos los documentos notariales que se han hecho centenarios: el pasado 1 de enero recibieron los de 1917. Los más antiguos datan de 1504 y, desde entonces, se conservan todos los años, con la excepción de los de Markina y Gernika que se perdieron durante la guerra. El archivo cuenta también con un fondo “pequeño” con el registro central de fallecidos en campaña durante la guerra civil en el que aparecen todas las personas militarizadas que murieron, tanto en el frente como en hospitales. “Es una gran fuente para localizar a fallecidos; nos acaba de llegar una petición de un particular de Soria que busca a un pariente que no aparece y pregunta si estuviera en estos frentes”, explica.

El archivo constituye un fiel reflejo de la evolución de la sociedad vizcaína en las últimas décadas. “Por ejemplo, en los protocolos notariales del siglo XVI se puede ver toda la actividad comercial con el noroeste de Francia, Flandes, la costa inglesa,?; lo mismo con las relaciones personales, las contratas de obras para realizar la capilla de una iglesia, la evolución de la propiedad de la tierra? Por su parte, no hay fuente más rica que los registros de la propiedad para estudios toponímicos: Para cualquier estudio de historia económica, política y social es una fuente documental imprescindible. No se puede hacer un estudio de la historia de Bizkaia sin pasar por aquí; a través de la cronología se puede ver la evolución de la sociedad”, destaca Rodríguez Plaza.

La importancia de un archivo histórico no radica tanto en que guarde documentos sueltos, sino en la continuidad de las series documentales “que permite analizar la actividad de una institución”.

Entre 7 y 8 visitas al día

Por ello, cada día reciben entre 7 y 8 personas de media. Principalmente expertos que realizan investigaciones o tesis doctorales pero, sobre todo en estos últimos años, también particulares que quieren elaborar el árbol genealógico familiar. También responde consultas por correo electrónico llegadas desde distintos puntos del Estado como del extranjero.

Sumergirse entre los documentos permite hallar auténticas joyas y curiosidades de la historia de Bizkaia. Por ejemplo, en un registro notarial de 1843 se guarda el plano de la fachada de la Diputación en la Plaza Nueva (actual sede de Euskaltzaindia), que acompaña la escritura notarial para adjudicar las obras; o las muestras de telas de diferentes colores que encarga un comerciante inglés que trabaja en Bilbao a un mercader de Londres en 1645. “No es muy habitual, como no vayas al Museo de Traje o al Palacio Real para ver los trajes de los reyes, encontrar tejidos de esos años”, advierte Rodríguez Plaza.

También guardan la hoja de un cantoral utilizado como encuadernación de un protocolo notarial en 1602. “Los protocolos notariales se encuadernaban en pergamino y, como escaseaba, utilizaban pergaminos anteriores. Era muy corriente”, apunta la responsable del Archivo. El documento más antiguo, que data de 1432, recoge la venta de unos seles en Arrigorriaga, zonas para pastos de vacuno de los montes comunales y que, a modo de curiosidad, eran delimitados con forma circular.

Los documentos se conservan con todo el mimo que merece su valor histórico; incluidos los más nuevos. Los depósitos mantienen un microclima constante de entre 18º y 21º grados y un 60% de humedad relativa. Aunque su consulta es libre, el acceso a estas salas está restringido a personal autorizado. “Las medidas de seguridad son fundamentales”, subraya Rodríguez Plaza. De hecho, la sala de consulta se encuentra en la planta baja y los documentos se guardan en las superiores. Y los de pergamino, ilustra, se conservan en armarios especiales y se intentan manipular lo menos posible.

En el Archivo cuentan además con un laboratorio de restauración de los documentos en peor estado de conservación. Tras un minucioso proceso, y a pesar de no poder recuperar las zonas perdidas de los folios, sí que se consigue que pueda ser manipulado a la hora de ser consultado. “Se fijan las tintas, se lavan, se hacen los injertos correspondientes? Eso sí, todos los procesos deben ser reversibles y no alterar el original”, apunta la responsable.

Según agrega Andoni Iturbe, director foral de Cultura, la transferencia de este Archivo Histórico es muy importante. “Nosotros ya contamos con el Archivo Histórico Foral, con once kilómetros lineales de documentación, y esto lo que hace es reforzar la gestión que estamos haciendo con el patrimonio documental de Bizkaia. Es importante la conservación del patrimonio pero unida a que se difunda y se investigue sobre estos fondos que son únicos. Un archivo es mucho más que un contenedor; son centros en los que se pueden generar nuevos conocimientos”.