Urduliz - Lo suyo no fue una vocación desde la cuna. Jamás pronunció un “mamá, quiero ser artista”, sin embargo, Esther Alonso (Leioa, 1980), más conocida como Esther Stramb en el mundo del arte, mostró una vena artística más que evidente desde muy joven. “No es que siempre haya querido ser artista, no me gusta esa palabra tal y como se entiende hoy en día. Más bien quería ser creativa”, se define. Durante esos primeros momentos en los que empezó a dejar fluir sus inquietudes artísticas, contó con un apoyo que a la postre resultaría definitivo. “Tenía una vecina que con el tiempo fue mi profesora de pintura, y recuerdo pasarme horas en su habitación enredando con sus pinceles y botes de pintura, ensimismada con ese aire bohemio que lo envolvía todo”, explica.
Un referente que le guió a la hora de dar sus siguientes pasos en la misma dirección. “Me licencié en Bellas Artes y, aunque mi especialidad fue en el campo de la pintura, el último año de carrera tuve la suerte de conocer a un profesor que me cambió el concepto que tenía hasta ese momento”, recuerda. Luego, un ligero desvío en el camino fijado le llevó a adentrarse de lleno en el mundo de la ilustración. “Descubrí que con un simple cuaderno y un boli podía cambiar mi mundo que no me gustaba en absoluto, y así fui creando el mío propio, a través de mis ilustraciones. Y con el tiempo fue creciendo el mundo Stramb, mi manera de ver el mundo”, relata.
También quedó impresionada durante una visita a Madrid en la que pudo disfrutar de la exposición del artista bielorruso-francés Marc Chagall. “Me asombró la manera de interpretar el mundo a través de su mirada”, rememora. Desde entonces, poco a poco, ha ido forjándose su propio camino. Una identidad que se refleja en sus obras. “Mi aita suele decir que entre 1.000 dibujos sabría perfectamente diferenciar cuáles son los míos. Es difícil forjarse una identidad propia en el arte. Es cuestión de disciplina y pasión por lo que haces”, reflexiona. No obstante, ya hay quien incluso se ha atrevido a catalogarla. “Un amigo me dedicó unas palabras que decían: La artista del tierno macarrismo. Creo que fue bastante certero en su definición hacia mi trabajo”, apunta. En este sentido, su pasión por la ilustración le llevó a adentrarse en el ámbito de la cartelería de fiestas. Obras que se convierten cada año en símbolos del buen ambiente y la diversión como estandartes de las fiestas patronales. “Veía carteles que, en mi opinión, estaban un poco desfasados en el tiempo. Creía que no se les daba el toque original necesario que le imprimiese un carácter festivo, más alternativo, y por eso me animé a presentarme a los concursos de fiestas”, resume.
PREMIOS A lo largo de su trayectoria artística se ha presentado a numerosos certámenes para ilustrar el cartel de fiestas. En concreto, este año ha hecho doblete al resultar ganadora en Leioa y Urduliz, precisamente en esta última localidad también se impuso hace dos años. Así, el cartel que ilustrará los próximos Andramaris se titula Dantzariak. “Es un homenaje a los taldes de dantzas que amenizan las fiestas. Son figuras clave en nuestro folklore y que dan color a las fiestas y simbolizan la unión y el amor por nuestras raíces”, describe. Además de la tradición, el cartel refleja también los nuevos tiempos “con un guiño al nuevo hospital de Urduliz”, así como “a los característicos caseríos y parajes” que predominan en la localidad. “Todo envuelto de aire festivo y musical, sin olvidarnos del Kakarraldo”, agrega.
Sobre esta línea, en Leioa contó para su creación con la magia que otorga el fuego. “En Leioa presenté Suzko Begirada, un cartel con mucha magia y fuego. Quería evocar el instante en el que todos miramos al fuego y nuestros ojos se inyectan de luz en medio de la noche. Música, fiesta, la noche y su día, amores de verano, bailes tradicionales, vinilos de rock, rayos y mucho fuego”, detalla. Asimismo, también ganó el concurso de mujeres de Ermua y otros certámenes que han impulsado su trayectoria como ilustradora.