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Las siete maravillas como la mejor terapia

El bilbaino Iñigo Romillo visitará el Taj Mahal en 2018 tras proponérselo cuando estaba ingresado en un psiquiátrico

Las siete maravillas como la mejor terapia

V iajar para curar las cicatrices del pasado puede ser la mejor terapia. Esto es lo que le ha sucedido a Iñigo Romillo. En 2011, le diagnosticaron TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) y tuvo que ingresar en un psiquiátrico. Allí se propuso como reto recorrer,con su mujer -“pilar indispensable” en su vida- las siete maravillas del mundo.

Y así comenzó este periplo cuando recibió el alta ese mismo año; un sueño que culminará en 2018 cuando pise el Taj Mahal, en la localidad india de Agra. Este será el último destino para acabar con su reto. Pero si algo tiene claro Iñigo es que esto no acabará ahí, porque ya tiene en mente nuevas aventuras tanto para él como para su esposa.

Según cuenta, en 2005 comenzó la peor pesadilla de su vida: el acoso laboral. Así vivió durante tres años, hasta que se acentuó su enfermedad sin esperarlo. Romillo trabajaba entonces como comercial, pero, según reconoce, se autoexigía mucho. “Me ponía a 140 pulsaciones en reposo. Desde las 5.30 horas estaba trabajando”, cuenta.

Acudió al psiquiátrico y desde entonces pisa por un nuevo camino. Le diagnosticaron TOC cuando llevaba una semana interno. “Tuve obsesión al agua, si había alguna fuga en casa... e incluso a la muerte, porque me empezaron a salir canas y estaba envejeciendo”, confiesa. “Para mí fue muy duro, pero se lo recomiendo a todos aquellos que necesiten ayude”, relata.

Recuerda como si fuera ayer cuando salió de casa a las 7.15 horas acompañado de su padre para ingresar por primera vez. Se despidió de su mujer y su hijo y se puso a llorar. “Estuve llorando todo el día, pero de alguna manera tenía que salir de esta pesadilla”, relata. Fue un tiempo de inflexión. Un día descubrió una revista sobre las siete maravillas del mundo. En ese instante, se prometió que cuando saliese del psiquiátrico las visitaría. Y así lo hizo. “Me puse manos a la obra y empecé el cambio”, asevera Romillo.

Viajar está siendo la mejor terapia para su recuperación junto al deporte. Ahora nada y corre, otro de sus alivios. Pero las recaídas siempre están presentes. Ha tenido tres en concreto, y los ingresos fueron de sesenta días cada uno. “Una vez que recaí, el psicólogo me recomendó viajar. Me iba a ir a uno de los destinos de las siete maravillas y luego me encontré mejor estando allí”, declara. “Yo antes de eso no podía ni dar de comer a mi hijo. Eso es muy duro, pero ahora ya lo he conseguido”, cuenta.

Machu Picchu, Chichén Itzá, El Coliseo de Roma, La estatua Cristo Redentor, La Gran Muralla China, Petra... y en 2018 el final de una promesa: visitar el Taj Mahal.

“Es uno de los viajes que a priori menos me llamaba la atención porque hay pobreza y eso me entristece”, expone. Pero esto no le hará cambiar de opinión porque esta séptima maravilla es el símbolo del amor eterno de Shah Jahan y Mumtaz Mahal. “Tengo ganas de llevar a mi mujer, porque es una manera de premiarla por todo el tiempo que ha estado conmigo, ayudándome”, cuenta.

El miedo siempre está presente cuando viaja. “Tengo pánico a volar”, confiesa. Pero no hay obstáculos que le impidan hacerlo. ¿Qué alternativa toma? Hablar con el de al lado.

De las seis maravillas que ya ha visitado, especialmente dos le emocionaron hasta el punto de llorar; Petra y Machu Picchu. “Si me tengo que decantar por una de las dos, lo haría por Petra. Es un país que tiene muchas actividades”, comenta Romillo.

Otras pasiones Ayudar a los demás es otra de sus grandes pasiones aparte de viajar y hacer deporte. Por eso también colabora con Avifes, la asociación vizcaina de familiares y enfermos mentales, donde da charlas que ayuden a quitar el estigma de estas dolencias. Iñigo se siente orgulloso de su trabajo con la asociación, en donde se siente como en casa y a la que le debe mucho. “Afrontaré otros retos como hacer más voluntariado y hacer el Camino de Santiago”. Por eso, cuando se escucha hablar de esta enfermedad, trata de cambiar el estigma que tiene la gente sobre las enfermedades mentales. “Quiero transmitir que no por tener una enfermedad hay que ir mal peinados o mal vestidos. Es bueno que van personas como yo porque les explican de primera mano lo que te ha pasado”.

Trata de hacer hincapié en el sufrimiento que padecen las personas con esta enfermedad. “Hace unos meses se estrenó la película Toc-Toc. Nuestras manías condicionan nuestra vida y sufrimos mucho”.

Pero Iñigo Romillo ha logrado superar ese sufrimiento gracias a la ayuda de su familia... de su mujer, de su hijo y de su “ángel de la guarda”. Ahora, solo le queda acabar lo que comenzó para dar inicio a nuevos proyectos con ilusión y superación.