Un buceo profundo en cifras y parámetros comparados de la última década del aeropuerto de Bilbao permite asegurar que La Paloma ha crecido robusta y en forma, se ha convertido de una adolescente prometedora a una adulta que mira al futuro con muchas pretensiones. Definitivamente ha tomado su velocidad de crucero.

El cotejo desvela que el aeropuerto de Bilbao, además de convertirse en el más importante de la mitad norte de la península, ha crecido en todos los parámetros que cimentan este tipo de infraestructuras de transporte. Ha aumentado su número de rutas directas, atiende a más aerolíneas que han encontrado en esta plaza un nicho de negocio variados, y está conectado con los principales hubs o aeropuertos europeos.

Y todo ello en un escenario de serias turbulencias aeronáuticas, en el transcurso de una dura crisis económica que ha supuesto la drástica desaparición de algunas líneas aéreas de peso en Bilbao y dientes de sierra en el gráfico de los pasajeros atendidos.

Hace diez años la terminal de Loiu atendió a 4,28 millones de personas. Entonces fue un gran récord al cual se llegó tras un ascenso continuado que despegó en 2001. Un techo de nubes que ha permanecido durante toda la década hasta 2016 cuando la cota de viajeros se elevó a la altura de 4,58 millones. Son 300.000 usuarios de aumento, no parecen muchos, pero las circunstancias existentes en la trastienda de La Paloma ponen en valor este aumento.

Por ejemplo, mientras que hace diez años Madrid tuvo para embarcar a 1,04 millones de pasajeros -es decir, uno de cada cuatro usuarios volaba desde o hacia Barajas- en 2016 el pasaje a la capital de Estado se quedó en 721.000 personas. Barcelona también ha bajado. Pasó de 673.000 a 573.000, un descenso que se ha invertido este año por un cambio radical, la entrada de Norwegian a la ruta que antes tenía en monopolio Vueling. De hecho, el fuerte tirón de la competencia de precios ha supuesto que el aeropuerto de El Prat sea el más requerido desde Bilbao, incluso por encima de Barajas, hasta este año primer destino histórico.

Un dato. Solo en los primeros nueve meses de este año la ruta a Barcelona sumó 588.000 usuarios, un 463% de aumento con respecto al año anterior. Una pena que la aerolínea low cost noruega haya decidido abandonar la competencia con Vueling y eliminar su conexión a partir de hoy. Seguro que se notará el descenso a partir del próximo mes.

Pero volvamos a la comparación de los diez años. Los datos delatan cómo ha cambiado el perfil de las conexiones, volviéndose mucho más europeo que doméstico.

En 2007, entre las diez ciudades con más viajeros desde Bilbao, solo había tres foráneas: París, Frankfurt y Londres. El pasado ejercicio ya eran la mitad al sumarse Munich y Amsterdam, y con otro elemento positivo. Ha cambiado el principal aeropuerto de destino en la capital británica de Stanted, terminal para compañías baratas y alejada del centro, a Heathrow, la terminal más importante de Europa y más cercana a Londres. ¡Ah!, por cierto, se sigue volando a Stanted y se ha añadido también el aeropuerto de Gatwick.

La internacionalización de La Paloma ha sido una constante que no se ha visto limitada por la crisis. Es más, durante los años más duros, el tráfico con Europa fue el que impidió una caída más drástica de pasajeros. Las que se derrumbaron fueron las rutas domésticas. De hecho, mientras hace una década unos 3,1 millones de viajeros volaron a aeropuertos estatales, en 2016 no llegaron a los 2,5 millones. Por contra, el tráfico al extranjero ha pasado de un millón a más de 2,2 millones de viajeros. Ello significa casi una tendencia al equilibrio de destinos. Es más, en agosto de 2016 se dio otro hito histórico ya que, por primera vez, los casi 240.000 viajeros internacionales superaron a los algo más de 228.000 domésticos.

Más aeropuertos Destinos europeos insospechados hace una década ahora tiran de las estadísticas con fuerza. Dusseldorf, Estambul y Zurich son buenos ejemplos, igual que Roma, Bruselas o Dublín. Son todos hubs o aeropuertos cabecera desde donde las compañías de bandera ofertan sus viajes intercontinentales y permiten plantarse en cualquier punto del planeta desde Bilbao con tan solo una escala.

En estos grandes aeropuertos no compiten las compañías de bajo coste, la revolución en el transporte aéreo que irrumpió a principios de siglo y que en Bilbao se han asentado sin prisa, pero sin pausa. Si en el top cinco de 2007 no existía low cost alguna, el pasado año eran dos, EasyJet y Vueling. Su importancia es elevada, ya que la compañía catalana encabeza la lista de pasajeros atendidos y ha posibilitado viajes a destinos tan exóticos como Bucarest, Santorini, Venecia o Berlín. La década también ha estado marcada por la posición imperturbable de las autoridades vizcainas de no caer en la trampa de las subvenciones que algunas low cost tienen como santo y seña para asentarse en un aeropuerto.

Quizás por ello Ryanair, la compañía barata por antonomasia tendente a protagonizar esa práctica, tuvo una fugaz presencia de poco más de año y medio en La Paloma. Otras compañías también han desaparecido del panel de vuelos, algunas de forma drástica como Spanair, que hace diez años era la segunda aerolínea en número de pasajeros, o las alemanas Air Berlin y Hapag Lloyd.

Otro dato. De las 24 aerolíneas que movieron más de 10.000 pasajeros en 2007, diez ya no están operativas. También han pasado al recuerdo las compañías árabes que conectaban con el norte de África para los viajes vacacionales. La conflictividad política de los últimos años ha barrido literalmente estos destinos de la terminal de Loiu.

Así mismo, ha evolucionado el ranking de aerolíneas. Mientras que una incipiente Vueling en 2007 ocupaba el sexto lugar de la lista con 201.000 pasajeros, el pasado año mantenía su hegemonía con 1,61 millones de viajeros, es decir, ha multiplicado por ocho su pasaje. Lo contrario le ha ocurrido a Iberia. Era líder hace una década con 1,13 millones de pasajeros y el pasado año se quedó en cuarto lugar con 465.000 clientes, perdiendo casi un 60%.

La evolución positiva registrada esta década ha sido posible gracias a varios actores. Desde la dirección del aeropuerto gestionada por Aena, el ente dependiente del Gobierno de Madrid, pasando por Bilbao Air, la sociedad para la promoción del aeródromo, y llegando a los municipios donde se asientan las instalaciones aeroportuarias que han peleado por mantener una convivencia digna y no demasiado molesta para sus vecinos.

Vecinos más a gusto El crecimiento de la actividad aeroportuaria se ha dejado notar para bien en las viviendas de su perímetro. De estar protestando constantemente por las continuas molestias que causaban el paso demasiado a ras de tierra, se ha pasado a ser objeto de un plan insonorización de los edificios residenciales y escolares, que sigue activo.

En la última reunión de la Comisión de Seguimiento Ambiental se informó de la conclusión de la insonorización de 84 pisos, lo que supone alcanzar la cifra de 1.433 viviendas blindadas contra el ruido aéreo.

Unas vibraciones sonoras que se han rebajado también por la reducción de las operaciones sobre las pistas. Hay muchos menos aterrizajes y despegues. Se ha pasado de superar las 63.000 operaciones a quedarse en poco más de 45.100. Un contraste llamativo sobre todo si se tiene en cuenta el aumento de destinos y rutas pero que se entiende porque las aerolíneas cada vez usan aviones con más capacidad ante la demanda persistente.

Y este año se batirá de nuevo el récord casi toda seguridad aunque no se llegará a la cifra fetiche de cinco millones de pasajeros. En los primeros nueve meses de este ejercicio ya se ha atendido a 3,79 millones de pasajeros, lo que implica que restan 796.000 para superar los 4,58 millones del pasado año. Una cifra muy plausible si se tiene en cuenta que de octubre a diciembre del pasado año se superó el millón de pasajeros.