Esta ruta hasta la cruz del Gorbea discurre por los senderos de la generosidad. Caminan por ellos los pies altruistas de 21 personas y también los atraviesa el más agradecido de los corazones: el de Santi Ansotegi, gorliztarra de 42 años con tetraplejia. Santi alcanzó la cumbre más alta de Bizkaia y la cima de sus ilusiones, las que un día viendo el programa de ETB-1 Gailurra despertaron: “¡Cómo me gustaría subir al Gorbea!”. La cabeza inquieta de un amigo, Rafa Batarrita, empezó a moverse y las manos infalibles de su cuadrilla -así como las de la asociación Azebi Natura Guztiontzat-, aportaron el gesto que se merece el aplauso. Una meta soñada, cruzada desde las emociones y desde la amistad más férrea.

“¡Qué envidia!”, exclamó Santi cuando vio desde su televisión a su vecino Rafa Batarrita y al amigo de este, Luciano Artetxe, de 94 años, en lo más alto del territorio vizcaino. Cuando después, se encontró con él en Gorliz, le preguntó: “¿Cómo podría subir yo a la cruz del Gorbea?”. Rafa empezó a dar vueltas a ese deseo que podría incluir dosis quiméricas o utópicas. “Estuve pensando en ello todo el invierno y al llegar la primavera decidí que había que lograrlo. Busqué y descarté varios medios como el todoterreno, quad, carro de caballos... Y opté por adaptar una silla, que me cedía el Hospital de Gorliz, con ruedas de mountain bike amortiguadas, manillar, asas y tirantes para impulsarla y frenar... Pero cuando ya estaba a punto de comenzar su construcción, Joseba Ibarzabal, mi yerno, vio otras posibilidades por Internet”, recapitula Rafa. Así es como descubrieron Azeri Natura Guztiontzat, una cooperativa que posibilita que personas con dificultades motoras disfruten del senderismo e incluso de visitas a lugares como San Juan de Gaztelugatxe o el bosque de Oma. “Ir de excursión a Burgos con veinte personas en silla de ruedas está muy bien, pero planes como los del Gorbea son muy íntimos: estás con tus amigos, con tu familia... Es superbonito. Yo disfruté muchísimo”. Ese es el mensaje de Santi, que siempre se ha empeñado en saborear la vida por mucho que un accidente en las fiestas de Elantxobe, con 22 años, trastocara su destino. Terminó su carrera de Derecho y hoy en día trabaja para el Gobierno vasco. En el momento que Rafa le contó a Santi sus intenciones, él “flipó”. “Azeri Natura Guztion-tzat me dejaba la silla y yo, como soy muy grande, pensé que igual no me valía. Pero sí, fue perfecta. Además, ellos saben cómo manejarla y fue supercómodo el trayecto”, recuerda. Lo siguiente que hizo Santi fue mandar un WhatsApp a sus amigos para ver si ellos le ayudaban a subir al Gorbea. “En dos horas me contestaron veinte diciendo que sí venían. La respuesta fue brutal. ¡Una pasada!”, reconoce. Un cambio en las fechas a última hora impidió que algunos pudieran ir, pero este gorliztarra contó con 18 “sherpas”, como él les llama.

Rafa también estuvo presente en ese día que amaneció a las 6.30 horas para estos verdaderos amigos, para vivir esta expedición de ensueño compuesta también por tres miembros de Azeri Natura Guztiontzat. “Formamos tres grupos de siete personas para ir tirando cada media hora y turnarnos”, precisa Rafa. La senda de Murua y Pagazuri fue la ‘escalera al cielo’ elegida y en dos horas y media, “todo un récord”, Santi divisó su panorámica soñada. “Subimos más rápido que muchos en bici”, bromea este gorliztarra, que no se ve frenado por las circunstancias. “Fue muy emocionante, impresionante”, destaca al evocar aquel día “imborrable”. “¿Que qué pensé al llegar? ¡Qué bonito es Euskal Herria!”. El ‘Ikusi mendizaleak’ resonó en la cruz del Gorbea, con una felicidad inmensa, y tras el pertinente bocadillo, tocó emprender el viaje de vuelta, que también revestía dificultad. “No había que empujar ni tirar pero había que frenar la silla y sin resbalar”, puntualiza Rafa, el hombre con el que todo comenzó. Una comida a cuenta de Santi redondeó un precioso día despejado y sin barreras.