IDOIA decidió ir a su peluquería para sanearse la melena como hace cada cinco meses aproximadamente. Entró por la puerta del establecimiento y, una vez allí, las hermanas Olaia y Mara Lesmes, dueñas de Lkl Estilistas, le dijeron: “Si te cortamos cinco centímetros más de lo que tenías pensado podríamos donar tu coleta”. Es una estrategia que siempre aprovechan desde que comenzaron a colaborar, el pasado mes de noviembre, con la Asociación Mechones Solidarios.
Pero también tienen clientas que entran por su puerta muy convencidas de donar el pelo, con la única doncidión de que el mechón mida veinte centímetros. Es el caso de Sara, una joven con una melena “larguísima”. De hecho, donó una coleta de 32 centímetros y aun así seguía luciendo una larga melena.
Olaia y Mara admiten que han visto un gran cambio en la sociedad y que cada vez hay más personas concienciadas con la necesidad de donar pelo. “Estamos muy contentas porque cobramos un precio simbólico de cinco euros, que ingresamos en la cuenta de la asociación cuando cortamos coletas”, dicen. Además, añaden: “Siempre hemos estado muy sensibilizadas con el cáncer de mama, así que en noviembre decidimos empezar a colaborar con la asociación”. A pesar de que no obtengan ningún beneficio por ello, saben que están ayudando a muchas personas que no tienen la suerte de lucir una buena melena: “Somos peluqueras y hacer un corte recto no cuesta nada”, expresan.
Ambas saben lo duro que es perder a un ser querido a causa del cáncer y, a pesar de que ellas no han padecido ningún tumor, saben a ciencia cierta las fases que tiene esta enfermedad. Creen que la caída del pelo es una de las cosas que más impacta y siendo peluqueras no podían quedarse con los brazos cruzados.
Esto es, precisamente, lo que piensan en la tienda de pelucas de Alicia Suárez. Este negocio comenzó cuando Alicia estaba sumergida en proyectos teatrales y cuando se dedicaba a vender pelucas a domicilio. Tal era su culminación que decidió crear su propio local con dos claros enfoques, que hoy en día sigue perseverando: “Seguimos ofreciendo pelucas para obras teatrales, pero también tenemos la parte humana de dar servicio a todas las personas que están luchando contra el cáncer”.
Alicia cuenta con un equipo que está integrado por Izaskun, Naiara y Angélica, pero hace unos meses el equipo contaba con una integrante que no consiguió ganar la batalla del cáncer de mama. Pero no fue la única del equipo que tuvo que luchar contra esta enfermedad. Alicia, hace cinco años, fue diagnosticada con la misma enfermedad de su compañera. “El hecho de que yo haya pasado por esta encrucijada a veces también ayuda a las clientas, sobre todo cuando vienen afectadas emocionalmente”, relata, a lo que añade que la caída del pelo “es la gota que rebosa el vaso”. No en vano, cree que ese es “el menor de sus problemas” porque “hay soluciones fáciles”. Además, las pelucas no es el único servicio que ofrece este negocio, ya que también concede la posibilidad de raparse en el mismo local. Ellas siempre recomiendan hacerlo en el hogar porque “el hecho de verse frente al espejo después de raparse es importante”. Precisamente, todas las clientas dicen convencidas que “no ha sido para tanto”: “Aquí entran con angustia y salen muy sonrientes”, admiten.
Solidaridad La parte humana es algo que este negocio no puede escatimar “nunca” y sus clientas ayudan a que eso no ocurra. El equipo de Alicia Suárez cuenta que muchas de sus clientas devuelven la peluca cuando vuelven a tener pelo: “Siempre decimos que las metemos a la UCI porque las lavamos y las preparamos para un nuevo uso”. Es entonces cuando llaman a la Asociación de Cáncer de Mama de Bizkaia, Acambi, para darles esas pelucas. De hecho, Acambi se dará cita este domingo, a las 11.00 horas en la explanada del Guggenheim, para celebrar la IV carrera solidaria contra el cáncer de mama.