Bilbao - Los responsables de la sala de fiestas Moma marcaron ayer a seis personas con el sello de denegado el acceso por diversos actos incívicos realizados en la vía pública durante la madrugada del viernes: uno, por orinar en una esquina, y el resto, por gritar o generar alboroto en la calle. Conseguir que la normalidad regrese a la calle Rodríguez Arias es el objetivo y todas las medidas recogidas en el proceso de mediación se pusieron en marcha con la reapertura del local.
Tras un mes cerrado por diferentes sanciones, la sala volvía a abrir sus puertas la noche del jueves al viernes con un aforo completo e incrementando las medidas de control para disuadir y evitar todo aquello que pudiera alterar la tranquilidad vecinal. Cuatro empleados de seguridad de la sala, cinco policías municipales -uno de paisano- y tres educadores nocturnos se encargaron de controlar la vía pública en una noche que se desarrolló sin incidentes reseñables. La Policía Local -que estuvo de 1.00 a 6.30 horas- únicamente identificó a una persona por molestar a una pareja y conversó con varios grupos de jóvenes que se acercaron hasta el Moma con la intención de practicar botellón en sus alrededores. “En la calle no se puede practicar botellón”, les indicaron los agentes.
Las medidas acordadas entre el Ayuntamiento de Bilbao y los propietarios de la discoteca para garantizar el descanso vecinal y el derecho al ocio han pasado del papel a la acción. Sin embargo, según explicó ayer el concejal del Área de Movilidad, Alfonso Gil, aunque todavía es prematuro para realizar una valoración de las medidas, en la primera jornada todo se desarrolló “muy bien”. “Debemos esperar para comprobar que todo lo que se está realizando funciona y es eficaz para mitigar, controlar y disuadir los ruidos que se generan en esa zona. Confiamos que funcione. Por el momento lo que nos han transmitido es que la coordinación de las diferentes áreas, junto con las medidas que han puesto desde la discoteca están funcionando de manera muy correcta”, adelantó el concejal.
Los puntos que ya se están aplicando para mejorar la convivencia en la zona serán sometidos a un “exhaustivo” control que se llevará a cabo en los próximos seis meses. “Tenemos un compromiso adquirido para realizar un seguimiento y en función de cómo se desarrolle tomaremos unas u otras decisiones”, concretó Gil.
Lo cierto es que el proceso de mediación acústica que el Consistorio bilbaino puso en marcha en marzo para la calle Rodríguez Arias ya ha llegado a su fin con una serie de compromisos con los que quieren poner de una vez el freno a los conflictos entre discoteca, vecinos y dirección del hotel Ilunion. Aunque son conscientes de que no será fácil, confían en conseguirlo. “El derecho al descanso no es negociable, pero creemos que es compatible con la actividad económica”, comentó Gil.
Medidas disuasorias “¡Por favor, guardad silencio! Que la gente tiene que dormir”; “No os quedéis en la acera cerca del hotel. Pasad a la de enfrente”; “No os sentéis en los portales a fumar”; “No gritéis. Bajad la voz, por favor”; “La gente se queja del ruido. No olvidéis que estáis en la calle”... Con paciencia y de manera cordial, el personal de seguridad de la discoteca se afanó en conseguir que las personas que se habían acercado a la sala no realizasen ruidos que pudiesen alterar la tranquilidad de la zona. Hubo incluso momentos en los que llegó a reinar el silencio que únicamente se quebró cuando algunas cuadrillas de jóvenes llegaban de otras zonas, cargados con botellas, para seguir con la fiesta o cuando clientes de la sala salían de la propia discoteca a fumar a la calle. “No os quedéis en la puerta a fumar que luego tenemos problemas con los vecinos”, les decía uno de los responsables de seguridad.
En general, los clientes de la discoteca aceptaron sin ningún problema tanto las indicaciones de los profesionales de seguridad como de los agentes de la Policía Municipal. Sin embargo, sí hubo a quien le molestó tanto control e incluso confesó que les parecían excesivas tantas medidas de seguridad. “Si aquí no hay nada de ruido. Hemos pasado de nada a todo. En otras zonas de fiesta como en Pozas no nos controlan nada y, en cambio, venimos aquí y parece que somos unos delincuentes solo por hablar. No entiendo estas diferencias”, describió a DEIA Julen.
Lo que cuenta es que el proceso de mediación ya está en marcha y, según aseguran desde el Consistorio bilbaino, “no tiene vuelta atrás”. Incluso, los propios responsables de la discoteca no están dispuestos a seguir teniendo problemas con los vecinos. “El objetivo es que los vecinos no se quejen más por el ruido. Por eso, no vamos a escatimar en recursos para conseguir paliar los actos que generan molestias”, destacó Luis Angel Fernández, uno de los responsables del Moma. En principio son cuatro personas de seguridad las que se encargarán de evitar que los clientes de la sala hablen alto en la calle, de que no orinen en ninguna esquina, de que no se concentren en las aceras del Hotel Ilunion, ni que ocupen espacios como portales y garajes para fumar. Sin embargo, según adelantó ayer Fernández a DEIA, cuando sea necesario, se incrementará la seguridad con dos personas más. “Si tenemos que poner seis vigilantes, los pondremos. Es cuestión de dinero; pero si conseguimos evitar problemas, valdrá la pena ”, concluyó Fernández.